viernes, 20 de mayo de 2022

Duermes envuelta en redes

 “Todo está dicho”

Augusto de Campos, poeta


Internet es una construcción inmensa, casi sin límites, un código alfanumérico como base de cualquier soporte conocido. Almacenamiento y repositorio de videos, fotos, canciones, películas, podcasts, artículos y libros, internet es fundamentalmente letra que genera escritura. El lenguaje se mueve por la red de una forma que ni siquiera se puede comparar con la irrupción de la imprenta en 1450. Esta particularidad de la escritura en red encierra un nuevo concepto, escritura consiste en no escribir y una nueva lectura se nutra del no leer. No podemos sostener la discusión de si se leía antes o ahora. Ahora lo que se lee parece mucho pero en realidad, es un permanente no leer.


Nos bombardea la información por lo que nos mostramos dispersos, sin capacidad de concentración o fijar la atención durante demasiado tiempo. Al retomar la lectura en papel logramos concentrarnos algo más, pero el juego de la dispersión también se hace presente. Una verdadera vocación permite sostener la lectura en su viejo estándar. El lenguaje digital distrae porque ofrece un sinfín de opciones. Lo podemos cortar, copiar, almacenar, descargar, difundir a través de un mensaje o correo electrónico, alternar con imagen en la edición de programas estilo Photoshop, intercalar letra de canciones en imágenes de video clip, imprimir camisetas o postales caseras. Y seguimos encontrando oportunidades de textos inéditos, ya sea de ficción, poesía o ensayo, pero cada vez más a través de trabajos personales como tesis, escritos o investigaciones. Este fenómeno reafirma un hecho que era evidente sin ser visto en un pasado, casi todo está inventado y una creación seguramente deriva de una copia o prestado. Hoy es el potenciador principal en la abundancia de textos, diarios, blogs o bitácoras personales.


Se le denomina “escritura no creativa” a un contexto de hiperabundancia textual donde la propia producción parece minúscula en el tiempo o en el espacio. Y donde la creatividad es relativa, una frase leída en esa situación vanguardista de estar disperso nos puede activar para abrir un nuevo frente, una nueva pestaña, donde la originalidad está en entredicho, porque se privilegia el factor sorpresa antes que el valor literario. De ahí que sean masivos contenidos sin profundidad y cada vez más espaciada la calidad. La cultura debe permitir más de una aproximación a sus contenidos y la virtualidad, lo permite. Esos escritos que morían en cajones sin descubrir ahora están en la red y tal vez, sean pocos los que se sorprendan con el hallazgo. Pero estamos ahí a un golpe de clic, dependiendo del azar, marketing y otros factores, de alcanzar el objetivo de que nos presten atención.


Será este tal vez un momento más en la falta de originalidad en la evolución conceptual de la cultura. Experimentamos con repeticiones, fragmentaciones de frases, fueras de contexto, plagio descarado o palabras motivadoras que inspiran nuevos escritos sobre temas viejos, alguna vez tratados. La opción del copia y pega permite la confesión de que todo está dicho o inventado, sobre ese pilar se siguen construyendo textos que en esencia, existían. La literatura tradicional no ha de desaparecer pero predomina una manera distinta de pensar la literatura, cada vez más ubicua. En el ejemplo periodístico es muy evidente, mezclan, remezclan, editan y publican, de ahí que al googlear una información lo que predomine sea la repetidora del tema sin siquiera el matiz del cambio de texto o incorporación de conceptos. Esas notas que antes denominaríamos plagio, piratería o saqueo, ahora forman parte de la idea de la información compartida, sin autoría definida.


La era digital nos ha convertido en administradores, gestionadores o curadores de contenidos. El concepto de copyright está desfasado y obsoleto ante el permanente recontextualizar de los textos. Más que escritores existen “razonadores” que saben manejar la información y con una vuelta de tuerca la presentan como escritura. Esa es parte de una adaptación personal para poder enfrentar filosóficamente una serie de pensamientos existentes y cada vez más abandonados o descuidados. Se escribe sobre disparadores, sobre frases o apenas palabras. Sin plagiar y sin mencionar, porque la creación depende de la capacidad de producir improntas y remixando ideas de otros, el permitir escribir “personalmente”. La creatividad va y viene, siempre vuelve y los nativos digitales lo gestionan con naturalidad. Los que somos inmigrantes digitales nos adaptamos, matizamos esta experiencia de escritura no creativa con momentos de originalidad plena.


En un ejercicio de reconocimiento, este pensamiento en forma de entrada de blog procede de las teorías de Kenneth Goldsmith -editor, poeta y crítico- al afirmar que la originalidad actual es la falta de originalidad y que la copia es fuente de creatividad, motivando esta copia que no es plagio y sí entrada de blog, donde mi originalidad es producto de alguien que lo pensó y expresó primero. La cultura colectiva no quiere destruir al genio creativo. Lo original parece ser reemplazado por lo previsible a causa de un llamativo déficit de atención.


La navegación en internet puede ser ociosa, obsesiva o motivadora. La búsqueda de temáticas para este blog se mueve entre links, artículos y palabras sueltas. En ningún caso se busca plagiar sino activar ese músculo pensante que me permita “blanquear” mis propios pensamientos apoyado en conceptos existentes y en la ciencia de los que saben. La creación es interacción y el vanguardismo, recordemos, surgió por un descontento social representado en la pérdida de fe en las ideas de orden y progreso estancados desde el siglo anterior. La escritura no creativa no ha de ser de vanguardia pero se nutre de esa misma libertad de expresión que se manifestaba alterando la estructura de las obras. En ese desorden de los parámetros creativos podemos situar la práctica de los sujetos que leen y escriben en este siglo con la www permanentemente activa. Todo esta dicho, todo inventado, tal vez sea la época de decir siempre lo mismo pero mejor pensado, mejor aprovechado...

 





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