Para los que creen en los
sueños y sus interpretaciones, soñar con un buitre es la encarnación del mal,
de la traición y de los enemigos. Evocar durante el sueño a un buitre es sinónimo de que algo malo
ha de suceder, y lo relacionamos con personas de las que confiamos y que
presagiamos que nos han de engañar o generarnos un disgusto.
Si en el sueño, el buitre
está dando vueltas alrededor nuestro, es señal de que alguien nos está acechando
y nos quiere hacer un daño físico o moral. Si durante el sueño el animal está
quieto a metros de nosotros, la interpretación nos fundamenta que alguien se ha
aprovechado o está a punto de hacerlo, es decir que se ha de beneficiar a
nuestra costa. Pero si lo soñamos atacando, nos alerta que tendremos enemigos
de mucho cuidado. Para terminar con las alternativas oníricas sobre este
animal, podemos soñarnos cazando buitres. Esto nos dará la idea de que a pesar
de sufrir en breve dificultades, podremos salir indemnes sin mucho esfuerzo. Si
el sueño lo analizas en tu terapia te podrá dar un significado quizás lógico de
algo que te preocupa. Si solo te manejas por la cábala, jugando al 58 por ahí te
genera un golpe de suerte… económica en la lotería.
Incluso nos referimos al
buitre como palabra despectiva cuando en nuestro grupo de amigos, gozamos de la
presencia de uno de ellos a la que tenemos que mantener a distancia, porque no
es aconsejable que esté cerca de nuestra nueva novia o conquista. Que te la va
a birlar, o al menos lo intentará sin descaro, como una manera natural de ser
seductor. Tenemos amigos buitres, y dan la sensación del sobrevuelo a la búsqueda
de oportunidades femeninas o de dinero.
También nos ha pasado
sentarnos tranquilamente a comer unas galletas, un bocadillo, una coca cola
helada o algo que trasmita que está muy bueno, y se nos han acercado nuestros
allegados con la mirada inequívoca de querer participar de nuestra ingesta.
Cuantas veces con un arrebato de furia, le hemos achacado que parecen buitres y
hasta le damos un pedazo de nuestro alimento para reforzar el desprecio que nos
genera esa manera de ser. Hay un dicho para estas personas, “primero están sus
dientes que sus parientes”.
En la simbología
cristiana, la paloma por ejemplo, es el símbolo que mas aparece en la Biblia
como alegoría de la paz, el amor o el descanso. Pero el buitre vuelve a caer
mal parado en el acerbo eclesiástico. Representará la avaricia o el interés por
las cosas pasajeras. Siguiendo con la liturgia, me habrán de perdonar los muy
devotos, pero se suele escuchar en los pasillos vaticanos la frase despectiva
del tipo “buitres con sotanas que pululan por las estancias pontificias” cuando
estamos prestos a un conclave que arrojará al nuevo Pastor de la Iglesia
Católica.
Para no aburrir y para develar
finalmente de que va esta entrada, estamos muy acostumbrados al uso de la
palabra buitre cuando vemos la cercanía de un banco malo o de los fondos que le
han dado ese nombre. Esto quiere decir que es un determinado capital de riesgo
o fondo de inversión libre que invierte en una deuda pública de una entidad que
se considere débil o cercana a la quiebra. También mala prensa para la palabra
buitre. Y para terminar, el buitre es un animal rapaz y carroñero, que solemos
ver a través de fotos o documentales. Pero alguna vez estuvieron cerca de algún
buitre? A digamos cinco metros. Es una experiencia increíble y mejora si
tenemos a alguien al lado que además de tranquilizarnos, nos cuenta la
idiosincrasia de esta especie que nos empecinamos en darle un carácter peyorativo
a su existencia.
