jueves, 3 de julio de 2014

Caminando por la calle con mi novia



“Bueno, ahora voy a hablaros un poco de mi vida. Tengo 29 años, soltera y huérfana de madre. Trabajo  desde hace diez años sirviendo en una casa. Mi pelo es castaño claro, mis ojos castaños. Mido 1,60 metros y mi peso es de 53 kilos. Y sin nada más, se despide de vosotros una amiga, Maxi.”


Cientos de cartas de mujeres casaderas de distintas regiones de España respondieron a una consigna. La despoblación en el mundo rural obligó a un arrebato de originalidad de los solteros de la localidad de Plan, pueblo pirenaico de Huesca. Más que extravagancia, resultó por un impulso generado por el western que una tarde de invierno echaba la televisión nacional.

Comenzada la tarde, es religión en los bares de casi toda la península, abordar las interminables partidas de cartas. Casi siempre con la eterna compañía de la televisión, este aparato brinda un innecesario sonido ambiente, ya que las discusiones ante el azaroso avance de los naipes, la mayoría de las veces, hace que nadie preste atención al receptor. “Saber y ganar”, los documentales de la 2, cualquier vuelta ciclista y la película de John Wayne o otros western, son el decorado habitual entre envido y envido.

El 3 de enero de 1985 la partida en el bar Ruché, no debía ser épica. O la conversación en el film de un ganadero llamado Roy Whitman (John McIntire) con el conductor de caravanas Buck Wyatt (Robert Taylor), sacudió el sopor de los parroquianos. Todavía no se había desarrollado el western repleto de aventura, humor, drama, acción y batalla de sexos. Todavía no, pero una frase sacudió los corazones de esos hombres de entre 20 y 60 años, obligando a apoyar los codos en el paño de cartas, o acercarse a la barra para subir el volumen. La magia del cine coincidía con las necesidades mundanas.

“Este valle es rico, esos caballos pastan en la mejor tierra del mundo. Trigo, ganado, caballos de doma… Me olvidé de algo, ¿sabes qué? Raíces, que lo mantengan vivo. Mujeres…” El capataz encarnado en la figura de Robert Taylor se trasladará a Chicago para proponerles a 150 mujeres que le acompañen al oeste en caravana. De esa manera podrán conocer a sus granjeros, peones o capataces, y tal vez casarse con ellos.

Trece de los que estaban a esa hora en el bar dejaron todo en el acto. Apuraron los cortados, café solos, manzanillas, sol y sombra, orujos o se mojaron los secos labios, producto del hallazgo, con un trago de gin tónic, para seguir atentamente el contenido del film. Al terminar “Caravanas de mujeres”, tenían claro que ese era el camino. Había que solucionar el tema de la soltería. Y lo iban a encarar con un aviso por palabras en el periódico local, El Heraldo de Aragón.

A esa fecha había en el pueblo una sola mujer casadera. Y cuarenta hombres solteros para cortejarla. Las demás mujeres, paradójicamente para evitar el duro trabajo en el campo, optaron por abandonar el terruño y trasladarse a estudiar o trabajar en las urbes, como Barcelona, Zaragoza, Madrid o Valencia. Y los hombres, proseguían trabajando la tierra, pero buscaban una posibilidad de futuro para continuar una forma de vida, trabajo y economía. Y publicaron el aviso.

“Se necesitan mujeres entre 20 y 40 años, con fines matrimoniales, para pueblo del Pirineo Aragonés. Se atiende de 20 a 22 horas. Teléfono … Miguel Ángel Fumanal Lascos. Plan (Huesca).”

Y el teléfono comenzó a sonar, y en algunas llamadas, las primeras interesadas pidieron direcciones postales para escribir algunas líneas introductorias, para ir conociéndose. Y los distintos medios de comunicación provinciales y nacionales, generaron un fenómeno mediático de repercusión, que obligó a fijar una fecha para recibir la caravana de interesadas: el fin de semana del 7 al 9 de marzo.

Algunos entablaron correspondencia durante esos dos meses previos al encuentro. A la carta tipo de Maxi (la que abre esta historia), encontramos otras desde Plan como respuesta, que mostraban el estilo epistolar del momento: “Hola, como presentación, te diré sencillamente gracias. Ya tendremos ocasión, si tú quieres, de hablar mucho, mucho, mucho. Seguramente deberás sentir la emoción que sintió Cristóbal Colón cuando se embarcó en el Atlántico, hacia lo desconocido. O Louis (fallido, producto por los nervios de querer impresionar, se trataba de Neil) Armstrong cuando se lanzó al espacio. Pues para que no tengas una gran incógnita o decepción te diré que aquí no vas a encontrar la luna, ni las Américas. Sólo vas a encontrar un pueblo de unos ciento setenta habitantes, rodeado de montañas, con sus cúspides blancas, sus faldas verdes, un río que serpentea en sus laderas y el trinar permanente de unos pájaros…” No tenemos la firma del cortejante, solo su cara reproduciendo el momento para televisión española.

Ciento cincuenta mujeres confirmaron su presencia. Pero al pueblo acudieron durante esos tres días casi diez mil curiosos. Los habitantes de Plan no habían tomado nota de la dimensión que había alcanzado la propuesta. Si bien recibieron en el acto a movileros o reporteros que los entrevistaban a cada momento, nunca pensaron que el pueblo iba a ser invadido por curiosos o solteros de otros municipios. Comenzaría un año de muchas emociones e ilusiones, un año demasiado intenso.

