lunes, 9 de noviembre de 2020

Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño


El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio”.

Stendhal (1783 – 1842)


Debe ser el asunto mas complejo de la atención humana. Tal vez lo definamos como un sentimiento a riesgo de no abarcar el sentir de la especie en general, tanto en sus estudios o distinciones teóricas empíricas. Se ha escrito demasiado en su nombre, la poesía y la canción generalmente viven de sus emociones, los sistemas sociales están basados en su vorágine. Culturalmente este sentimiento existente en todos los tiempos y lugares se apoyó en la pasión, erotismo y el romanticismo, esta última sensación en el ojo de mira por las postergaciones y desencuentros emocionales que ha generado. Sigue siendo, tal vez, el motor de la especie. Pero no todos hablamos de lo mismo cuando nos referimos al amor.


Tal vez, alguno ha pasado por la vida sin conocer una dimensión sana de la palabra amor. Otros no creen, otros piensan que se trata de pasión o tensión sexual disfrazada, alguien podrá pensar que se trata de puro éxtasis como así también de agonía, dolor o sufrimiento. Dependiendo la personalidad, el amor puede brindar seguridad, estabilidad, felicidad, ímpetu, idealismo o proyección. También nos puede llenar de inseguridad, dolor, rencor, vulnerabilidad, sufrimiento, desencuentro y violencia. Puede ser encarado como un proyecto para toda la vida como así también encuentros furtivos que no generen proyectos y solo sean atributos del momento. Para muchos se trata de arriesgar para alcanzar sus mieles; para otro será un sentimiento lejano que no justificará una implicancia consagrada. Para todos los casos, se usa la palabra amor.


El amor es el anhelo de salir de uno mismo” definió Charles Baudelaire. El poeta y ensayista francés también lo sentía como “un sentimiento que se parece mucho a la tortura o a una operación quirúrgica” donde “los dos amantes estén muy prendados y muy plenos de deseos recíprocos, uno de los dos estará siempre más sereno, o menos poseído por el otro” y donde “uno es el cirujano o verdugo; el otro es el sujeto, la víctima”. Me gusta más la primera definición, el amor en general es poder salir del prisma de uno mismo, generar empatía con el entorno y cuando se puede, actuar con ese sentimiento sano de apego al prójimo. En ese caso es mejor definirle como entrega o dedicación más que amor, donde el bienestar es una prioridad mayor que tus antojos y esa impresión estará presente siempre en la intimidad del ser personal, representado por el apego. Las otras definiciones del poeta francés presente en sus poemas nos arroja de lleno en el deseo y la posesión. Y al egoísmo donde para muchos el amor queda reducido directa o indirectamente al amor por uno mismo. Como se puede precisar, hay demasiadas y sensaciones para definir una misma palabra.


Se puede definir como sentimiento, estado de ánimo, pasión, privación, afecto, compromiso, búsqueda organizada o desesperada, anhelo, liberación, intensidad, admiración, control o descontrol, atracción, etc. Si bien parte de la concepción de la herencia platónica y socrática, pronunciando al amor entendido como eros, incorporando elementos juánicos o paulinos, entendiendo el amor como un agape, la práctica de la donación abocada siempre a la falta o a la incomplitud. También lo podemos definir como un precepto celestial -el que menos me gusta por la hipocresía de quienes lo pregonan- que es el mandato divino, el mandamiento de la profundidad con un dios. En todo caso, podemos ubicar al amor en un lado claro y un lado oscuro de las emociones, revelando agitaciones de diversos matices como los nombrados.


Apoyándonos en la filosofía o literatura como hasta estas líneas, el alemán Arthur Schopenhauer lo tradujo como una voluntad o fuerza ciega, concibiendo la vida como tragedia y al amor como pasión que va de la mano de la salvaje obstinación del acto sexual, que implica la continuidad de la cadena de la vida, expresada a través del dolor o la tragedia del vivir. A ese acto sexual de los amantes le otorga la contundencia de una traición al hijo que vendrá. La voluntad innata de vivir, de creer, chocará con los impulsos irracionales de la voluntad porque para el filósofo alemán “la vida oscila como un péndulo entre el sufrimiento y el tedio”. Se ama lo que no se tiene y cuando lo conseguimos, somos capaces de relajarnos hasta aburrirnos y solo lo volvemos a amar en el momento que le perdemos o nos lo quitan. Para Baruch Spinoza solo existe la naturaleza que es causa de sí mismo y que el amor es deseo. Es la fuerza en que cada uno se mueve y se conmueve, un deseo que no es falta sino potencia de existir y de actuar. La idea de los filósofos siempre se asocia a aclarar nuestras dudas, pero en el caso del amor, no terminan de responder al interrogante sobre que es ese amor tan remanido.


El deseo, según Zygmunt Bauman, es un impulso de destrucción y muerte. El amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo, por lo que implica el deseo de proteger, nutrir o dar servicio, donde el dominio y el ansia de poder son gemelos. El deseo ansía consumir mientras que el amor ansía poseer. El amor se puede así dividir en deseo, atracción y apego y procede del estrato más oculto del ser humano, de un lugar tan misterioso y enigmático de su profundidad, que no parece propiedad del ser. Es una fuerza irracional que le concierne a sus génesis como por lo que respecta a su destino. Para terminar con la doctrina debemos mencionar el romanticismo como factor de amor pesimista -la necesidad de herir y ser herido- y optimista -amor como felicidad y consumación natural con tendencia a la perfección entre los amantes-.


Lo que llamamos amor está atravesado por la naturaleza del lenguaje y la interpretación de cada ser humano. El amor posee una fabulación histórica que todos alimentamos según nuestra naturaleza, nivel cultural o social, o por experiencias heredadas o adquiridas. El amor no es esencialmente trágico, mágico o intrascendente, como tampoco es esencialmente bello, bueno y armonioso. Lamentablemente o afortunadamente solo vivimos en la realidad de hechos fácticos como también en la región de los significados y aspiraciones. Luchamos por el amor en el imaginario, fascina y enoja que existan tantas interpretaciones y demasiados farsantes que pronuncien en vano su nombre dominados por esa extraña fragilidad de los vínculos humanos, tan preocupados por los riesgos y angustias de vivir juntos y separados, conciliados o enfrentados, seguros o inseguros, dóciles o violentos, deseosos o desvanecidos, profundo o superficial, sincero o fingido, dominados o dominadores, antropoligicamente visualizado en masculino o femenino, todo en un mundo líquido donde el amor y la muerte nos puede sorprender en cualquier momento...


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