lunes, 7 de junio de 2021

Despiértame cuando pase el temblor


Perderse entre los libros viejos es casi como tomar sedante y alivia el desgaste de un cerebro agotado”.

Dicho de Walter Scott, citado por David Markson en su libro de aforismos “Punto de fuga”.


En la eterna confrontación del hombre consigo mismo, esta fotografía emblemática sacada en la Biblioteca Holland House, de Londres, tras el ataque sufrido por los nazis en 1940, parece suavizar el drama. El hombre suele enfrentar su pequeñez dentro de un mundo caótico. El libro o la biblioteca tanto como fuente de conocimiento como también de la fragilidad del saber acumulado está siempre presente en mi vida. Pensando en mi padre me topé en una revista dominical con esta fotografía; será que estoy preparando un par de libros atractivos más varios artículos de revistas para, en una próxima y cercana visita, intentar atraer, acercar y devolver el hábito de la lectura a mi padre. Espero vencer a ese cerebro cansado y de paso, distraerle de su día a día para ofrecerle variedad al súbito cambio de vida.

Esa imagen trasmite paz. Paz entre las ruinas, paz tras diez horas de incesante bombardeo en la ciudad de Londres. Armonía al caminar por escombros y encontrar los anaqueles intactos y los libros en su orden ya alfabético o de temática, sin aparente daño, salvo los estructurales. En un mundo donde las cosas puede empeorar sin previo aviso, las bibliotecas siguen teniendo usuarios. La vida continua e incluso en medio de la ruina o el horror uno persiste en la búsqueda de libros, tal como quedaron retratados esas tres personas, quien sabe si habituales de la librería o en un acto de rebeldía, ignorando la barbarie y retomando una posible normalidad ante tanto despropósito. Tal vez en esos momentos inciertos sea adecuado para descubrir nuevos aspectos de nuestro mundo interior ante el agobio que nos causa la imagen caótica del universo y de nosotros, individuos indefensos perdidos en él.


Cada mundo interior se conformará de elementos que manifiesten maneras de pensar, sentir o decidir. Cuando el mundo exterior encierra nuestros entornos sin recibir estímulos ni encontrar respuestas, el mundo interior también se puede cerrar, bloquear o negar. Es indudable que el mundo exterior no debería condicionar nuestra paz interior, pero dejamos que lo haga. Solemos vivir alejados de nuestra esencia, perdiendo energía y potencial. Es obligación despertar y detonar nuestro potencial, pero tantas veces no podemos siquiera encararlo. Allí estará un libro, no para obligarnos a recuperar el centro, sino para dar el tiempo necesario para saber que se debe salir de lo que elegantemente llamamos crisis. Por eso he buscado opciones para atraer la inquietud lectora de mi padre y en los dos ejemplares de Antonio Scurati sobre la vida de Mussolini y en una novela de Luis García Jambrina titulada “La doble muerte de Unamuno” aspiro al menos, a distraer las preocupaciones que bloquearon la vida normal de mi padre.

Las bibliotecas nos recuerdan nuestra humanidad, preservan nuestro legado como especie y nos proporcionan los sillares intelectuales con los que construir el futuro” se lee en una novela de Stuart A. P. Murray titulada “Bibliotecas. Una historia ilustrada”. Este libro está orientado hacia los amantes de los libros, ofreciendo una visión panorámica de la historia de las bibliotecas, según pasan los siglos. Y como siempre sucede, una lectura convoca a otras y de esta manera me acercó a Jean Yves Jouannais con su “Uso de las ruinas. Retratos obsidionales”. En ella regresa la fotografía de la Biblioteca arrasada de Holland House por los ataques aéreos constantes de la flota nazi que generó hasta un término: “el blitz”, expresión que significa ajedrez relámpago, donde se dispone de una hora para ejecutar todos sus movimientos.


En el caso de la Segunda Guerra, el “Blitz” dio a conocer los bombardeos nocturnos y sostenidos en el Reino Unido por parte de la Alemania nazi. La Luftwaffe se abonó a esa táctica desde setiembre de 1940 a mayo de 1941. Indudablemente el bombardeo a dieciséis ciudades británicas durante esos ocho meses estaban destinados a quebrar la moral de los ingleses y obtener su rendición. Las noches de Londres se vieron bombardeadas durante cincuenta y siete jornadas consecutivas. De ahí que la foto legendaria de la biblioteca pueda tratarse de una impostura con el claro mensaje de que los británicos podían abstraerse del “blitz”, sosteniendo la batalla con la flema inglesa siempre ofrecida. La foto, realizada por el estudio Fox Photos, quiere hacernos ver, de manera subliminal -recordemos que la fotografía puede ser una buena publicidad- que las ideas se pueden ubicar en un plano inasible. Esta imagen, ya inamovible en nuestras retinas, parece demostrar que esas tres personas no parecen reparar en lo que tienen alrededor, su mirada y su concentración solo esta dedicada a la libertad de descubrir una lectura.


La tercera persona, que posa detrás de las otras dos, es la única que encara una lectura. Peter Bibring, en el costado izquierdo de la imagen, era adjunto del conservador jefe de las bibliotecas de Londres y en sus manos reposa una edición del año 1899 titulado “Historias de Polibio”, donde las andanzas de Escipión en Hispania describe la conquista de la ciudad de Ilurgia, el exterminio de sus habitantes y la destrucción masiva a causa del fuego. Aquella lectura simbólica tal vez ponga sobre la mesa, esa eterna discusión que nos habita entre civilización o barbarie. Bibring es el único al quien su identidad es reconocida y su presencia -impostada o no en la fotografía- parece enviar un claro mensaje: la cultura, en medio del caos más absoluto, es lo que reconduce al orden.


Los libros siempre nos esperan. Mas de una vez nos abstraen de las dificultades que nos aguardan al abandonar la lectura. La cultura ayuda a moderar los nervios, miedos o dudas. La lectura como recurso o terapia para sentirnos mejor no reparará ni el dolor ni el organismo herido pero servirá de recurso terapéutico para los que requieren de algo de seguridad en su vida. A veces los libros dan respuestas, llegan en el momento justo y la más de las veces generan o renuevan dudas. Aquella icónica foto volvió sobre mí como tantas otras veces. Esta vez trajo un mensaje, debo imponer la consistencia de la vida aunque transite una realidad penosa. Debo confiar en un par de libros y varias revistas que gestionen una nueva normalidad en la dura batalla contra el “mal feo” que habita nuestro cuerpo o de los seres más queridos. Debo ayudarle a encontrar un método de tranquilidad, eficaz para la conservación de las ruinas de la existencia...


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