miércoles, 23 de febrero de 2022

Ay, que pesado, que pesado, siempre pensando en el pasado

 “El nacionalismo no sólo no desaprueba las atrocidades cometidas por su propio lado, sino que tiene una extraordinaria capacidad para ni siquiera oír hablar de ellas”.

George Orwell


Ciento quince años atrás fue considerado el inicio de la civilización del futuro, el fin del desempleo y el remate al capitalismo. La vieja, fracasada, incompetente y caduca sociedad burguesa e imperialista rusa dejaba paso al nuevo hombre, una sociedad más justa y mejor repartida y con una producción al servicio de las verdaderas necesidades humanas, incluido la paz. 115 años han pasado y aún no nos ponemos de acuerdo en sus resultados. Para muchos, aunque me cueste creerlo, sigue siendo la eterna opción del hombre nuevo y mejor sistema. Para tantos fue otra de las revoluciones inconclusas que debió llamarse “golpe de estado” y que propició el nacimiento de una nación que fundó sus bases sobre el terror y la muerte. ¿Futuro o uno de los sucesos más trágicos de ya un trágico siglo XX?

miércoles, 16 de febrero de 2022

Y usted preguntará porque cantamos

 “Solo ellos mismos se entienden a sí mismo y similares, como las almas solo entienden las almas”.

Walt Whitman.


Cuando el arte entra al mercado, se corrompe. Por un lado, permite la comunicación entre el artista y la sociedad pero degenera el concepto de libertad si el artista pasa a ser capturado por el mercado. Si para desarrollar tu talento necesitas previamente suponer los términos en que has de vender tu inspiración has sucumbido al paradigma de la creación por un cambio económico. Sin dinero no hay poesía, y tantos que no pueden vivir de las artes acaban pensando que esto es fruto de no tener talento. Es una de las tantas trampas del capitalismo o neo liberalismo, palabras que encierran en los seres humanos el más componente infantil de entre sus estériles discusiones.

martes, 8 de febrero de 2022

Quise quedarme cuando morí de pena

 “En el punto de vista de la filosofía occidental, el conocimiento -sabiduría- está escindido del hacer, la teoría de la práctica, la mente del cuerpo”.

Christopher Lasch, historiador, sociólogo y crítico social estadounidense del siglo pasado.


La indiferencia es un estado de ánimo que se instala sin ser detectada pero que se mantiene de forma antinatural, oscilando entre la luz y la oscuridad que transmiten las sociedades. Es un eslabón deshumanizador que rompe el civismo. Esa indiferencia invita a resignar progresivamente derechos, garantías y libertades. Se sigue definiendo que se vive en democracia pero ese desinterés o apatía nos envuelve en una pasividad que no es demócrata o sociable. Considerar normal la violencia, la miseria, el abandono, la reducción de servicios públicos o la injusticia nos hace peores personas y ciudadanos. Somos espectadores impertérritos de desgracias ajenas, pero de eso nos damos cuenta sólo cuando el infortunio nos golpea en primera persona. Y nos sentimos muy solos en una sociedad indolente.

miércoles, 2 de febrero de 2022

En mi fragilidad, es el curso de las cosas

 “Fracasar y luego volver a intentarlo. Eso es el éxito para mí”.

William Faulkner



Vivimos en sociedades donde lo que abunda es lo no logrado. Somos habitantes del montón, que vivimos esperando, porque predomina la sensación de que lo qué vendrá, tiene que ser mejor. Como recurso para la supervivencia puede estar bien pero alberga la insatisfacción eterna. Nos llenamos la boca con la palabra anglosajona “loser” como un insulto agraviante. Aceptar un fracaso no es suficiente, la fiebre por alcanzar el éxito nos cubre a casi todos, a la vez que nos condena porque nos cuesta aceptar que la mediocridad, si es decente u honesta, es en parte lo que sostenga esta frágil personalidad que transmite la sociedad.