Si la sociedad es
machista, el Diccionario lo reflejará. Cuando cambie la sociedad, cambiará el
Diccionario, define Pedro Álvarez de Miranda de la Gándara, filólogo y experto
en lexicografía histórica y en Historia de la lengua española y Director del
Diccionario de la Real Academia. Años investigando los sesgos sexistas en el
lenguaje le permiten llegar a la conclusión de que el lenguaje representa un
fiel retrato de la sociedad. Y el motivo a destacar de la edición del 2014 es
que la lengua podrá ser algo mejor, más cercano a la realidad y no tan machista
o sexista como hasta ahora. Siempre y cuando se apliquen esos nuevos conceptos
en nuestro acervo lingüístico.
El puente de Plentzia,
Zubi Zuri, da la bienvenida a toda persona que desciende del metro. Es uno de
los elementos más característicos de la Villa, su modernidad suele llamar la
atención, más teniendo en cuenta lo pequeño de su población y lo tradicional de
la mayoría de su material urbano. La pasarela del puente está flanqueada desde
mediados de 2010 por 200 fotografías que retratan en blanco y negro la Plentzia
del siglo XIX y principios del XX. Esta colección vino a sustituir unas placas
de metacrilato que eran victimas constantes de actos vandálicos y solían afear
la imagen del puente. Algunos vecinos o vecinas del pueblo consideraron que
este recorrido visual e histórico guardaba matices sexistas. El problema se
suscitó con un mensaje en una de las pancartas que dice: “El hombre de la villa
tendría en su horizonte la mar en la que se iría adentrando a lo largo del
tiempo hasta convertirse en experto navegante”. Otras referencias sobre el
papel del hombre en el desarrollo de la Villa motivó a elevar la queja ante la
falta de mención de la importancia de la mujer en el desarrollo del pueblo. Con
motivo de un temporal de lluvias y vientos, que dañó varios de esos paneles
fotográficos, se conminó a reivindicar el papel de la mujer en la villa con
leyendas alusivas. Políticamente se definió la situación como discriminatoria y
falta de compromiso por la igualdad de género. A la hora de recorrer el puente,
y lo hago a diario, no logró tener esa impresión, lo que si sentí al leer la
definición de gozar o huérfano en el diccionario de la Academia. La política y
el fervor de la militancia pueden a veces introducirnos en polémicas que no
parecen tal. Y esto es un razonamiento de alguien que no cree ser sexista.
Recién en la primera
Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en México en 1975, comenzó a
tratarse el tema del sexismo en el lenguaje. Y no es un problema en
exclusividad de las lenguas latinas. En inglés, el oficio de bombero se
denominaba fireman, que derivaba de man (hombre) y fire (fuego). A pesar de la
presencia importante de mujeres en el cuerpo de bomberos, sólo ante la presión
de grupos feministas se permitió modificar el concepto por el de firefighter. Así
todo, la costumbre ancestral del uso del término fireman sigue siendo el que
por instinto, predomina habitualmente en las bocas de los ingleses a la hora de
mencionar la profesión.
Las instituciones pueden
legislar sobre el lenguaje, pero las reformas solo funcionarán si la mayoría de
los hablantes la aceptan. La gente no suele consultar a las autoridades antes
de abrir la boca. Leopoldo Alas “Clarín” lo definía en los finales de los 1800:
“Somos los amos de la lengua” y eso viene a significar que nuestro vocabulario
casi siempre ha girado según la concepción del hombre. Lo que se busca en los
últimos años es darle visibilidad a la mujer. Los valores suelen perpetuarse,
lo mismo sucede con el habla de la población, y la mujer ha sido condenada a la
invisibilidad, comenzando desde la definición del género femenino, que hasta el
año que viene seguirá editada como “débil, endeble”. Y si buscamos sexo débil,
continuará la concepción de “conjunto de mujeres”.
Gozar:
“Conocer carnalmente a una mujer”.
Edén:
“Paraíso terrenal, morada del primer hombre antes de su desobediencia”.
Periquear:
“Dicho de una mujer: disfrutar de absoluta libertad”.
Cocinilla:
“hombre que se entromete en cosas, especialmente domésticas, que no son de su
incumbencia”.
Huérfano:
“Dicho de una persona menor de edad a quien se le han muerto el padre y la madre
o uno de los dos, especialmente el padre”.
Estas cinco definiciones
son parte de los conceptos que deberán modificarse en la edición del año
entrante. Estas calificaciones no se reformarán por qué son machistas, sino
simplemente porque no se ajustan a la realidad y la búsqueda de la mejoría
obliga a modificar estos conceptos. Con las reformas, los hombres deberemos
tomar nota de las aún incógnitas nuevas definiciones, esperaremos con ansia en
que muta el viejo concepto de babosear, que se refería a “obsequiar a una mujer
con exceso”.
El tránsito no será
inmediato y las feministas se equivocaran al querer imponerlo por sistema desde
el primer momento. El trabajo seguirá siendo lento, las estructuras de la
lengua están demasiado arraigadas y las imposiciones suelen estar condenadas al
fracaso. Es importante el debate y puede ser imprescindible el uso de la
paciencia, está demostrado que muchos siglos de invisibilidad someten a las
mujeres, esto no se modificará por una edición revisada. Estos excesos o torpezas
resultan evidentes al momento de leer estas notas, pero no solemos caer en que
discriminamos a la hora de abrir la boca y pronunciar dichas palabras.
Una profesora sustituta llegó
a la clase de música de primaria y exclamó: “Ahora vamos a cantar todos los
niños”. Las niñas quedaron calladas, no se enteraron ni se dieron por aludidas,
ya que la maestra titular les habla de niños y niñas a la hora de mencionarlos.
Es un ejemplo real ofrecido por Inmaculada Concepción, Presidenta de la
Comisión de Igualdad del CGPJ (Poder Judicial de España). Nombrar a alguien es
darle presencia, nos permite visualizarlo. Las niñas en el ejemplo no
advirtieron su participación, no aceptaron su presencia, ya que se habían
acostumbrado a que llamaran a cada uno por su “nombre”.
Debemos tener en cuenta
algo que, si bien cae de maduro, las radicalidades desean ignorarlo. No siempre
que mencionamos como niños a hombres y mujeres estamos discriminando. No
siempre es un motivo sexista, lo que sucede es que la mayoría de la población
hispanohablante está acostumbrado a definir los conjuntos privilegiando lo
masculino. Me resulta curioso al querer explicar en clase de castellano a mis
alumnas inmigrantes porque en un grupo mixto debemos decir nosotros o ellos y
solo podemos acercarnos a la realidad cuando el grupo es exclusivamente
femenino y poder mencionarlas como nosotras o ellas. Creo que la curiosidad es sólo
evidente para mí, ya que por una cuestión cultural, muchas de mis alumnas asiáticas
o africanas ya tienen asimiladas esa condición triste e injusta de
invisibilidad.
El uso del doblez puede
ser necesario, pero solemos creer que muchos lo aprovechan para manipular una
supuesta condición política, con el afán de seguir recaudando votos y
voluntades. No suele sonar sincero cuando alguien repite con insistencia el
doblez de los géneros, no siempre el género es sexo y si muchas veces, nuestros
adorables políticos se publicitan a través de un uso desmedido de la
diferenciación. El problema vuelve a ser la interpretación y el uso de todas
las normas. Y hay ejemplos que si bien pueden partir de la buena voluntad,
suelen terminar siendo confusos y poco prácticos. Robando un párrafo de la
actual Constitución Venezolana podemos observar lo embarullado que puede ser
esta nueva modalidad que termina dañando la lengua: “Solo los venezolanos y
venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de
presidente o presidenta de la República, vicepresidente ejecutivo o
vicepresidenta ejecutiva, presidente o presidenta y vicepresidentes o
vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal
Supremo de Justicia, presidente o presidenta del Consejo Nacional Electoral,
procurador o procuradora general de la República, contralor o contralora
general de la República, fiscal general de la República, Defensor o Defensora
del Pueblo, ministros o ministras de los despachos relacionados con la
seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; gobernadores o
gobernadoras y alcaldes o alcaldesas de los Estados y municipios fronterizos y
de aquellos contemplados en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional”.
Foto gentileza de Fer |
Es habitual últimamente
ver el uso del grafismo @ para unificar los géneros. Linguisticamente una
grafía no tiene lectura y el arroba no parece ser la solución visual al
problema existente. Me confunde en la lectura y no me abre la mente de
inmediato a un concepto de igualdad o pluralidad. El signo @ representa a la
arroba, una medida de peso inicial en europa y adoptada y expandida en internet.
Y no logro comprender la igualdad al leer L@s niñ@s, por ejemplo.
El debate ya es cuestión
de mucha gente, debería ser de toda la sociedad. Los cambios pueden demorar
pero finalmente llegarán, y quizás podamos afianzarnos en una sociedad más
lógica. Con el lenguaje transmitimos ideología, ideas políticas e ideas de la
relación existente entre hombres y mujeres, y hay países que la sensación de
causa perdida parece una losa sin solución. Pero el hombre es un animal de
costumbres, será cuestión de acostumbrarlo. El problema puede ser acercar en
los tiempos que corren a un humano a la consulta de un diccionario.
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