miércoles, 20 de julio de 2016

¿Sentiste a los asuntos pendientes volver hasta volverte muy loco?

"La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano".

Aldous Huxley

Se lee e investiga poco y cuando se hace son libros de lectura fácil, del aluvión de la moda, que te permite acallar lo certero que nuestras conciencias saben, que no crecemos. Solamente nos entrará en la cabeza y saldrá algo de información que no cuestiona o pregunta, que no lastima, que no enoja ni preocupa, información de la que no se aprende más que a hablar por hablar, que solo es repetir y que no tiene nada que ver con filosofar.


Y para estar a la moda, luciendo prendas de rebeldía, tintes de indomables, matices de vintage,  sublevados tatuándose el cuerpo entero tal antiguos papiros o cazando pockemones para demostrar lo alternativo e independiente que se es, cuando en realidad -salvando excepciones- sean imitadores de aquellos rebeldes que cuestionaron las corrientes predominantes. Pero esos mecanismos no guardan parangón con las crisis existenciales, ya que toda investigación interna necesita dar respuestas y estas modas solo parecen ser fachada, la imagen de los tiempos que corren.

Sobrevivir intelectualmente a este siglo se ha convertido en un enorme desafío. Ante tantos falsos rebeldes, no se deben tolerar las generalizaciones que han arrinconado a la filosofía y a la visión general que se guarda de la vida. Ante tanta etiqueta publicitaria, y tanto atractivo que genere la imagen de un perdedor, son pocos los consecuentes que se postulan a perder ante la realidad. Ganar es el objetivo, sinónimo de triunfar y enemigo mortal de la derrota. La palabra "postura" ha ido cediendo al equilibrio de las acepciones del diccionario, cada día significa más la cantidad de veces que nos ponemos algo que la actitud o manera de pensar de una persona sobre alguien o algo, y sus consecuencias.
En literatura, un movimiento o escuela es la variedad o animación de estilos que marca las características de una época. Una nueva escuela surge en represalia de la anterior, generalmente. Medioevo, humanismo, renacimiento, barroco, neoclasicismo, romanticismo, realismo,  naturalismo, simbolismo o modernismo, pueden reflejar un rápido tour por las escuelas literarias a través del tiempo, variadas y cambiantes pero siempre con el supuesto objetivo de mantener la literatura como arte y expresión en ayuda del crecimiento del ser humano.

El supuesto fracaso de la rebeldía romántica, llevó a los novelistas y poetas a una observación realista del mundo, allá por la segunda mitad del siglo XIX, inclinándose de esta forma por la exploración de su propia interioridad y a la persecución de la belleza, esta vez por medio de la palabra y no por un ideal que no se podía cumplir. El lenguaje cotidiano se incorporó a la poesía, la inspiración se completa con la inteligencia durante la creación artística, aspectos denominados "sórdidos" como enfermedad o muerte abren el campo temático, donde el tedio y el anonimato ya no asustan. La creación literaria se había ahogado en sus propios límites, generando una revolución dentro del simbolismo: el malditismo o emancipación del arte y la literatura.

La forma extrema del mal significó para una nueva camada de creadores el valor soberano, exigiendo una postura hipermoral -aunque muchos tildaron el malditismo como ausencia de moral- que generaron nuevas formas de transgresiones al alcance de todos. Algunos nombres de esta corriente de poetas malditos fueron Arturo Rimbaud, Paul Verlaine, Charles Baudelaire, Jean Genet, Edgar Allan Poe, Stéphane Mallarmé, Tristan  Corbière, Marceline Desbordes-Valmore y Oscar Wilde, entre otros. Nacidos muchos de ellos de la propia burguesía, se mostraron opuestos a los atavismos y valores de esa sociedad dominante. "Soy bohemio, moderno y me gusta serlo" los llevó a ser incomprendidos de tal modo, que su reconocimiento llegó de manera póstuma, luego de morir jóvenes, en forma solitaria y sólo rodeados de miseria.

