sábado, 30 de junio de 2018

Porque si nada queda nada da


Habla para que yo te conozca
Sócrates – Filósofo griego.

Se solía recurrir a una diversidad de vocablos o registros para hablar, todos dependiendo del interlocutor, circunstancias o ambiente donde se desarrollaba una conversación. Teníamos la facilidad de adaptar nuestro vocabulario al entorno y lo hacíamos como cuando se cambia la marcha del coche o se pedalea en una bicicleta: automáticamente. No era lo mismo dirigirse a un jefe, padre, amigo, extraño, vecino o abuelo. Y no fingíamos ni hacíamos esfuerzos o concesiones. Podíamos no tener una cultura desarrollada, pero si la capacidad de comprender que no todo lo dicho era para todos o para todo momento. Eso ha cambiado y la palabra que se me viene a la mente para graficar dicho cambio es… empobrecimiento.

domingo, 24 de junio de 2018

Alguien me ha dicho que la soledad se esconde tras tus ojos


 “Aquellos que no lloran, no ven”
Víctor Hugo, en “Los miserables”.

Creo firmemente en las palabras y de ahí surge mi error. Las palabras no son sabias, son palabras. Un idiota con vocabulario no es un sabio por hilvanar buenas frases, solo es un idiota que tiene buena labia. Pero no logro recordar cuando fue el día que le di tanto peso a las palabras. En esa fecha comienza mi pesar. Son demasiados años dándole validez a lo expresado, aconsejado, a lo leído, a lo juramentado. En el camino no me di cuenta de que, más de una vez, relativicé gran parte de esos términos: hoy no leería una sola página de la biblia, por ejemplo, un libro tan solo lleno de palabras. Observen si no a los practicantes, feligreses, súbditos o devotos y vean si no es cierta aquella máxima de haz lo que te digo, pero no lo que hago.

miércoles, 20 de junio de 2018

Solo que el tiempo no los esperó


“El bienestar de las personas, en particular, ha sido siempre la coartada de los tiranos, y ofrece además la ventaja de dar a los sirvientes de la tiranía una buena conciencia”.
Albert Camus. 

La desigualdad continua su crecimiento disparando el desequilibrio y los niveles de pobreza. Por un lado, el constante desarrollo tecnológico nos plantea un enorme conflicto, ya que cada día se hacen menos necesarios todos aquellos trabajadores no calificados, lo que lleva a que se pierdan más empleos y los que lo conservan, lleven años con salarios estancados; los que se incorporan al mercado laboral lo hacen con nóminas cada vez más limitadas, en prestaciones y beneficios. A esto le añadimos los efectos de la globalización, que nos presenta un nuevo hecho inaudito: la eficiencia electrónica permite gestionar y supervisar a los trabajadores a distancia, por lo que los empleados en los países en desarrollo o subdesarrollo son dirigidos por directivos en los países desarrollados. Somos prescindibles y estamos perdiendo aquel concepto que prometía el “estado de bienestar” por la falta de cohesión social.

sábado, 9 de junio de 2018

No es tiempo para hacer un cambio, simplemente relájate, tómalo con calma.


Pero toma tu tiempo, piensa mucho, 
piensa en todo lo que tienes. 
Por ti estas cosas estarán aquí mañana, 
pero puede que tus sueños ya no. 
Letra de “Father and Son”, de Cat Stevens.

Es una secuencia normal en mi vida. En épocas de examen, mi escritura se difumina hasta desaparecer. En realidad, se traslada a nuevos resúmenes sobre intervención social, métodos de investigación socioeducativa, educación ambiental y otras tantas asignaturas que van de lo mismo, de todo lo que debemos proyectar ser y porque somos humanos, no solemos ser pero debemos tratar de intentar mejorar en lo que deberíamos ser. Pero extraño mi escritura a nivel que, si no me siento raudo a retomar el blog, lo voy a dejar desaparecer. Es así de extraño mi vinculación literaria con la vida, y con este blog.