jueves, 30 de enero de 2014

De un tiempo lejano, olvidado en el olvido



Hay semanas que resulta difícil sentarse a escribir. Trato de ser metódico y cumplir con dos entradas semanales. Hasta me obligo a escribir los jueves y domingos. Y a veces me pasa, como esta semana, que enciendo el ordenador y no tengo ni idea de la temática del día.


Si repaso lo escrito hasta ahora creo que todo gira sobre lo mismo, la profunda nostalgia que siento por cosas del pasado, del mío, de los míos y del pasado que me han contado. Al futuro, lo seguimos como algo vinculado a la ciencia ficción, como algo que nos sorprenderá cuando llegue, como una esperanza, como un cambio que necesitamos. Al presente lo solemos vivir dependiendo de como nos vaya, y a veces me da la sensación que lo estamos viviendo con furia, con enojo, por el camino trazado. Pero al pasado yo lo vivo con nostalgia, no entiendo porqué. A veces temo que soy un pasajero de algún siglo pasado que lo han enviado a estas épocas como parte de un programa  Erasmus y no ha sabido regresar a su tiempo para escribir su tesina.

Los primeros cumpleaños lejos de casa tenían un toque especial que  ahora creo que estamos perdiendo, pero esto lo dejo para más adelante.
Cuando nos cambiamos de continente, nos encontramos con una característica singular, que no teníamos contemplada y por ende, no dejaba de ser una sorpresa: el día de cumpleaños, en el trabajo descubrimos que nuestros compañeros no se acercaban a ti a primera hora para darte un beso o  achucharte. Era un día como cualquier otro, el saludo se asemejaba al gruñido del día anterior y era un preludio del gruñido de lo que restaba de semana. Si vencías el apuro y anunciabas que era tu cumpleaños, alguno se acercaría a saludarte y otro te recordaría (aunque para ti fuera un preaviso tardío) que no habías cumplido con el protocolo de traer el ágape. Te ibas dando cuenta que el día de tu cumpleaños te tocaba homenajear a los demás. Sigue pareciendo raro pero ya está asumido, incorporado.

Mientras tanto, seguíamos con la costumbre de observar el calendario en la pared de nuestra cocina para advertir sobre la cercanía de cumpleaños de nuestros conocidos. Teníamos un ejercicio en ciernes, a cada persona que incorporábamos a nuestras vidas le consultábamos su día de nacimiento, y varias veces se nos ha pasado el consultarlo tarde. Pero al encarar la semana, uno u otro observaba la agenda que nos esperaba en motivo de saludos, y encomendábamos al representante que haría las llamadas y saludaría.

El toque especial del que hablaba antes sobrevenía pasadas las seis de la tarde el día de nuestros cumpleaños. El teléfono comenzaba a sonar y todas las llamadas provenían desde Buenos Aires. Amigos, familiares, antiguos compañeros rompían la barrera de la distancia y te dedicaban unos minutos para felicitarte. Todavía no eran épocas de tarjeta de larga distancia con abundancia de minutos como ahora, pero escuchabas la voz cercana y en el saludo te anticipaba que dispondría de pocos minutos, pero ya te sentías saludado. Te invadía una dicha, te acercabas un poco más a esa nostalgia traicionera que demoraba la integración.

Y un llamado sobrevenía a otro, no tenias tiempo para acomodarte, seguías con la ropa del trabajo puesta. Las tías se demoraban más de la cuenta, los padres se impacientaban ante el número marcado y el sonido de "comunicando" que se repetía. En esos años optamos por pasar el día del cumple en casa, el mejor regalo era estar pendiente del teléfono. Y es una costumbre que seguimos, será que soy víctima del pasado y me cuesta amoldarme a los cambios de época. Es que ahora, tienes tiempo para cambiarte, el teléfono ya no suena como antes.

Allá por 2005 llegó internet a casa. Y entonces se alternaban los llamados telefónicos y el chat. Te desdoblabas con la tecnología y a eso le sumábamos los amigos que habíamos consolidado en estas tierras y que llamaban al móvil. Era un despliegue inusitado, mantenías la euforia por ese regalo masivo tecnológico que te recordaba que seguías perteneciendo a un sinfín de círculos. Uno hablaba y el otro mantenía informado al resto de los seres cercanos el devenir de la llamada entrante, y daba instrucciones o sensaciones de insistir en cuestión de minutos. Mientras tanto, te daba tiempo para repasar el punto de cocción de una cena especial para homenajear a tu pareja.

En 2009 apareció Facebook y abrimos una cuenta. Ahí surgió otra realidad. Varios mensajes hasta ahora impensables surgían con fuerza. Entonces nos podíamos topar con algún “espero que pases el mejor día de tu vida, te lo deseo de corazón” y firmado por alguien que durante 10, 20 o 30 años había permanecido lejano a tu vida, sin siquiera un cruce afortunado en la calle o en el metro. Era llamativo, te alegraba por un lado, pero por otro era raro, nos saludábamos con una familiaridad que se había perdido;  se sumaba otra pata para tener una tarde nostálgica. Mientras tanto, en los trabajos te habías acostumbrado a recibir los gruñidos de saludo, pero ya había un par de compañeros que te esperaban con una sonrisa, un saludo y un detalle. Y vos cumplías con la tortilla de turno o con alfajorcitos de maicena, con la intención de que no te remarcaran casi de entrada que eran demasiado empalagosos. La solución fue prepararlos cada vez más pequeños, para que los comieran y te dieran el gusto de mantener una costumbre de las tuyas sin un comentario que desinfle el ánimo.

Y seguimos incorporando tecnología. El skype nos permitió ver a nuestros seres queridos y al mismo tiempo contestabas los chats, las llamadas, mirabas en face y decías mañana les contesto uno a uno.

Pasó una década y el whatsApp entró en nuestros hogares. El teléfono fijo pasó a ser un elemento decorativo, y si de nostalgia se trata, varios han aceptado su condición de retro y retornan a formatos antiguos, como aquellos que estaban colgados en las paredes y tenían el receptor en latón con un cable de tela trenzado que te permitía alejarte unos metros para creer alcanzar independencia. Los más fanáticos reincorporaron a sus líneas las viejas trompetillas que se utilizaran como auriculares. Pero repito, el teléfono de línea está en cuestionamiento, con la presencia del ordenador actualizado de tecnología y la telefonía móvil, más de uno se contiene de dar de baja el servicio.

Entonces desde primera hora en estos días, el whatsApp reemplaza a la llamada, o al menos promete que en caso de no tener un minuto disponible, te des por saludado. Face te sigue alcanzando los mensajes del más allá. Los mails ya no los abres, porque para qué, nadie te escribe unas líneas y a lo sumo tienes un mensaje de alguna postal recibida, y de eso te enteras bien tarde cuando revisas el correo no deseado.

Y conocemos otra realidad de los tiempos que corren. Con tanto aviso tecnológico, se nos termina pasando la fecha. Lo vemos en la primera actualización de las cien que hacemos en el día, pero vamos dejando el saludo para cuando tengamos tiempo, y no nos ponemos a pensar que "Tiempo" podría ser precisamente uno de esos cien momentos en que actualizamos. Entonces incorporamos a nuestra vida el mensaje posterior con la disculpa. A todos se nos pasa, pero al enfrentar la situación con la exculpación hasta suena como más comprometido.

Y el teléfono ahora solo suena con aquellos personajes que superan los 60 años, que se obstinan en seguir marcando largos dígitos y darte la enhorabuena con una llamada. Alguno te invitará a una video llamada, donde la presencia de hermanos, sobrinos o primos te llenará el alma y el resto será escuchar la campanilla del whatsApp para que cada dos minutos te llegué la contestación del anterior mensaje y que  te cueste retomar el hilo.

Y para cerrar este arrebato de nostalgia, como en casi todas las entradas que encaro, observó en la red sobre la temática escogida. Los primeros links arrojados por google me motivaron a improvisar esta entrada, no tenía ni el cuerpo ni el temple necesarios para navegarlos. Los títulos solo me han llevado a sentir lo mismo que ET cuando a toda costa quería enviar el mensaje al espacio reclamando volver a casa. Frases de agradecimiento por saludo de cumpleaños; Las mejores frases para agradecer saludos de cumpleaños; Fabulosas frases de agradecimiento por saludo de cumpleaños; Frases de cumpleaños| Consejos gratis (me duele imaginar que habrá consejos de pago); Mensajes de cumpleaños para mi amigo; Deje aquí su saludo de cumpleaños...Y por suerte te da la opción de pasar a otra página y yo prefiero retornar a otra década, donde tu cumpleaños era una fiesta y no una descarga tecnológica, donde el saludo era saludo y sentido, y no una obligación entre actualizaciones, donde lo importante era la llamada y no el contenido, que de tanto que creemos darle, solo lo estamos vaciando.

Y ahora la crisis llega hasta la cocina de casa. En la península de la abundancia, todas las entidades se peleaban por darte un calendario. Ante la oferta, optabas por el que tuviera mejores imágenes. Prevalecía el de las fotos de  la Plentzia antigua. En el ayuntamiento los dejaban empaquetado a un costado para que retiraras el tuyo.  En este 2014, nadie se ha encargado de imprimirlos para regalar. Han desaparecido de las entidades, nos preguntamos entre todos si saben de algún nostálgico que todavía regale calendarios. El mercado negro no ha reaccionado aún. De momento, mientras postergamos encarar la compra, remarcamos el del año anterior para no perder detalle de los cumpleaños.

Y el portador de esta entrada también tiene el virus en el cuerpo. Se me pasan algunos llamados, con otros me entra la pereza vaga, me amparo en la diferencia horaria y le escapo más de una vez al teléfono de línea. Me escudo sólo en el messenger cuando no llamo (y en verdad llamo menos que antes) y prefiero escribir un mail de varias líneas para saludar y esperar una respuesta. Extraño el pasado como en muchas ocasiones pero estoy viciado del presente. Busco la cura pero la postergo, espero que otro abra la veda y yo me sume. Mientras tanto aguardo que mi mujer termine con el llamado de mis tías mientras aviso a mi  cuñada que aguarde unos minutos más en skype. Luego nos sentaremos a festejar un nuevo cumpleaños juntos. Y brindaremos por eso, que en definitiva, es lo que importa, mientras esperamos que el cartero nos acerque en breve la carta de salutación de mi madre.

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