martes, 30 de mayo de 2023

(No hay futuro) no lo hay

 “La ciencia ficción no es sólo un género literario, sino algo más: un estado de conciencia”.

René Rebetez, escritor colombiano (1933-1999).


Dentro del ámbito literario se puede considerar a la ciencia ficción como el género espacio temporal que se abre paso luchando contra el porvenir. Esa visión futurista parece romperse frente a nuestros ojos, durante décadas los autores de ciencia ficción nos presentaban mundos y creaciones que escapaban de la realidad científica. Robots, extraterrestres, armaduras impactantes, ciudades con tecnología inimaginable se permitían dentro de una gama en estilo, coincidiendo dentro de un género con otros escritores que basaban su obra en una ficción distópica o ficción filosófica. En este blog se pueden encontrar valoraciones sobre este tipo de literatura. Como siempre actuamos por, para y en el futuro, la interpretación de hoy escapa a Margaret Atwood, Aldous Huxley, Julio Verne, Philip Dick, Isaac Asimov, George Orwell, Mary Shelley o Ray Bradbury, entre tantos. Hoy el género parece enfrascado en una contienda mas cercana: imagina un futuro carente de futuro agobiado por un presente cada vez mas hostil.


La ciencia ficción ya no debe trasladarse a cincuenta años vista para trazar una historia distópica. La poca confianza en la realidad matiza una nueva percepción del género. Las luces y sombras del mundo actual parecen ofertar el mejor escenario para que la ficción indague sobre el futuro. Explorar lo inexplorable no escapa de la contemporaneidad. Entre la abundancia de fake news, desinformación, falta de interés social y cultural, polarización ideológica, metaversos y corruptos, la misma ficción se confunde con la realidad. Todo puede ser posible, sobre todo lo obsceno, corrupto o bizarro de los comportamientos y de los sistemas. La lucha por el ideal de un derecho humano parece conducir hacia una conducta vinculada a la distopía o ciencia ficción, y se aleja del futuro para mostrarnos apenas el pasado; así todo, la realidad en prime time no alcanza para hacernos una idea de los discursos ficcionales que intentan distraernos del ideal de lucha o de conciencia que nos obligue a remover o reaccionar ante los peligros que nos rodean.


En un mundo con derechos sociales inexistentes hace un siglo la poca fiabilidad que supone el presente permite suponer que derechos y conquistas no solo no están asegurados sino que hasta pueden desaparecer. Aquella ciencia ficción especulativa que se abrió paso el siglo pasado, hoy parece anclarse en el entorno cercano del presente que no funciona o asusta. “El futuro no es más que otro mundo en el que todo es posible y en el que no es la realidad la que manda, sino tú, el que escribe”, esta frase de Margaret Atwood parecía graficar con precisión el futuro pero en realidad condena al presente. La propia literatura de Atwood se sitúa en el futuro para advertir sobre derechos o conquistas que pueden ser perdidas por conductas fanáticas que incidan sobre temas candentes de la actualidad como infertilidad, alteraciones genéticas, ecología, identidad de género, feminismo o ideologías fundamentalistas. “Escribir es un acto de esperanza” persiste en esperanzarnos Atwood, procurando que al final del túnel se alcance a distinguir luz por sobre la lógica del mas fuerte que nos acorrala.


La carretera” de Corman McCarthy, las novelas de Stanley Robinson, series como “The Walking Dead”, “Black Mirrow” o “The Last of us” nos hablan de un futuro tan cercano, que la sensación que se desandan en el presente es posible. La ciencia ficción parece reinventarse en un nuevo concepto: el final de la fiesta, cuando antes se basaba en el cuidado del porvenir. Esa ficción especulativa complica la relación con el porvenir, la destrucción está en el presente. El futuro ni siquiera es futuro, es un placebo para mantener ilusiones. Los lejanos años dos mil -o 1984- fueron los escenarios de los primeros cuestionamientos distópicos -situando la edad de oro del género entre las décadas del cuarenta a setenta del siglo anterior-. La ficción especulativa ya no se aleja en el tiempo, desde la pandemia podemos ver al futuro como una realidad marchita y sin conducción. La frase de Isaac Asimov: “Es el cambio, el constante e inevitable cambio, el factor dominante en la sociedad. Ya no hay una decisión sensible que pueda tomarse sin tener en cuenta no solo al mundo como es, sino como será” demuestra como el concepto tiempo ha sufrido un vertiginoso desfasaje desde la advertencia en el siglo anterior. El futuro del género pasa por describir el presente, la distopía puede tener enseñanzas y mejoras. También manotazos de resignación por la poca fiabilidad de la realidad, por no poder continuar denunciando que la gestión del futuro puede ser de inmediato, el abandono del pasado...

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario