miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tu parte de adelante



"La pluma es la lengua del alma".
Miguel de Cervantes Saavedra

“El loco se mira al espejo y se saca la lengua. Piensa que el espejo se está burlando de él. Lo rompe. Se arrepiente, a la hora de peinarse. Sobre una mesa, fragmento a fragmento recompone el espejo, que queda casi completo. El loco prueba a mirarse de nuevo y ve su rostro, pero no la boca (falta esa parte, que se pulverizó con el golpe). Desde entonces, nunca más habla."
Antonio di Benedetto falleció en 1986. Desde entonces ha sido re editado, reconocido por la crítica literaria argentina y recuperado por las instituciones. Quizás le ha faltado ser leído. No le sobraron nuevos lectores, aunque fue un excelente narrador, dueño de buenas novelas e infinidad de cuentos. Uno de estos relatos, luego definidos como microrrelatos, es el que abre la entrada. “Sin boca” se editó en 1983 y forma parte de la obra “Cuentos del exilio”. Allí se reflejan textos autobiográficos. En el prólogo lo anuncia: “El silencio a veces, equivale a una protesta muy aguda”. Y escribe sobre él sin mencionar la primera persona, lo hace a través de simbolismos o figuras alegóricas.
Para ir dejando al autor, recomiendo que lean “Cuentos completos” o novelas como “Zama”, “Los suicidas” o “Sombras, nada más”. Volviendo a “Sin boca”, el relato refleja el efecto del exilio obligado en su persona, relacionándolo con una especie de locura, pero yo lo utilizo como disparador para un tema muy trivial, que llama la atención en toda época: El porqué de sacar la lengua. Perdón, di Benedetto, es una afrenta tamaño introductor para algo tan banal.
Un gesto casi involuntario en un adulto es sacarle la lengua a un bebé cuando esté jugando con él, en el intento de captar su atención. Este niño, a medida que crezca, responderá con el mismo gesto cuando un par o un adulto le contradigan. Otros personajes ya maduros, mientras desarrollan una habilidad, la suelen plasmar con la lengua fuera, sus fotos son universales. Para algunos, la lengua fuera es una presentación de una potencialidad sexual. Para otros, sacar la lengua es un gesto de mala educación y falta de respeto. ¿Pero en realidad que representa sacarle la lengua al prójimo? Quizás todo esto junto, en sus diferentes momentos.
Si revisamos nuestros álbumes de fotos, podemos encontrar diversos estereotipos en ellas. Está el que hace cuernos o burlas al distraído, el que levanta permanentemente el pulgar (hoy reemplazado por el que se siente clon de Ronaldinho) y está el/la que le saca la lengua a la cámara. El de los cuernitos se lo hace al amigo o familiar despistado, pero el de la lengua afuera se lo hace no solo a la cámara, también a la eternidad. Es una manera de burlarse de la vida, de quitarle el dramatismo. En el fondo, sienten como cuando de pequeños: sacar la lengua es burlarse de una estructura; también lo harán por que sigue siendo una moda cool, porque es una manera juguetona de que la gente te recuerde de por vida, por un guiño de complicidad o simple coquetería. No voy a entrar en la interpretación sexual o fálica, esto sería motivo de denuncia o discusión. Lo único en limpio es preguntarme porque después de 128 entradas, nunca escribí sobre sexo.
Los psicoterapeutas suelen recomendar no reprimir el gesto del niño de sacar la lengua. Es verdad que los terapeutas analizan hoy todo, quizás al mismo tiempo que los padres dudan de todo lo que forma el mundo de ser padres. Mi vieja no acudía al médico a preguntar, me daba una colleja (no recuerda una sola colleja de mi madre, creo que no existieron) o un buen reto y listo, el nene aprendía una rápida lección de por vida. Pero hoy, es todo tan conversado, tan consensuado, que el terapeuta es un gurú. Y te dice que sacar la lengua o hacer morisquetas es una forma de comunicación para algunos críos. “Se están haciendo entender” es el reflexivo consejo, y hasta los cinco años se debe tomar como un gesto gracioso o como la manera de comunicar sus estados de forma o ánimo. Ya habrá tiempo para que incorporen esos gestos con la intención de burla o falta de respeto.
