miércoles, 2 de febrero de 2022

En mi fragilidad, es el curso de las cosas

 “Fracasar y luego volver a intentarlo. Eso es el éxito para mí”.

William Faulkner



Vivimos en sociedades donde lo que abunda es lo no logrado. Somos habitantes del montón, que vivimos esperando, porque predomina la sensación de que lo qué vendrá, tiene que ser mejor. Como recurso para la supervivencia puede estar bien pero alberga la insatisfacción eterna. Nos llenamos la boca con la palabra anglosajona “loser” como un insulto agraviante. Aceptar un fracaso no es suficiente, la fiebre por alcanzar el éxito nos cubre a casi todos, a la vez que nos condena porque nos cuesta aceptar que la mediocridad, si es decente u honesta, es en parte lo que sostenga esta frágil personalidad que transmite la sociedad.



Los escritores tienen que convivir con la difícil tarea de la limitación de las palabras frente a las ideas. Lo imaginado de la ficción a veces no encuentra las palabras exactas para recrearla. Pero se persiste y cada tanto, elogiamos a un autor y su obra como maestra, sin llegar a precisar si es lo que tenía en mente al escribir o si fue lo que pudo plasmar. Esa permanente sensación de que no has logrado plasmar es lo que estimula a los creadores a seguir intentándolo esperando el hallazgo, aguardando el cántaro que finalmente se rompa. “Uno nunca consigue contar la verdad según la ve. Lo intenta, y fracasa cada vez. Así que vuelve a intentarlo. Sabe que la siguiente vez tampoco será la buena, pero vuelve a probar”, expresaba el Nobel norte americano William Faulkner. “Mi fracaso más esplendido fue La ciudad y la furia y ese libro es para mí el de mas éxito, porque fue el mejor fracaso”. Para Faulkner el intento siempre será necesario, más que el resultado que se obtenga.



La aceptación del fracaso como motor. La idea de que a la siguiente vez te acercarás más a la perfección. El elogio del fracaso proviene de esa imposibilidad de perfección. Fracasar es necesario porque el fracaso está lleno de futuro y el éxito se agota dentro de sí mismo. Pero a la sociedad le aterra la palabra fracaso -en primera persona- y le fascina gritarle fracasado al otro. Y la escala de valores ha distorsionado el concepto, éxito proviene del latín “exitus”, que deriva de una salida o fin, pero que hemos bastardeado hasta llegar a pensar que es un triunfo. Varios escritores -en la cúspide de su éxito- han declarado que perder es ganar un poco. Rudyard Kipling graficó que “el éxito y el fracaso son dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”, pero hoy día hablar de fracaso es de verdaderos fracasados. Estamos embebidos en el espejismo de que debemos, al menos, aparentar un aura triunfal en nuestros destinos. Las redes sociales parecen ser el estandarte de esa simulación, son las plataformas que permiten glamour a los don nadie, disimulando -engañándonos- con un mundo aparente del que es en verdad, el verdadero. La fiabilidad humana necesita el requisito de una verdad. Perdemos y fracasamos todo el tiempo, y cada tanto, a alguno le llega el éxito.



Hay que empeñarse para poder fracasar, pero casi siempre se consigue. Siguiendo parámetros de los pensadores antiguos, suele ser más importante el intento que el resultado obtenido. El éxito no siempre depende de nosotros, pero el intentarlo sí. El fracaso puede ser una medalla, por intentarlo. El éxito, a varios los convierte en tontos, en ciegos, soberbios o vanidosos. Lo que uno piensa o anhela pertenece al mundo de lo ideal y es perfecto, porque es inmaterial. Pero un buen bagaje quizás responda a atesorar más propósitos que logros. Moverse entre la maleza de las experiencias es una manera de vivir para un escritor. Recortes, notas, frases, lecturas forman parte de esa espesura coleccionable, pensando que pronto ha de servir o inspirar una obra propia. Se podrá utilizar en breve, pero habrá recortes que se escondan por años porque sus frutos nunca han logrado desprenderse. Tantas veces no se recuerda porque llamo la atención ese pasaje, ese subrayado, esa cita. Pero no deja de ser una potencial idea.



El éxito puede llegar cambiando tridimensionalmente tu vida. De esta manera, alcanzarás un nuevo mundo, tal vez falso pero para ti verdadero. Se trata de saber cruzar la raya, sin perder la compostura. Como en todos los ordenes, existen técnicas para poder disimular los fracasos. En la literatura funciona el difuminado, que consiste en borrar o reescribir, y con experiencia se tratará de comunicar la máxima información con el mínimo gasto de palabras. El sfumato es un técnica pictórica inventada por Leonardo Da Vinci, que a través de una superposición de capas de pintura, se logran contornos difusos. Existen casos de escritores que aún imponiendo su arte, han fracasado, sin valer técnicas, tácticas o estilos. Frank Kafka enfermaba a medida que el éxito se consumaba. Conflictos inconscientes -esencialmente su no relación con su padre- le renovaban culpas. Haga lo que haga, escriba lo que escriba, estaba impregnado de un profundo rechazo propio, producto de un duro juicio de su conciencia moral. Apenas quiso publicar en vida, pidió poco antes de morir que se destruyera su obra, y por suerte, no le hicieron caso.



La duda es conocimiento, siempre que se procure alimentarla o aplacarla. En la escritura, el fracaso son las piernas, esos primeros pasos que te enseñan a caminar, resbalando. Comenzar a escribir es un problema, hay que sostenerlo, alimentarlo, hay que progresar, evolucionar, decir la verdad y edulcorarla con mentiras estéticas, proyectar para fracasar, persuadiéndose que debe ser el camino correcto. En las redes sociales, la auto proyección se estila al poner selfis o videos estilo tikTok, también es habitual -para los que usan las redes con fines culturales- subir un link de lectura utilizando una frase correcta que invite a la seducción lectora. El éxito es un rareza. El fracaso es volver a publicar semana a semana, mientras la sombra del pasado protege con sus ramas al futuro, para que siga escribiendo, aunque se trate de borradores eternos….

 



2 comentarios:

  1. Gallo muy interesante lo que compartis. De hecho enseño en economia que el problema te lleva a mejorar. Si nos hubiesemos conformado solo por el hecho de comer y vivir, aún viviríamos en las cavernas.
    Celebro el fracaso que enseña a mejorar. Lo perfecto es enemigo de lo bueno.

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  2. Gracias Mariano, a seguir fracasando con ganas....

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