jueves, 26 de julio de 2018

Ni me acuerdo mi nombre muy tranquilo en la arena


“Uno de los beneficios del verano fue que cada día teníamos más luz para leer”.
Jeannette Walls, periodista y escritora.

Todos los veranos leo un libro de Charles Dickens. Se ha tornado una costumbre, como la de hacerme con algún volumen dedicado a la novela negra, preferentemente Raymond Chandler. En los últimos años, he agregado en estos meses al detective Kostas Jaritos, personaje de zaga del escritor Petro Márkaris, del inspector Camille Verhoeven, personaje de ficción de Pierre Lemaitre o releer al comisario Salvo Montalbano, de Andrea Camilleri. También me encaro con material del que denominan denso, como que no se debería admitir en la tumbona, en la playa y en los meses de verano. En estos momentos escandalizo a los veraneantes con “El holocausto”, de Laurence Rees. Los libros me siguen llegando de casualidad y no me detengo en pensar si el verano es el momento ideal para leerlos. En estos meses no tengo que dedicarme al estudio, y me zambullo en literatura de ficción, ensayo o historia. No analizo si la lectura estival debe ser o no llevadera o pasatista.

viernes, 20 de julio de 2018

Tienes el coctel que envenenará mi soledad


Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve”.
José Saramago.

El fenómeno tecnológico nos quiere inculcar que formamos parte de un gran grupo humano interconectado entre sí. En parte es cierto, en parte mueve a dudas. Tantas veces sospechamos que se transita entre un amontonamiento de seres automatizados que no logran organizarse sino es por una programación preconcebida. Parece, tantas veces, que el desarrollo tecnológico apuesta a la interconexión fraternal no para unir, sino para desunir, para distraer, para distanciar, para estar desconectado.  Mientras tanto, se estudia como revertir el problema de la soledad extrema a la que se ven afectados una buena parte de la sociedad, que no logra, no quiere o no puede conectar. Inquietan los efectos que genera el quedarse solo. En la literatura, por el contrario, la soledad estimula el acto creativo. Entonces se le teme al escritor, pensante o filósofo.

domingo, 15 de julio de 2018

Tantos odios para curar


“Todo hombre se parece a su dolor”.
André Malraux, escritor francés.

El ser humano se ha apoyado milenariamente en la propia naturaleza para enfrentar al dolor. El opio, alcohol, magnesio, cannabis, insulina, hongos, bacterias, sueros, aceites o grasas vegetales o la hoja de coca, entre otros, han propiciado ayudar el problema, pero también generar círculos viciosos o dependencias, como también afección hepática o problemas renales. El riesgo y beneficio puede valer la pena, lo que no cambia es que se debe continuar pagando un excesivo peaje para evitar el sufrimiento. ¿Qué es el dolor? Parece ser algo indescifrable. Tenemos dolor, lo sufrimos, lo sentimos, tal vez lo aguantamos y aprendemos a convivir, instalándolo de manera natural en nuestras vidas, con un componente de sensaciones y de emociones, y sin llegar a descubrir su significado.

sábado, 7 de julio de 2018

No me sigas, no sé dónde voy


“No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.
Arthur Schopenhauer

El sentido crítico puede ser uno de los valores que mueven a un escritor. Su fuente de creación puede y debe ser diversa, pero en el conflicto surgen los mejores interrogantes, las tramas más afiladas, las conclusiones más redondeadas, la improvista problemática. Algunos escriben para divertir, otros para distenderse, varios para ser olvidados, algunos para trascender. En todo caso, la escritura se nutre del cuestionamiento, es difícil que uno aprenda a escribir desde las soluciones, la pluma y el verbo se perfeccionan desde la problemática. Pero a veces, mirando hacia atrás, encuentro mi escritura encharcada entre tantos improvistos existenciales, como perdiendo frescura. Algo en mi interior pide un cambio y de momento, mientras esté como ofuscado, no logro reorientarme ni reinventarme.