“Un buen padre vale por cien maestros”
Jean Jaques Rosseau
No recuerdo haber sostenido ninguna de
esas estereotipadas charlas de vida con mi padre. No hago esfuerzos por
recordar, pero no sostuve nunca una conversación en profundidad con él. Nuestra
relación ha sido siempre amena, de respeto y de amor; él padre, yo hijo. Pocos retos, casi ninguna
recomendación, variados consejos y directivas, escasa interacción padre hijo en juegos o tareas domésticas.
Papá es un hombre de pocas palabras, aunque él determina el ámbito donde va a
ser distinto, divertido, locuaz, explicativo; como yo. Salí tímido y retraído durante
mucho tiempo, hoy parezco superado o más suelto, pero mi esencia es solitaria.
Mi viejo me ha dado las mejores lecciones de la vida. Lo hizo sin decirme nada.
Pero es verdad, regularmente compruebo que parte de mis valores los heredé de
él. Y es mágico, porque nunca hizo campaña conmigo.