domingo, 16 de abril de 2023

Vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez

 “La memoria es el porvenir del pasado”

Paul Valéry


El recordar, tantas veces se activa desde el corazón, como diría Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos”. Un espejo retrovisor que debería aportarnos perspectiva para comprender el presente evocando lo que dejamos detrás, asumiendo hasta la frustración de las expectativas no cumplidas. La nostalgia puede ser un momento pasajero pero también te puede anclar en una vida de y en pasado. El velo dulce de la remembranza se convierte en un viaje imposible. Para algunos es un mecanismo de protección, para otros el recuerdo conforma un bagaje de lo transitado, un regreso a los contextos que te fueron construyendo. Estar vivo en parte es un síntoma para tener nostalgia, de lo que fuimos, de los que fueron o por un “yo” que no existió o dejó de existir.


La nostalgia no suele tener buena prensa. En realidad es una emoción que no es buena ni mala en sí mismo. Lo que importa es como se gestiona y como repercute. Se pueden añorar lugares o situaciones que no se han conocido, se sufre de melancolía con la eterna necesidad de regresar a casa, se sufre y busca al yo que ya no existe, se tiende a elogiar el tiempo ya pasado, la nostalgia irrumpe como dolor o sonrisa contenedora para recordar a un ser perdido, se padece por un sentimiento causado por un deseo siempre incumplido de regresar a algo y hasta se puede experimentar nostalgia ante un hecho jamás sucedido. Muchas variaciones de una vieja distinción humana que dio modalidad psicológica al paso de la experiencia como a su falta, dio eco a una palabra seminal en la tradición humana. Es una particularidad tardía de lo que alguna vez existió y ahora solo puede reflejarse en el pensamiento o la palabra. Y esa experiencia que era innombrada desde Aristóteles, Platón u Homero -la nostalgia de Ulises, la más emblemática-, tuvo su primera definición a través de un aspirante a médico, el suizo Johannes Hofer, allá por 1688.


Desde ese momento, el término nostalgia no ha dejado de ganar relevancia. A partir de 1757, desde Basilea, Albert Haller, en sus tratados definió que la sensibilidad formaba su estructura desde el sistema nervioso, permitiéndole al concepto una definición dual que abarca tantas situaciones desde un “error del alma” o “daño de la imaginación”. Phillipe Pinel, médico francés, por el mismo tiempo insistió en que la melancolía como una ilusión o encanto “nos hace creer que se ha gozado de una felicidad suprema”. Y ya en el siglo XX el contexto literario orientó hacia un espacio tipificado como un duelo inesperado ante cualquier perdida. “Es imposible vivir sin olvidar”, frase de Nietzsche, donde existen sentimientos mas llevaderos que otros, pero el de la nostalgia se caracteriza por doler.


El pasado puede ser evocado, pero nunca recuperado. Por lo cual, el componente emocional debería ser positivo para evitar la depresión o el estancamiento. Los últimos cincuenta años podemos definirlos como enfermos de nostalgia, de revival o remake. Pasamos de la utopía a estar carcomidos por un sentimiento de nostalgia, exacerbándola. El ritmo vertiginoso de los cambios, la cultura de masas y la mercadotecnia permitieron avanzar a los nostálgicos hacia ritmos pandémicos, impregnando a la nostalgia de contradicción. Al ser un sentimiento apreciado, anhelado y que despierta cierta seguridad, es fácil que sea manipulado y tergiversado, convirtiéndose en un producto relacionada con el control, al generar un duermevela melancólico que posibilita la amnesia masiva. La historia pasa a ser apócrifa al escribirla con letras de gestas inexistentes.


La fascinación hacia lo novedoso y hacia todo lo que podría haber sido y no fue es un rasgo de los populismos, la reiteración permanente de una supuesta emoción histórica. Walter Benjamín distinguía entre una nostalgia restauradora y reflexiva. La nostalgia, desde lo colectivo, es un recurso que nos brinda significado, refuerza sentimientos con el pasado y nos proyecta hacia un futuro ideal. Al nostálgico le conmueve la utopía, generalmente del pasado pero proyectando repetirla en un futuro, porque si bien el presente no le apremia, se siente apremiado y le angustia. Suelen mantener vivo el pasado como manera de permanecer en el tiempo. La diferencia entre manipulación y sentimiento genuino seguramente sea un acto de alineamiento interior sostenido desde la gratitud.


La nostalgia personal debería ser un recurso estimulante y una reserva de emociones en la memoria al que recurrir para reforzar los sentimientos de nuestro pasado, y nos ayude a encarar el futuro. Vivir del recuerdo no es nostalgia, es una paralización. Superar una perdida amén de lamentarla, regresar a tus orígenes, reflexionar sobre vivencias, son una de las tantas formas existentes de nostalgia. El eterno problema existencial se debe superar aún cuando la memoria nos retrotraiga a esos momentos sin la obsesión del regreso. Vivir es un largo viaje que pasa muy rápido, cada cambio de ciclo va conformando el diámetro del círculo de nuestra existencia. Durante el viaje se gana y se pierde, y las pérdidas humanas de los seres amados son dolorosas. Debemos recordar siempre quien fuimos para poder observar al que ahora somos, ese será el atinado flujo de nuestra existencia...


PD: dedicado con nostalgia a mi padre, a quien no olvido.

 




2 comentarios:

  1. Gallo querido, la nostalgia como emoción, recuerdo, a veces es linda. Pero creo yo que es una ilusión ya que ni el pasado,ni el futuro existen. Solo en nuestras proyecciones irreales.
    Entonces solo queda construir el presente, sabiendo como fue el pasado y mejorar el proyecto de futuro. El amor de quienes nos acompañaron, está mas alla de los recuerdos y la nostalgia.
    Un abrazo
    Mariano

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  2. A veces creo que la construcción va tan de prisa que el presente apenas es ese segundo para inmediatamente, conformar un permanente pasado.... Abrazo Mariano y gracias

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