viernes, 16 de julio de 2021

Cada cual tiene un trip en el bocho

 “Yo tengo la obsesión del viaje. Siempre creo que voy a solucionar todo yéndome”.

Adolfo Bioy Casares


Le comentaba a un amigo las últimas novedades sobre el estado de wassap de un conocido en común. Ante la duda de mi amigo por querer saber como estaba tan actualizado con el devenir de esos estados, mi explicación le satisfizo pero me alertó. Soy un constante observador de los estados de wassap no porque me interesen o los conteste, sino porque no soporto ver el punto que se forma al lado de la palabra Estados. Es por eso que cada vez que me conecto a responder o escribir wassaps y observo que está el famoso puntito, inmediatamente entro y de paso veo quien escribió un estado. Es decir, que con la respuesta dada, me sentí en parte en ese personaje obsesivo que confiesa Jorge Luis Borges en su cuento “El Zahir”, cuando una moneda no le permite aliviarse ante una idea fija.

sábado, 10 de julio de 2021

Me arde, me está quemando, estoy disimulando

 “No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe”.

Ray Bradbury


Ray Bradbury tituló a su novela distópica “Fahrenheit 451”, denominándola así por ser la temperatura a la que arde el papel. La novela se basaba en una de las obsesiones o taras por las que desanda el poder totalitario -político o religioso-, que es quemar libros -a través de bomberos del revés- para tener mejor control sobre todo aquello que podría aprender la población, apoyándose en el aliado televisivo para el bombardeo del pensamiento crítico. La crisis de la civilización occidental esclavizada por los medios, tranquilizantes o conformismos no solo están presentes en el libro emblemático de Bradbury, sino que esas visiones proféticas las recogemos también en autores como George Orwell -con 1984- o Aldous Huxley -Un mundo feliz-, entre otros. Puntualmente en este libro -Fahrenheit 451- se rastrea a los disidentes que aún conservan y, peor todavía, aún leen los libros.

martes, 6 de julio de 2021

Ese día yo volví a reír

 “Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero solo quince para sonreír”.

Swani Sivananda.


Vivimos en épocas de cambios vertiginosos que hasta nos parecen normales, de tan acelerados que atravesamos la vida. Y somos cambiantes, pasamos de un tema a otro con total naturalidad, por no decir indiferencia. Si bien en el año dos mil trece me senté a escribir un blog con origen en la literatura, la sensación de tener una cierta capacidad de “detener” la velocidad con que vivimos para mirar lo que sucede me fue llevando de un tema a otro, obligándome cada tanto a regresar al ideario, a lo que leo. Pero muchas de las cosas que encaro en estos tiempos parecen distintas a mis otras veces y la diferencia estila, me acabo de dar cuenta, que he ido apartando la sonrisa de mi rostro y de mi vida.

domingo, 4 de julio de 2021

Un recuerdo encontrado para quedarse conmigo

 “A un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse”.

Miguel de Unamuno


Sus constantes contradicciones finalmente fueron la garantía de su coherencia. No parecen ser muchos los que acuden a su pluma con el objetivo de encontrar una versión sobre la verdad de la vida. Algunos lo han conocido, pocos lo habrán leído y muchos tratamos de comprenderle. Hasta que reconocemos su carácter contradictorio y debemos dejar de parafrasear. Si no hubiera condenado el separatismo en todas sus formas o peleado con nacionalismos de identidad nacional o periféricos -donde lo territorial sigue siendo discusión insalvable e irracional-, tal vez en la península sería considerado, sin tanta polémica, como el intelectual y pensador español del pasado siglo. Por más que se le revindique, sigue siendo discutible porque estaba convencido que el rebaño nunca puede ser la solución. Miguel de Unamuno y Jugo fue una persona inclasificable, pero esa cualidad no es mala. Es malo que cada vez sean menos los que limiten con una postura la filosofía del pensamiento.