La pasada Semana Santa
encaramos una nueva visita a tierras de Aragón. Una vez conocido Zaragoza y Teruel, visitado pueblos tan amenos como Albarracín o Mora de Rubielos, encaramos unos días de
tranquilidad y presencia abundante de naturaleza para recorrer Huesca y
alrededores, primando la visita al Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido. Junto
a la agradable compañía de una familia amiga, y una vez definido la intención del
recorrido, debíamos encontrar una casa rural para ocho personas que resultara
amena, cercana a los destinos fijadas y sobre todo, óptima para nuestros
recursos económicos. Buscando en distintas páginas de las que solemos tirar en
nuestra planificación de viajes, fuimos pasando por Booking, top rural o
escapadas rural sin suerte. Además del monte, está la presencia de los pirineos
y en esa época del año, todavía existe el recurso de las pistas de esquí, lo
que suele encarecer las estadías. La idea era alejarse un poco, no más de una
hora del destino e intentar abaratar los costes.
De repente el grito de Eureka.
En la localidad de Santa Cilia de Panzano, accedimos a una bonita casa rural de
poco más de diez euros por persona y día. Consultados los Urrutia (la familia
que nos suele acompañar en nuestras salidas y en la contención casi familiar de
todos los días en esta experiencia lejos de casa) confirmamos el alquiler de la
casa y solo restaba esperar el jueves santo para iniciar el recorrido.
Sorprendido por el buen precio logrado, me acerqué a Google para conocer algo
más del lugar, con la esperanza de que además de barato, fuera un lugar con algún
atractivo turístico. El séptimo link era un video de YouTube y enorme la
sorpresa al linkearlo y encontrarme con un grupo de gente en silencio mientras
una persona con chubasquero rojo les explica las características de más de
quinientos buitres comiendo casi de su mano. De inmediato, envié un mail con el
link del video a mis compañeros de viaje, desvelando el porqué de tan barata
estadía, es que íbamos a estar rodeados de buitres.
Continuando con el
descubrimiento de tamaño lugar, confirmé que a un kilómetro de la casa rural había
un comedero de buitres y justo enfrente de la casa alquilada, el museo y centro
de interpretación Casa del buitre. Investigando un poco más, confirmamos que
cada quince días se podía acompañar a un miembro fundador de la Asociación
Fondo Amigos del buitre (FAB) a ver como alimenta a estos animales en un
mirador de este comedero. Es decir, que una caminata por Ordesa y la visita a
Huesca, Ainsó, Ainsa y Alquezar seguían siendo los objetivos, en mi cabeza tomó cada vez más expectativa
la mañana del sábado, y pasó a ser el
momento mágico de esa salida rural. Como tantas veces que conoces un lugar
nuevo, la sorpresa sale de donde menos lo esperas.
La cita era a las 10 de la
mañana en punto, casualmente en la puerta de nuestra casa. Veinte minutos antes
varios coches fueron aparcando y grupo de gente de todas las edades aguardaba
en los alrededores. A las diez bajamos y nos unimos al grupo. Para nuestra
sorpresa, el hombre del chubasquero rojo estaba al frente de la expedición.
Tomó nota mental de la cantidad de visitantes en esa jornada y nos pidió que
nos acercáramos en los distintos coches a unos metros del mirador. Allí nos
daría una serie de indicaciones que debíamos obedecer sí o sí, comenzando por
guardar estricto silencio al descender de los coches. Mientras tanto, si levantábamos
la vista al cielo, podíamos observar que desde distintas direcciones sobrevolaban
buitres y muchos otros más, se acercaban desde lejos. Hasta ese sábado solo
tenía constancia de la existencia de buitres o milanos por la existencia del
museo. Pero por más que agudizáramos nuestros sentidos, no se distinguía nada
en el espacio aéreo. Y ahora por una especie de magia, el lugar se poblaba por
cientos. La última vez que los había alimentado había sido otro sábado de
quince días atrás, y las aves acudían a la cita con una puntualidad asombrosa.
La Asociación es una
entidad conservacionista sin ánimo de lucro, fundada en 1986. En la comunidad autónoma
de Aragón, en la provincia de Huesca y en cinco localidades, una de ellas Santa
Cilia de Panzano, la asociación se encarga del mantenimiento y conservación de
las especies de población rapaces necrófagas, en verdadero peligro de
extinción, a causa de reglamentaciones de las distintas administraciones que
han eliminado los muladares. Comenzando un rápido cursillo sobre lo que estábamos
experimentando, nos explicó lo que era un muladar: zonas acondicionadas donde
se depositan los cadáveres, principalmente de animales de ganadería, con el fin
de que animales carroñeros den buena cuenta de ellos, completando el circulo de
alimentos de las especies. Ambas partes se beneficiaban de la existencia de los
muladares; los ganaderos, porque podían deshacerse con sencillez de los
animales muertos y los carroñeros porque tendrían una fuente de alimentación abundante
y más o menos estable.
