miércoles, 30 de septiembre de 2015

Tic tac efímero


"Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos".
Gilbert Chesterton.

Habrá que ver de donde surgen la mayoría de los textos literarios. La formación puede ser clave, sin ella no se pueden ocupar carillas. El estilo depurado hilvana una buena narración. La investigación exhaustiva es esencial a la hora de transportarnos por la historia. La coherencia de un argumento lo hace creíble y atrapante. La imaginación permite eternizar la impronta del que crea. Y una parte de la historia se escribirá con nuestras vivencias o ideas al respecto. Pero ese fluir surgirá de repente. La mente se aprovecha de que tenemos una idea para abrir las puertas del inconsciente para sorpresa de todos, la del escritor incluida.

El texto literario nos suele, a los lectores, sorprender y desconcertar con determinados giros. Quizás porque comenzamos siempre a leer pensando que el texto será previsible, y nos levantamos o desconcertamos cuando sucede un giro entre líneas de los acontecimientos. Quedamos vulnerables ante la creación, ya no es previsible la lectura, se convierte en mágica, en atrapante. También dejamos de lado la previsibilidad y ante un respiro de la lectura, nos abonamos a hipótesis inconscientes que surgen de nuestra mente de lector. La comunión entre los inconscientes, ¿Será esta la famosa empatía?
Siempre imaginé que lo que distingue a un gran escritor de otro como yo, es que al narrar, puede ficcionar su realidad. Es decir, que puede escribir en primera persona al tiempo que puede construir una historia sobre la base de otra filiación, de otra personalidad, de otro estrato social, de una manera distinta de pensar, de otra realidad que le toca vivir. La escritora francesa Annie Ernaux alguna vez declaró: "No deseo escribir ningún relato, pues eso significaría crear una realidad en vez de buscarla". Algunos escritores al ofrecernos sus memorias, suelen aclarar en forma de leyenda "memorias de ficción", porque como graficó Cesar Antonio Molina: "Es la novela de mi memoria, porque para contar cosas de la propia vida, hay que hacerlo desde la ficción".
Según Sigmund Freud, la literatura confluye en una de las formas elaboradas en las que conseguía destilarse el inconsciente. De hecho, dicen que Freud se sirvió de la literatura para encontrar verdades articuladas que luego elevó a la categoría de conceptos centrales. El padre del psicoanálisis empleó mitos que la literatura transportaba, como los casos de Edipo de Sófocles, la versión griega o la clásica romana de Ovidio sobre  Narciso, o el ensayo sobre Moisés de Miguel Ángel, o el Hamlet de William Shakespeare o Los hermanos Karamazov de Fedor Dostoiesvski, o las obras de Leonardo Da Vinci. A Goethe lo admiró como científico y poeta. Su formación lo orientó hacia el clasicismo antes que al modernismo. Y definió el inconsciente como su objeto de estudio.
Con la irrupción del psicoanálisis permitió un viaje hacia el interior de las personas. Hasta ese momento se vivía una especie de opresión o hipocresía social emparejada con una aventura romántica. Freud advirtió que los síntomas neuróticos era representaciones de conflictos emocionales inconscientes. Aportó métodos para que pudieran salir a la luz esos factores ocultos. Ciento veinte años después mantiene vigencia, porque la angustia sigue allí, empujando al hombre hacia el constante sufrimiento. Seguimos explorando nuestros secretos más íntimos y lo hacemos a través de la palabra, como en la literatura. Quizás una diferencia sustancial es que a través de la terapia lo que buscamos es detener el tiempo, desmenuzando lo previo, siempre lo previo.
