sábado, 25 de mayo de 2019

Voy a ser tu mayordomo y vos harás el rol de señora bien


"Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido".
Ernest Hemingway

Parece ser época de menos testosterona y mayor sensibilidad. Se les acusa de no interesarles el dinero ni ser ambiciosos en sus posibilidades de progreso, hasta arrojarles un “conformistas” como adjetivo descalificativo. Son cuidadosos pero no adonis con sus cuerpos, son sensibles, leales, buenos compañeros, tienen debilidades manifiestas, sufren emocionalmente ante un desaire o rechazo, y padecen neurosis o histeria. Los machos “beta” reemplazaron hace rato a sus padres o referentes masculinos alfa, pero así todo, parece que no terminan de ser felices, sentirse plenos o intimidados por sus parejas cada vez más “alfas”.


La batalla de los sexos no puede ir orientado hacia lo blanco y negro. Pero siempre encara por dichos carriles. En tiempos de feminismo necesario pero de algunas feministas activistas algo necias, todo hombre se siente en el foco de mira, aunque muchos no respondan a ese estereotipo a modificar. Ellos mismos han adoptado otra actitud con relación a “sus” hombres de los sesenta del siglo pasado. Pero a veces no alcanza. Hay machos idiotas e incurables y machos geniales sin término medio por eso de las variaciones de los sexos. Pero también hay hembras geniales y parecen duplicarse la cantidad de hembras idiotas, como si la reivindicación pasase por ver si se puede ser tan idiota como el macho alfa del tópico.

Políticamente sería correcto escribir sobre el patriarcado y su sometimiento opresivo. Pero este al ser un blog que tiene el lamentable funcionamiento de cuestionar diversos tópicos o tendencias y preguntar por las características visibles de las sociedades contemporáneas, preferí encarar el tema de los “betas” por sobre la de consabida y tan vendida actitud de los “alfas”, los lideres de la manada. El “beta” también está condicionado por esto del patriarcado. Al movernos en todos los ámbitos por encuestas o estadísticas, caemos en la permanente tentación de generalizar comportamientos, actitudes o preferencias. Y vaya por Dios -dicho por un agnóstico- no me siento representado por estos sondeos y a veces me rebelo y lo digo, como en esta entrada. Me siento un hombre de valores, de convicción y carácter, pero totalmente alejado de los tópicos. Y tengo allegados que a pesar de conocerme, se empeñan en seguir su proselitismo a mi lado, levantando el dedo hacia “todos los hombres” que más allá de intimidarme, lo que logra es el hastío y el olvido de que es verdad, que existen machos deplorables. En mi condición de beta, si es que la tengo, me interesan hombres y mujeres por sus cualidades interesantes que me seduzcan y lo que está sucediendo últimamente es que se han equiparado, unos y otras me aburren a la par, no trasmiten intereses ni encantos en conversaciones o actitudes.

El problema parece ser el poder o sus jerarquías. La maternidad ha guardado la mejor relación con el patriarcado, debemos comprender que es un problema de todos. Las libertades que transitaban los hombres están zarandeadas por una evolución constante y vigorosa hacia la igualdad y liberación de la mujer que en el caso de los machistas de turno despierta indignación y rechisteo. Los hombres quieren ser parte de esta evolución y es indudable que necesitan tiempo. En muchos casos, no habrá tiempo posible para modificar una manera de pensar que se caracteriza en no pensar. Pero, en forma también constante e invisible, hay hombres que acompañan con naturalidad y constancia el cambio de arquetipo, pero sin mirar hacia atrás. La idea es que evolucionan ellos y ellas y por ende, los paradigmas.

Me cuesta en estos tiempos saber si debo reír o llorar ante un chiste verde y si debo expresar mi opinión ante aquellas mujeres comprometidas con el movimiento. No se que debería hacer ante el caso de estar en el mercado del flirteo, trato de que la vista no me derive hacia los tópicos femeninos y hasta se suelen sorprender cuando digo que lo primero que me gusta de las mujeres son sus pies y manos, y luego su conversación desenvuelta. En la relación de pareja debo demostrar que estoy a la par y lo que no hago no es porque me escaquee sino que al no interesarme o darle un valor excesivo, no me pongo con énfasis. Entiendo que no se me deba pedir ayuda, sino corresponsabilidad. Un hombre beta no niega el machismo, trata de ayudar a las mujeres de su entorno a modificar la estructura de poder que oprime a ambos. La tendencia muestra que existen mujeres sojuzgadas que aspiran al control despiadado e indiferente de aquellos machos a quienes combaten. Como se siente mal tratada históricamente prefiere ser una mala feminista a no ser nada. Y no oculta que aspira al poder y sus vicios, como si no fuera a modificar nada si accediera al control de las cosas.

El machismo no es conducta sino cultura. El hombre beta pelea por sobrevivir ya que de puertas afuera continúa imperando la ley del más fuerte, a la que no adhiere. Tanto el hombre como la mujer inteligente no deben esconder su inteligencia, carácter o armas de seducción. Deben preocuparse todos aquellos que su supuesta inteligencia se utilice para manipular o para abordar al extremo su afán competitivo y despiadado. Se debe evitar que uno de los miembros de la pareja quiera tener la autoridad en la relación, lo que lleva a choques eternos y al juego de la diferencia. No es verdad que en cuestión del amor, siempre estamos buscando en el lugar equivocado. Nunca me preocupó el segundo plano, y de ser así creo que me consolida en mis valores y actitudes. Busco como en la vida, hacer de cada entrada del blog lo más redonda y perfectible posible, cosa que espero haber logrado, porque aún debo lavar los platos, hacer la cama, las compras y acomodar parte de la casa…

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