Con la enfermedad de las
vacas locas, los controles se han hecho más estrictos y se prohibió abandonar reses
muertas en el campo, ni siquiera en los muladares. Y la población de aves
carroñeras se ha visto afectada y sitiada por el hambre. Y mientras tanto, la
crisis ha dado otro golpe artero a estas especies solo protegidas por este tipo
de asociaciones. El buitre negro (Aegypius Monachus), el quebrantahuesos
(Gypaetus Barbatus), el alimoche (Neophron Percnopterus) y el buitre leonado (Gyps
fulvus) son las especies más importantes de la comunidad. Y la asociación intenta
suplantar los muladares con estos comederos y los distintos recortes que han
realizado las administraciones han obligado que la manutención de la especie corra
casi por cuenta de estas asociaciones. Y por ejemplo, el día que participamos
del avistaje y alimentación, habían logrado recolectar cincuenta kilos de
huesos y carne de pollo para más de cien buitres que se presentaron a la cita.
Una vez reunidos en las
inmediaciones del comedero, las instrucciones fueron claras. Caminaríamos de
uno en fila hasta la pedriza donde se realizan los aportes de alimentos a las
aves. A partir de llegar al comedero, los más de cincuenta visitantes solo
contaríamos con cámaras de fotos y permaneceríamos callados y sentados, y así
observaríamos como el señor de chubasquero rojo les iría acercando los
alimentos, tomaría notas sobre los animales que estuvieran aun convalecientes
de enfermedades o dosis de plomo o veneno en el cuerpo. Para terminar, cuando
él nos indicara, nos levantaríamos todos y volveríamos al lugar donde nos
esperaban las mochilas y otros elementos descartados y aguardaríamos allí en
silencio el tramo final de la visita, donde nuestro guía completaría la
repartija de alimentarlos y sacaría sus conclusiones sobre enfermedades nuevas,
heridas casi curadas o notables ausencias.
Así lo hicimos, con el máximo
sigilo posible nos fuimos acomodando en la piedra mientras observamos a los
adelantados, mientras que en el cielo esas pequeñas manchas iban agrandando su
forma y aterrizaban a metros nuestros. Ambas especies nos estudiábamos y solo
se escuchaban sus chillidos y la voz del guía que llamando a varios por su
apodo, los invitaba a acercarse a la carretilla donde estaban los huesos de
pollo, pezuñas de cordero y un par de huevos de oca que consistía en el
alimento para las aves. Durante veinte minutos presenciamos el arribo de las
distintas aves, casi todos buitres. Se iban acercando, levantaban el pescuezo como
estudiándonos y se encomendaban al poco hueso y poco carne que le tocaba a cada
uno. Al terminar la repartija, nuestro guía se acercó y comenzó a explicarnos
particularidades de las aves. Entre otras cosas contraatacó con la peyorativa calificación
que solemos tener hacia este tipo de aves. Si bien son carroñeras, ellas no
están para evitar la muerte, solo “viven” de ella, la requieren. Para poder
alimentarse, precisan de algún animal muerto y no disimulan su necesidad. La
mayoría de las veces sobrevuelan los montes a la espera de encontrar algún animal
muerto y algunas veces, cuando están mal heridos se amontonan a la espera de
que muera, no es cruel, es el instinto solamente.
A la hora de las
preguntas, hubo varias. Alguien le mencionó las típicas fotos donde un niño en algún
rincón de África está a punto de morir ante la cercana presencia del buitre, a
lo que él guía nos consultó que era más obsceno, si la presencia cercana del
buitre o de la cámara de foto que testimonia el fracaso de la especie humana,
que un niño se muera de hambre, que un fotógrafo se consagre con una foto o que
un animal esté a la espera de un resultado que a él le posibilitará su
alimento. Nos consultó sobre si habíamos estado atentos a alguna pelea entre
las aves para la repartija de los escasos alimentos que la asociación logró
juntar para esa mañana. Dijimos que no, a lo que él avaló y nos dijo que ese
gesto entre las aves viene a contrariar otra concepción que guardamos de ellos.