La evolución de la palabra paraliza la comunicación corporal, así parece. De pequeños, expresan sus estados de ánimo o de salud a través de los ojos, de la sonrisa o gesto adusto, de muecas o simplemente con el llanto. Cuando comienzan a tejer la estructura de la palabra, muchas veces suelen ser confusos al expresar dudas, miedos o dolores. Hay que volver a mirarlos a los ojos o su semblante; este avistaje nos permite suponer que está malito o que algo atípico le sucede. Y de paso, dudar de que la palabra muchas veces facilita a la comunicación.
Un grupo de biólogos de la Universidad de Pensylvania llegó a la conclusión, luego de cinco años de estudios (que buena manera la de ingresar dinero a casa) que sacar la lengua (tanto entre humanos como en orangutanes y gorilas) es un signo universal de repulsa al contacto social, recelo o exceso de vigilancia.
En el imperio romano estaba prohibido sacar la lengua. Así que tenemos constancia que es un gesto que lleva más de dos mil años. Ni siquiera al toser, estaba contemplada la posibilidad de sacar la lengua fuera. Y menos que menos, pasarle la lengua por entre los labios. Y yendo algo más lejos, los romanos prohibían a sus mujeres tomar vino. Para detectar si alguna fémina había violado la norma, su marido debía acercarse a su cara y sentir el aliento. Luego, una ley lo hizo todo aún más estricto, obligando a los esposos a rozar los labios de sus esposas para asegurarse. Lo aún más exactos, colocaban su lengua dentro de la boca de su cónyuge. Esto no terminó con la dudas del gusto etílico de las mujeres, tampoco evitó los complejos castigos ante la prohibición. Quizás solo sirvió para despertar la placentera sensación de la sensualidad. Es decir que una norma aviva nuevas sensaciones “prohibidas”, comienzo a escribir algo sobre el vino (que me pidió mi amigo Guido) y me cuido de no enojar a alguna amiga feminista que pueda pensar que estoy a favor de aquellos machistas romanos.
Los romanos odiaban a los galos. Estos, en una táctica de guerra que era más técnica de control de la psiquis, le sacaban la lengua como forma de burla (eso pensaban los romanos), pero también para manifestar que estaban sedientos de sangre (esto sentían los galos). La historia del comic nos viene a mostrar que un escritor belga considera que los galos siempre se han burlado de los romanos, pero esto es cuestión de interpretaciones, como hasta ahora.
En el año 2009 subastaron la foto de Albert Einstein más relevante, y quizás más atípica. El original del fotógrafo Arthur Sasse costó U$S 74.324, y es la fotografía más cara del genial científico.


La foto, como muchas, tiene su historia. Einstein se marchaba de un homenaje por su 72 aniversario (1951), y a la salida se topó con un sinfín de fotógrafos y reporteros. No tenía su mejor día para sonreírle a las cámaras, pidió por favor que lo dejaran tranquilo, pero sospechamos que los reporteros gráficos no suelen ser muy contemplativos. Lo siguieron hasta su coche, donde le aguardaba su esposa y un amigo. Se sentó entre ambos y en un momento para todos inesperado, en vez de ofrecer una resignada sonrisa, se le ocurrió sacarles la lengua para malograr el acontecimiento. En conclusión, no solo es la foto más famosa del científico, sino que se puede divisar en posters, calcos, camisetas o cuadernos.
El siglo XX ya estaba promediando. El gesto de la lengua cambiaría de significado. El rock tuvo parte que ver en este cambio. Mick Jagger planteó el uso de la lengua como una provocación a la acomodada clase media inglesa. “Sticky fingers” es el noveno álbum de estudio de la banda Rolling Stones. En su funda interior se incluyó por primera vez su famoso logo. El álbum será siempre recordado por su portada, unos pantalones vaqueros ajustados y que en el diseño de la cubierta, Andy Warhol colocó una cremallera autentica para proteger el disco. También debe ser mencionado dicho álbum por sus temas “Bitch”, “Wild horses”, “Dead flowers”, “Sister morfine”, y sobre todo por “Brown sugar”. Pero retomando la lengua y el logo, su diseño costó solo 50 libras esterlinas del momento. El joven artista John Pasce debía saber que ese logo inmortalizaría aún más la banda y la historia del rock, y se habrá considerado bien pagado.