La primera caravana de mujeres organizada en España no esperaba tamaña cobertura. Al cruzar los túneles que desembocaban en el pueblo, notaban que la aparente calma pregonada en los escritos o conversaciones telefónicas previas, no correspondían con la expectativa en la entrada del municipio. Manos en alto, gritos de euforia, bienvenidas, flashes, cámaras de televisión en mano y movimientos multitudinarios hacia los distintos autobuses, habrán asustado a más de una de esas mujeres que venían en los tres autocares provenientes de Madrid, Zaragoza y Barcelona. No sólo todo el pueblo las estaba esperando, todo el valle, y si se quiere toda España, no iba a permitir que el encuentro tuviera ribetes de intimidad.

Las chicas que se acercaron a Plan fueron muy valientes. Ellas, movidas por la curiosidad de un aviso, en realidad no sabían a donde iban, con que se iban a encontrar y a pesar de conocer el revuelo que generó la noticia, no tomaron dimensión de que iban a ser recibidas a pie de autobús con micrófono en mano para pertenecer por unas horas al periodismo del corazón. Pero la recepción que organizó el pueblo, mas el vino, el baile y la comida dieron sus frutos. En ese mismo fin de semana, hubo una pareja que se animó a anunciar, en el garaje improvisado de salón de fiestas, que habían sucumbido al flechazo. A los pocos meses contrajeron matrimonio. Mariano y Mariángeles, oriunda de Coruña dieron el primer paso, su matrimonio fue transmitido para todo el país y dieron el ejemplo al resto. De esa primera caravana, 35 matrimonios alteraron el orden del municipio, y poco más de un año después, ocho o diez niños nacían en el pueblo y la esperanza de no cerrar la casi vacía escuela, reflotaba.

En este verano que comienza se cumplen las bodas de Gránate de varios de estos matrimonios. El próximo año las bodas de Perla anunciaran las tres décadas del enlace. Según las estadísticas, solo se produjeron tres divorcios, que pueden ser considerados normales por “los tiempos que corren”. Cinco parejas aún habitan en Plan, las otras marcharon en busca de otras oportunidades. Los hijos de aquella caravana se han marchado o piensan en marcharse en busca de un nuevo destino. Pero el equilibrio entre los sexos ahora está más repartido, y se impulsó el desarrollo de la zona. La iniciativa a consecuencia de imitar a Robert Taylor, evitó la total despoblación de la localidad.

Maxi, la de la carta inicial, fue una de las que se animaron a viajar en la comitiva. Lo hizo sola, sin familiares o amigos. Procedente de Valencia, la mujer del cabello y ojos castaños, conoció a José y presenció ante las cámaras de televisión, junto a el en ese momento pretendiente, como  explicaba al reportero, que a causa de vivir con su madre y hermana, el tener la cena caliente y lista al volver del trabajo, o la camisa planchada, podría ser el origen de su soltería. Al terminar el fin de semana, mantuvieron correspondencia o llamados telefónicos, hasta que en setiembre de ese año se casaron. Fue el tercer matrimonio de aquel grupo. Maxi confiesa que lo volvería a hacer, que fue la gran experiencia de su vida.

Las caravanas continuaron. Más de cuarenta viajes por otros tantos pueblos del interior, con el lema de “Amor por la repoblación rural” se han realizado desde entonces. Los tiempos han ido cambiando, ahora se montan o anuncian a través de internet, facebook o wassap. Pero algunos extrañan que esas citas sorpresas ya no tengan esa magia de entonces. Se organizan los encuentros en épocas como San Valentín o muchos de los interesados no se ruborizan al incluir como condición excluyente que las mujeres sean divertidas, sanas, de buen rollo y sexualmente activas. “Fueron mucho más que citas: era el sentimiento de todo un pueblo entregado a nosotras durante tres días”, recuerda una de las primeras.

Casi ya no echan el western aquel dirigido por William Wellman, ambientado en una idea de Frank Capra. Con un poco de suerte se podrá encontrar en algún videoclub o portal de descarga de películas, la versión británica inspirada en estos hechos, de nombre “De profesión solteros”. O también el film iniciático de Iciar Bollaín, “Flores de este mundo”, premiada en en Cannes, en 1999, como mejor película.

Las partidas de cartas no interrumpieron su rutina en la península. “Saber y ganar” continúa en la 2 de TVE desde las 15:30 horas. Luego los documentales sobre animales siguen teniendo el mismo magnetismo. Teledeporte siente la caducidad de su señal, lo que invita a preguntar el futuro televisivo de las distintas vueltas ciclísticas. Algunos de los jugadores de mus, piden a gritos que se inicie la película de western que aun resiste en la televisión vasca, poco después de las 18:30 horas. Los solterones siguen siendo solterones, pero desde aquel 1985, miran de reojo a la caja boba, a la espera de que llegue una nueva idea, que ayude a vencer la timidez y la despoblación rural.

Y Maxi o las otras mujeres de aquella aventura, pueden un día toparse en la radio con la canción de Ismael Serrano, "Amores imposibles". En esos más de siete minutos le podrá impresionar el estribillo que dice “Nunca dejes de buscarme, la excusa más cobarde es culpar al destino, es culpar al destino”. Ella podrá sonreír, sabe que el tema está dirigido entre tantos que quieran adoptarlo, a ellas, las de la primera caravana. Y lo podrá comprobar en una de las estrofas finales que dice:



No tuvo Eva este Adán,

no hubo asiento de atrás,

ni caricias, ni cartas perfumadas,

no hubo cita en el parque.

No hubo chicas de Plan.

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