domingo, 26 de julio de 2020

Motivos para confesar crímenes en la intimidad


 “Los secretos más grandes se ocultan siempre en los lugares más inverosímiles”.

Roald Dahl, escritor.

 

Si bien nos sentimos seres únicos, cada una de nuestras vidas vienen precedidas por un par de generaciones de antepasados y algunos familiares vivos. Eso no significa que sí o sí nos condicionen en nuestro derrotero particular pero como seres sociables, somos un eslabón en la cadena familiar y social. Pertenecemos a una familia  que generalmente existe antes de que lleguemos al mundo, se mantiene durante nuestra presencia y continuará existiendo después nuestro. Ese marco que nos habita y nos brinda contenidos denominados experiencias o vivencias, a veces nos condiciona u obliga a mantener silencio sobre diversas circunstancias que nos pueda generar traumas o conflictos, y en el peor de los casos, secretos que nos dan entidad familiar a lo largo del tiempo. Tranquilidad a mi familia, escribiré sobre secretos familiares que creo que no me comprenden, a no ser que de tanto secretismo, se hayan olvidado de participarme.

 

Se dice que todas las familias guardan un secreto. Particularmente no lo creo. Pero sí, que todo lo que salga de la norma legal se presta al secreto. Y existen problemas que siguen siendo tabú aunque hoy digamos que las cosas se hablen con más libertad. Y los aspectos dolorosos si se esconden se acaban reprimiendo, archivando el secreto en el inconsciente pensando que es la mejor forma de protección. Si bien no todos los secretos son nocivos ni traumáticos, es en la privacidad donde uno puede hallar remedo para la intimidad esencial del ser humano.  El pudor mantiene nuestros limites más íntimos.

 

La familia es una entidad superior a la suma de sus partes, su interrelación institucional si es inmadura no ha de permitir que ante un conflicto de importancia, cada componente se aparte desarrollando su propia identidad de manera sólida. La totalidad de mi realidad se verá influenciada por la familia, su pasado, estructura, pensamiento consciente, el inconsciente y el vinculo de varias generaciones que tal vez, ni se hayan conocido. En este caso, todos los miembros de una familia conocen el secreto y lo sostienen, aun en el caso que las nuevas generaciones no comprendan la gravedad que llevó a alguno de sus antepasados a convertirle en secreto. Psicológicamente está demostrado que un secreto se puede reproducir a través de las generaciones como si se tratara del secreto de sus vidas. Muchos componentes familiares seguramente hubieran deseado vivir una vida completamente distinta a la que vivieron al sostener una especie de secreto o represión conjunta.

 

Un secreto necesita del engaño en forma permanente así como del recurso de las evasivas para protegerse. Los secretos salen por distintos medios, ya sea por la falta de presencia o distancia emocional que impide resolver los temas del pasado y los conflictos que generen en el presente. Se convierten en campo de cultivo de conductas obsesivas y compulsivas por que lo que un antepasado ha callado, lo que tarde o temprano se tiende a expresar en voces, gestos o actitudes en sus descendientes. Son variadas las formas: accidentes, enfermedades, sueños o pesadillas, lapsus, decisiones importantes, vocaciones, represiones, elecciones de pareja. Se materializan de diversas maneras, destacando el término que acuñó Carl Jung -al tomar de Nietzsche- y denominándolo como “sombra”.

 

La sombra es la parte velada de nosotros que alberga nuestros secretos, el famoso lado oscuro, que se asemeja al concepto de inconsciente formulado por Sigmund Freud. Aquello escondido que determina la vida y los actos de las personas. Según Jung la sombre se puede evidenciar en momentos específicos tales como la elección de la pareja, la llegada del primer hijo con sus proyecciones y en situaciones de violencia. La sombra familiar, por su parte, engloba a todos aquellos sentimientos o hechos que la conciencia de la familia ha considerado amenazador para su propia imagen, por lo que instintivamente lo rechaza, ocultándolo. La sombra es un secreto “repetido” que en el peor de los casos puede arrojar conductas abusivas, elecciones equivocadas o indiferencia de algunos de sus integrantes, abandonando el ámbito familiar.

 

Si bien es un convencionalismo siempre vigente, no debemos insistir en mostrar las mejores ropas para una cara social ideal. Todos guardamos secretos, forman parte de nuestras vidas y relaciones. Seguiremos guardando en secretos pequeños sentimientos de vergüenza propia o ajena que no nos permitimos contarle a nadie o a muy pocos.  La estructura del arte necesita del conflicto irresuelto y la contradicción para seguir movilizándonos a la creación, lectura, pintura o escultura. En el camino de la vida la aspiración será la maduración y el autodescubrimiento para poder afrontar el legado de ese arcón familiar, tantas veces con aspectos sombríos pero otras tantas, luminosos. En mi caso y es de esperar, en el de la mayoría, el legado y afecto recibido por mis padres, familiares y referencias de abuelos a ambos lados del océano me ha permitido no sabotear aspectos importantes de mi vida, aunque todos tengamos flecos que encarar o en saber disimular los que no se logran cambiar… 


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