sábado, 8 de julio de 2023

Podría comunicarme pero siento tanto la erosión

La soledad es muy hermosa… cuando se tiene a alguien a quien decírselo”.

Gustavo Adolfo Bécquer


La explosión tecnológica y la pandemia cambiaron nuestro modo de vida. Predomina el individualismo. A más posibilidades de comunicación, mas soledad. Se percibe pero no se termina de reconocer que no sostenemos una calidad o suficiencia de conexiones o relaciones sociales con los que hasta hace poco nos eran habituales. La gente no está tan dispuesta a ver a otra gente. Nuestro sentido de identidad se encuentra invadido por el “yo” lo que determina que nuestras identidades ya no son fijas. Sostenemos varios roles sociales de manera que, en profundidad, ya no sostenemos ninguna. Ese cambio involuntario ya parece decidido, predominan las relaciones superficiales.


Predomina un sentimiento de falta de autenticidad, donde el rol es más importante que la cercanía. Hemos cambiado como personas, negociamos todo el tiempo los saltos de la realidad, resignando las relaciones personales profundas. Para una relación profunda sigue siendo indispensable componentes como el interés, la voluntad del relacionarte y como uno se siente al hacerlo. La vorágine diaria a la que estamos sometidos obliga a tener tiempo y constancia para poder sostener una calidad de relación. Las conversaciones son mas banales dejando de lado la profundidad. Confundimos amistades con conexiones. Nueve de cada diez usuarios de internet son parte de una red social. Pero nos relacionamos menos con otras personas en el cara a cara.


La tecnología nos permite estar mas cerca de las personas que están lejos pero nos alejan de quienes tenemos cerca. Y la amistad puede resquebrajarse cuando menos se lo espera. Las raíces de nuestras amistades se encuentran en la vida social y existe un fenómeno ya observado que se denomina “la recesión de la amistad” que nos haría asistir a un preocupante declive de la amistad como institución social. En un mundo con posibilidad de relaciones múltiples y poco significativas que proponen las redes sociales y el entorno nos ha tergiversado la idea de amistad genuina que va dejando de lado a varias de nuestras amistades por no estar a la altura de las nuevas tendencias y exigencias. Y esa perspectiva puede nublar las expectativas hasta un punto de exigir mucho más de lo que en realidad, una relación puede dar.


Tal vez la amistad requiera de un proceso de afinidad más tiempo libre, ambas cosas de las que no disponemos. Los problemas personales son cada vez más importantes, restando tiempo a la escucha y presencia del problema ajeno. Pierre Jules Renard, poeta y dramaturgo francés, del siglo XIX, definía que “no hay amigos, hay momentos de amistad” lo que nos indica que el concepto de amistad se transforman con la vida. Sostener un sentimiento a lo largo del tiempo es un reto exigente que necesita afinidad, complicidad y pureza en las intenciones y las condiciones exigentes de vida nos arrojan sin darnos cuenta a relaciones sucedáneas, interesadas, robóticas o virtuales.


Estudiar el fenómeno como recesión de la amistad extrema, inercia emocional o epidemia silenciosa nos debe permitir observar un camino hacia el laberinto de una soledad no deseada. Algunas personas ya experimentan la carencia de apoyo emocional de su entorno social. Hemos construido sociedades en base a factores culturales que generaron grupos sociales caracterizados por el aporte de afecto, compañía, comprensión y retroalimentación. Transitamos una etapa donde supuestamente nos pensamos pero no nos lo decimos. El mensaje de texto ocasional intenta sostener la llama perdiendo calidad la relación. Si te toca afrontar un proceso emocional íntimo podrás comprobar con resignación y pesar que una amistad se movilizará más por una muestra de apoyo virtual a un problema en alguna región del mundo que tal vez nunca lleguemos a conocer, que en volcarse en forma incondicional a darte unos minutos de su tiempo para sobrellevar la situación. Como se promocionaba el libro “La muerte del comendador” de Haruki Murakami con la frase “Únicamente en soledad, cuando el futuro es incierto, empieza el verdadero viaje”...

 




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