Ellos se respetan, funcionan como una comunidad, comen lo que encuentran,
suelen buscar alimentos en manada y todos intentan saciar su apetito. En sus
gaznates suelen tener poca piel debido al movimiento de ingesta y se nota en el
animal que no ha comido recientemente dando un fenómeno parecido a un semáforo,
donde se profundiza el rojo del color de la piel y las demás aves, ceden algo
su lugar para que esa especie se alimente. Nos puso la comparación de los
humanos, si aun saciado su necesidad de alimentos, si suelen ser generosos
cuando la dicha es poca. No pudimos responder afirmativamente con contundencia.
La cadena natural de la
que el buitre aportaba el último tramo, se ha roto. La hemos roto. La especie
debe cambiar sus hábitos de comportamiento, el hambre las ha sitiado, les hemos
negado sus fuentes de alimentación y ellos intentan sitiar la muerte. Buscan la
comida que no tienen, y entonces ante un
nacimiento se acercan a las placentas y acaban sin miramientos y demoras con
los animales postrados debilitados por la pérdida de sangre ante un mal parto del
que no se recuperaran. Pero la foto dirá que los buitres han atacado a una vaca
que acaba de parir sin darle la mínima posibilidad de recupero. Como sucede en
nuestras sociedades, seguimos errando el diagnostico en casi toda apreciación.
En ningún momento de la
visita nos pidieron dinero, hicimos el recorrido a voluntad y muchos de nosotros
aprovechamos el descenso al pueblo para acercarnos nuevamente al museo y hacer
una mínima colaboración. El guía contestó todas nuestras preguntas, nos dedicó
casi una hora en la visita y al finalizar no nos acosó con las necesidades económicas
que pudiera tener la asociación. Creo que ese gesto movilizo mejor a los
visitantes a dejar una contribución, y todos se fueron contentos. De regreso a
los coches, vimos como varios buitres levantaron vuelo, otros sobrevolaban en círculos
en busca de su camino, algunos se quedaron en el comedero alargando la
sobremesa y los únicos ausentes fueron los quebrantahuesos, no pudimos ver su
modus operandi de arrojar los huesos desde altura para partirlos para luego
comérselos.
Son aves de considerable
tamaño, con las alas desplegadas pueden llegar a los 2.5 metros de envergadura
y suelen pesar cercano a los 6.5 kg. Utilizan las corrientes térmicas para
elevarse y mantenerse como vigías en busca del animal muerto. Su cabeza está
pelada, desprovista de plumaje. Su cuello es largo y no tiene garras poderosas,
más bien cortas y romas, adaptadas para andar y no tanto para matar. Localizan
a sus víctimas con la vista más que con el olfato, se alimentan de día y suelen
habitar en zonas rocosas, donde descansan en parejas. Y durante veinte minutos
convivieron con nuestra curiosidad sin sentirnos agredidos en ningún momento.
No es objetivo de esta
entrada que adopten al buitre como animal de compañía. Es simplemente compartir
un momento curioso, que se dio de casualidad y que sirvió para que la escapada
a Huesca quedara definitivamente en nuestro recuerdo, con anécdotas que cada
tanto volvemos a reiterar en esas mesas bien argento donde abunda la buena compañía.
Y siempre pensando en la posibilidad de que en una nueva escapada, nos topemos
de frente con alguna sorpresa de esta magnitud. Y de paso, como con muchas
cosas que nos suceden a diario, cambiar esos estereotipos que tenemos de casi
todos, que más que acercarnos nos alejan, no nos integran. Para terminar, me
quedo con una frase del guía, nos dijo que los buitres se alimentan de carroña,
no les afecta las enfermedades de las ovejas, vacas, cerdos o pollos. La
naturaleza las necesita para limpiar y devorar la muerte. Y que desde hace un
tiempo están cercadas, peligrando su existencia. Y no es a causa de otros animales,
es a causa de nuestra voluntad. El hambre de los buitres se profundizó a partir
de 1996 con las vacas que los hombres volvimos locas, y así con casi todas las
especies. Habrá que cuidarse de los hombres entonces.
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