sábado, 24 de febrero de 2018

Con la espada, con la pluma y la palabra


“No tiene ningún enemigo en este mundo, y ninguno de sus amigos lo quiere”.
Oscar Wilde sobre George Bernard Shaw

Si bien se profundiza hoy en día en exceso lo políticamente correcto sobre lo que decir y como decirlo, se trata de una práctica que siempre ha de superar los límites de lo que se puede expresar. Se puede ser simplemente vulgar, fuera de contexto y soez, e igual de efectivo, o se puede disponer de un arte o estilo para deslizar bajezas o ruindades y ser distinguido por mantener originalidad, creatividad, agudeza y repentización a la hora de descargar un insulto sobre la otra persona. Por qué el insulto no deja de ser un arma de agresión masiva, pero si surge producto de tener maneras, tantas veces suena como palabras sensatas y de calidad, aunque desmesuradas.

domingo, 18 de febrero de 2018

Cuidaremos la flor de este planeta de arena


"La mayoría de libros que he leído sobre la vida interna del hombre, tengo que decírtelo, están más lejos de la realidad de lo que puedes imaginar. Los científicos siempre te dicen que los hombres piensan en sexo cada seis segundos, pero ¿alguna vez has visto un libro que refleje las grandes sensibilidades masculinas?"
Junot Díaz, escritor dominicano contemporáneo.

Si la literatura desarrolla escenas conmovedoras, dramáticas o desgarradoras, es que forma parte de la realidad que acompaña el desandar de todo ser humano. Se dice que se alcanza el clímax en la trama de cualquier buena ficción. Nos mantiene aferrados a los brazos de nuestra silla o sillón, o con el cuerpo bien tenso incrustado en el duro asiento del metro, a la espera del desenlace de ese momento crucial. Es una situación difícil de encarar, donde se busca un estado de equilibrio o de tranquilidad para destrabar ese nudo que sabemos que será determinante para el desarrollo de la trama. Y lo asumimos como algo natural, de ahí que la pregunta que me hago en esta entrada es porque podemos enfrentar una trama conmovedora o desgarradora con esa intranquila naturalidad, y somos un manojo de tensión, incomodidad o agobio, cuando nos encaramos en el plano narrativo con una escena plena de erotismo y contenido sexual.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Nada más dulce que el deseo en cadenas


“La historia se repite. Es uno de los errores de la historia”.
Charles Darwin

Hace más de cuatro años leí una nota en los periódicos que, inicialmente me llevó a pensar que sus conclusiones, eran, como mínimo, exageradas. El ser humano miente durante el día, un promedio entre cuatro y diez veces. En el mejor de los casos, habremos utilizado entre mil quinientas y tres mil falsedades en el año. Durante unos días, posteriores a aquella lectura, pensé en que manejaron la noticia de una manera extrema, pero de a poco me detuve a observar mis propias actitudes, y encontré un sinfín de esas mentiras piadosas o ocultamientos, como decir que estoy bien cuando no lo estoy, de escuchar a gente de mi entorno que se estaba embarcando en varios proyectos, cuando en realidad todos sabemos que apenas se tratan de tiros por elevación o proyectos que no tienen proyectos, solo una idea que sobrevino una mañana y en vez de darle forma, trabajo y proyección, ya la venden como proyecto, por el simple hecho de que ser emprendedor vende, o por último me sonrojé al comprobar que mentimos para agradar o cuidar una supuesta imagen. Y pasados todos estos años, siento que gran parte de la historia de la humanidad está montada más sobre mentiras que sobre verdades. Y maldigo el momento en que mi afán lector me puso frente al razonamiento de aquella historia.

domingo, 11 de febrero de 2018

La máquina del tiempo


“Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude”.
Orson Wells

La adaptación equilibrada e ininterrumpida que hacemos de las nuevas tecnologías nos llevan a olvidar pronto, viejas costumbres. De repente, alguna mención vintage nos devuelve la imagen de un instrumento que ha sido esencial para la comunicación y educación, convirtiéndose, digamos que, a partir del tercer año de la vieja educación secundaria, en algo esencial para el cumplimiento de actividades. Antes de continuar, debo hacer una aclaración: si el lector tiene, menos de veinticinco años, seguramente no la habrá utilizado ni le interesará leerme. Si tiene poco más de esa edad, y estudió comercial o perito mercantil, guardará buenos recuerdos de una asignatura donde este artefacto fue la estrella: la máquina de escribir portátil o mecánica.