Y el rock and roll continuó perturbando nuestra mente adolescente. De Gene Simmons se han dicho tantas cosas. Se le atribuyeron permanentes historias de proezas sexuales; se llego a confidenciar que su extensa lengua era un trasplante de lengua de vaca, que aumentaba hasta el goce insoportable las ventajas del sexo oral. De paso, intimidaba a sus fanáticos en los conciertos, fotos de promoción, posters gigantes y revistas musicales o faránduleras. Kiss era toda una incógnita, cuatro músicos con sus caras cubiertas por pinturas del demonio, un sinfín de canciones pegadizas y recitales en vivo donde la leyenda auguraba sacrificios animales, lenguas fuera permanentemente y sangre de algún sacrificio que se escupe a cada rato.
Durante el video del corte promocional del disco Bangerz, Miley Cyrus nos intimidó en agosto del año pasado con el tema “Wrecking ball”. En el video la sensualidad permanente le canta a los muros derrumbados de una relación amorosa que se destruye. En el minuto 1:24 de la cinta del film se confirma lo que se vislumbra desde el comienzo: la sensualidad de la lengua de la cantante, lamiendo sutilmente la masa que ha de destrozar parte del muro, al tiempo que la letra recuerda que “siempre voy a quererte a ti”. Ya en enero de este año, Cyrus coincidió en un MTV unplugged con Madonna, interpretando solo dos temas. Pero la foto de promoción como en el acústico que trascendió fue la lengua de Madonna imitando el estilo controversial de Cyrus. Viniendo de Madonna, la sensualidad de la Pop Star permanece imperturbable (e irrefrenable en nuestras libidinosas mentes) aún cuando supera ya los 55 años.
Recordando hace poco, los cambios que debí acometer en mi habitación en mi casa paterna en una de mis últimas visitas, mencioné dos posters habituales en mis paredes. El gol de Maradona a los italianos en el mundial de 1986 y algún mate o volcada del genial Michael Jordan. En ambos posters, como en muchos momentos de sus carreras, la lengua fuera de estos artistas daba más grandeza a sus dotes plásticas. Según estudios realizados, cuando alguien está desarrollando habilidades, se entremezclan conexiones neuronales durante esa concentración que se puede manifestar con el gesto típico de asomar la lengua entre los labios. Es de suponer que “otras” conexiones neuronales se habrán desarrollado en Maradona, pero eso se podría o no analizar en otra entrada.
En el Tibet, los tibetanos sacan la lengua como modo de cortesía. Los motivos, tal vez en otra entrada, pero es un gesto del budismo que quiere demostraba respeto, ante funcionarios de rango superior. El problema se genera en nosotros, los infatigables turistas, que sin tener en cuenta aquellas conexiones neuronales, aprovechamos la visita al lugar para pasearnos con la lengua fuera, con el solo motivo de ser cool, modernos, de mente amplia, pero lo único que debe ser considerado por los nativos, es que somos impresentables que menospreciamos vuestra cultura.
Nos acostumbramos a los iconos y a los símbolos. En definitiva, estos nos dominan subliminalmente. Los cuernitos, la v de la victoria, los dedos en forma rara como ejemplificó Ronaldinho, el dedo del fuck you, son eternas repeticiones. La diferencia puede ser que desde que nacemos el pequeño asoma la lengua. Nos puede querer decir tantas cosas, quizás es de las pocas armas que goza para comunicarse, para avisarnos. Una de las interpretaciones pueda ser quizás, que los dejemos de molestar, ya habrá tiempo para que la vida no nos deje tranquilos…

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