El escritor marroquí, Tahar Ben Jelloun sostiene que el permanente rechazo al psicoanálisis, en realidad proviene del miedo a ir al fondo de sí y el miedo a descubrir lo que no se tiene en absoluto deseo de descubrir. El escritor y biólogo, Javier Sampedro cuestiona que se trate de una ciencia, lo importante para los que se someten al psicoanálisis es que funcione. Juan José Millas recuerda en su libro "El mundo" que "los cincuenta minutos de sesión significaban cincuenta minutos de visión. No era raro que al abandonar la consulta, tuviera que pasear una o dos horas para digerir lo que había visto desde el diván". Ricardo Piglia apunta: "El psicoanálisis es en cierto sentido como el arte de la natación, el arte de mantener a flote en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando de hundirse".
¿Por qué se escribe? Las respuestas suelen ser variadas. Por necesidad, por insatisfacción, por rebeldía, por perdurar, por modificar la realidad. ¿Por qué leemos? Para vivir a través de otras vidas, para profundizar, para complementar la realidad, para averiguar algo más sobre las personas, para crecer en nuestro interior. ¿Y por qué nos psicoanalizamos? Por causas similares a la del escritor o lector. La diferencia puede darse, que cuando acudes a un terapeuta, no tienes el guión definido. No llevas los deberes hechos, sino que un conflicto interno te hace acudir casi con los deberes deshechos. Te tumbas o te sientas frente al especialista y tiendes ir a lo banal o periférico, antes que a lo trascendente. Comenzarás a leer tu propia vida, tu "memoria de ficción" y ese obligado ejercicio te alejará de lo periférico. Y recién allí has de encontrar las respuestas.
¿Por qué no leemos? Por falta de tiempo, por el costo de los libros, por pérdida de concentración o estímulo, porque no tenemos imaginación, porque no nos gusta, porque nos aburrimos, por el arraigo a los medios audiovisuales o nuevas tecnologías, por ser una actividad sedentaria, entre otros. ¿Por qué la gente no se psicoanaliza? Por los costos, por desconfianza, por vergüenza a que te vean o a que te afloren las palabras, por la facilidad de recurrir a un fármaco que sólo esconde tu ansiedad o depresión antes que dedicar un tiempo prolongado a razonar para aceptar sus limitaciones y modificar sus tendencias.
Hay países como Francia, Argentina o los Estados Unidos, donde la terapia sigue siendo estandarte. En España, solo el 50% de las personas que necesita tratamiento psicológico lo recibe. No hay suficientes recursos ni psicólogos. La derivación es hacia el psiquiatra. Quizás sea ese el motivo por el cual una parte de la sociedad descree o ridiculiza la terapia. Asocian los problemas mentales con locura y debilidad, a sus seguidores como charlatanes, amén del sentimiento de vergüenza por que alguien conocido se nos cruce a la salida de la consulta.
Leer es similar a psicoanalizarse. Te buscas, te objetas, formulas hipótesis, aceptas tus limitaciones, una lectura te lleva hacia otra, mantienes el ejercicio de la constancia y llega un momento que no dependes tanto de los otros. Tu afán por leer te lleva a nuevos autores, la repetición de la lectura te acerca a agudizar los razonamientos y los planteos. El escritor te muestra la letra en sus rodeos hasta llegar a un destino, mientras que el analista nos ayuda a encontrar la letra que no nos permite arribar a destino. Bucea en lo agujeros del significante la palabra verdadera que libere un espacio de represión.

El texto literario es el lugar privilegiado donde se manifiestan el inconsciente del escritor que campa por el texto, y del lector que aprovecha el espacio para reconocerse y cuestionarse a través de esas letras. La literatura para muchos no es entretenimiento, ni goce estético. Es un ambiente que propicia el auto conocimiento. Tanto la literatura como el psicoanálisis procuran contentarse de que pasemos de una infelicidad patológica a una infelicidad normal, donde los rincones más oscuros de la naturaleza humana aniden a su vez el esplendor de la vida, y donde del desasosiego eterno se abra una ventana de esperanza para el futuro de la humanidad. Releer psicológicamente nuestra vida será igual a escribir finalmente esa novela que se me resiste... 

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