Estos "raros" fueron combatidos por la crítica, a través de apologías y fundamentalmente por el descarte. Un artilugio de la palabra -lo que comprueba que la palabra es el mayor encubridor de la historia- los definió como excéntricos, derivándolo de inmediato con un sentido peyorativo. Pero excéntrico en una de sus acepciones parece dar en el clavo con la categorización recibida por los malditistas: "Que esta fuera del centro, o tiene un centro diferente". A partir de definirlos como excéntricos, la sociedad burguesa se las apañó para adjetivarlos como la primera acepción del diccionario: "de carácter raro, extravagante". Quizás ser "raro" sea una necesidad de no ceder a las vanguardias y apartarse de las reglas poéticas convencionales.

De excéntricos pasaron a ser llamados disolutos, marginados, oscuros, apestados, depresivos, perdedores, diabólicos o secretos. Un poeta maldito debía disponer de una buena dosis de fracaso y derrota, matizado con una excelente memoria y retrospectiva, para rebuscar en la basura y claudicar de resentimiento ante lo humano. Deshumanizaron el arte, tratando de hacerlo entendible, aún en el dolor. Son escritores o artistas con talento pero con vida desordenada, con conductas hurañas y hasta violentas, muchos de ellos fueron llevados a prisión por contradecir los atavismos de la sociedad burguesa. Pero se mantuvieron orgullosos hasta último momento de su actitud, a pesar del tedio con que aceptaron la vida.

Emil Cioran, escritor y filósofo rumano, al referirse al malestar que el pensamiento deriva en creación, lo definió con contundencia: "Es el precio que hay que pagar por la maldición de haber nacido". A lo largo del siglo XX muchos autores han recibido la etiqueta de malditos, con la particularidad de ser escritores solitarios, vagabundos y con vidas entregadas a todos los excesos. A partir de los seis primeros escritores a los que Verlaine atribuyó el mote (Villiers, Baudelaire, Valmore, Mallarme, Rimbaud y Corbiere), se generó el abstracto concepto de bohemio, consecuencia o reminiscencia del romanticismo paradójicamente combatido. Y el pasar a ser un ícono pop, un paso no tan largo en el tiempo.

Pero el concepto de poeta maldito cambió definitivamente cuando se lo apropió el rock a partir de la segunda mitad del siglo pasado. El surgimiento de este amplio término que reunió una variedad de géneros musicales se nutrió del culto a toda aquella figura siniestra que trascendió tanto más que su obra.  El malditismo cobijó también a aquellos malditos músicos que nunca grabaron o si grabaron no fueron reproducidos o valorados. Pero las tendencias suicidas o autodestructivas de varios jóvenes que lograron llamativa visibilidad a través del rock, drogas y sexo desenfrenado y mueren en los veintisiete años de edad, los convierte en los herederos más famosos de nuestro tiempo de aquel malditismo u outsiders.

Brian Jones, Jimi Hendrix, Janes Joplin y Jim Morrison murieron en sucesión entre 1969 y 1971 a la edad de veintisiete años. A ellos sumaron lo sucedido con la muerte de Roberto Johnson en 1938 para instalar la cábala. Abuso de drogas, alcohol, accidentes inexplicables e incluso el suicidio más la casualidad de la edad reservaron al mito. Con el tiempo se incorporaron al "club" alrededor de treinta músicos más, de fama diversa. En 1994 el suicidio de Kurt Kobain lo sumó al grupo y reinventó su mística. "El estúpido club", definió su madre al tópico, y destacó que su hijo manifestaba desde joven la aspiración de formar parte de aquellos a los nadie olvida. En 2011 se le "dió la bienvenida" a  Amy Winehouse, la diva del soul, quien en Black to black profetizaba "sólo decimos adiós con las palabras".

Si bien el malditismo fue finalmente asimilado por el sistema y convertido casi en un entretenimiento que envilece aún más a las masas, muchos de esos malditos son el pilar por donde hoy la creación se emociona, aún para aquellas personas -como puedo ser yo- que no se apartan de esas normas convencionales que la sociedad dominante propone. El razonamiento puede ser también dolor, la bohemia no es necesaria atravesarla en toda su definición y hablar por hablar no será filosofar sino al menos, tratar de no dejar de pensar, como lo reflejó otro maldito poeta que fue Jack Kerouac, pionero de la Generación Beat con: La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como los fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas...

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