viernes, 27 de febrero de 2015

Tan solo palabras hay entre los dos




"Cuando uno mira lo malo en los hombres con la esperanza de encontrarlo, seguramente lo encontrará."
Abraham Lincoln

En la versión cinematográfica en 1960 de la novela Pollyanna, la joven actriz Hayley Mills (ganadora de un Oscar infantil por su representación en el film) lucía una cadena con la frase de Abraham Lincoln que arranca esta entrada. Llama la atención la frase porque la película, fiel retrato de la novela, se caracteriza por profundizar lo positivo que cualquier situación encierra. Si algo queda de Pollyanna es que si buscas apasionadamente, se puede encontrar lo bueno que cada persona tiene para ofrecer.

Polyanna es una novela de Eleanor H. Porter, escrita en el año 1913. Con dicha narración, logró escalar al octavo puesto de ventas de ese año. Su éxito fue inmediato. La historia relata la vida de una niña huérfana que es enviada a vivir con su tía Polly. Pollyanna fue educada con optimismo por parte de su padre, que es encarnar la filosofía de encontrar lo bueno de cada situación, con el fin de alegrar su vida y la de todos los que la rodean. Así, a través de las páginas, podremos ir viendo como la pequeña se va ganando el cariño  de todos. La niña de ojos azules, rubia y muy habladora, prefiere plasmar la enseñanza de su padre tal un juego, obligándonos a pensar que si nos damos cuenta que nos cuesta lo mismo estar tristes que alegres, y que si lo logramos, nuestra vida será más entretenida, al privilegiar el lado amable de todas las situaciones.
Y fue tan significativa la obra, que psicológicamente se convirtió en un principio. El principio Pollyanna o Hipótesis Pollyanna, donde la tendencia habitual del ser humano es asignar posibilidades más altas a las alternativas más deseables, y por otro lado, conceder probabilidades menores a las menos apetecibles. La novela recibió halagos y críticas, pero todos coinciden que la actitud positiva del ser humano permite transformar nuestro mundo, al tiempo que mejora el de la gente que nos rodea.
El principio psicológico, también llamado Pollyannaism o sesgo de positividad,  concuerda que no debemos obviar los sucesos negativos, pero que es mejor optar por analizar los componentes positivos de toda materia. En una reacción consciente, tendemos a analizar todo desde la perspectiva negativa. Mientras tanto, en el subconsciente nuestras mentes procuran aguardar una solución positiva a nuestros problemas. Este sesgo define el principio, que se le dio el nombre de una novela, de la que hoy hemos olvidado su existencia.
La literatura no solo inspira a lectores y escritores, sino que ha sido fundamental a científicos o psicólogos. Han dado nombre a trastornos humanos coincidente con características y peculiaridades aplicadas a la literatura. Hipótesis Pollyanna se puede sumar así al síndrome de Dorian Gray, el de Peter Pan, de Otelo, de Madame Bovary, o de Sthendal. Todos estos síndromes se reconocen como literarios, de acuerdo a sus orígenes.
En 1969, los psicólogos sociales Jerry Boucher y Charles Osgood, plantearon la hipótesis Pollyanna. En 1978 el principio fue ampliado por los investigadores Matlin y Stang, ampliando al gesto positivo que la gente sostiene al recordar el pasado. “Todo tiempo pasado fue mejor” es un proceso mental, donde tendemos a recordar experiencias pasadas con más optimismo que en verdad ocurrió. Es decir, que preferimos recuerdos selectivos.
En la actualidad, se han basado en los avances de este principio, para valor la preferencia en el vocabulario de la utilización de palabras positivas. Para dicha investigación se apoyaron en google, twitter, letras de canciones, guiones de cine o libros. Pudieron abarcar el coloso de esta investigación, gracias al poder del 2.0. La acumulación masiva de datos a gran escala, apoyados por algoritmos y máquinas, permitió recopilar más de 100.000 palabras utilizadas en diez idiomas distintos. Luego de seleccionadas, centenares de nativos de cada lengua las puntuaron con una escala del 1 al 9, desde las más negativas a las más positivas. “Muerte” o “violencia” tienden a puntuar bajo, contra la mejor valoración que han sostenido vocablos como “besos” o “felicidad”. En el intermedio, un valor neutral 5 determina palabras como “el” o “pero”. Por cada palabra, cincuenta personas han realizado la evaluación, por lo que optamos a cinco millones de resultados posibles.
Los diez idiomas utilizados fueron el inglés, español, francés, alemán, portugués, chino, coreano, ruso, indonesio y árabe. Los resultados revelaron que la comunicación en español es la más positiva, eso sí, seguida bien de cerca por el portugués y la inglesa. Por el contrario, en chino y ruso pueden ser considerados los menos positivos.
El estudio confirma la vigencia del principio de Pollyanna, vigente desde 1969, y regresa la memoria de una novela de ficción que supera los cien años de existencia. La tendencia a utilizar palabras positivas en la comunicación, permite que palabras tales como “felicidad”, “alegría”, “beso”, “música”, “bien”, “mujeres”, “libertad”, “chiste”, “películas” o “poema”, lideren la experiencia positiva. Para completar, entre las negativas encontramos palabras tales como “odio”, “violencia”, “guerra”, “cáncer”, “robar”, “morir”, “triste”, “corrupción”, “problemas” o “prohibido”.
El estudio no se utilizó sobre comentarios o  palabras de personas que sufran de depresión o ansiedad, ya que suelen a tener un sesgo negativo a cualquier percepción. Pero también existen detractores a este principio. Algunos científicos consideran que es tendencia social valorar positivamente las cosas, por sobre lo negativo. Y de esta manera retomo el estereotipo social que las emociones positivas permiten manifestar, y las emociones consideradas negativas ocultar, de mi entrada anterior. Se llama sesgo de aquiescencia a la tendencia a responder afirmativamente a algo, independientemente al contenido de la pregunta. Los especialistas en encuestas pueden aportar material a este sesgo, ante una tendencia universal de querer manifestar la positividad ante todo. En caso de duda, es preferible considerar la respuesta positiva, la que no nos deje como potenciales negativos, depresivos, o vulgarmente llamados mala onda. Ese concepto desarrollado en la entrada anterior, “la felicidad lo es todo”. De ahí que en encuestas de duración considerada, se busque introducir un equilibrio de elementos positivos y negativos del contenido deseado.
Para terminar con el principio Pollyanna y a sus posteriores confirmaciones, un arista más vincula a la literatura con la presencia de referencias negativas, lo que me devuelve a la ultima conclusión de la entrada anterior, la empatía que la literatura conlleva con las emociones ajenas existentes en el mundo. El informe concluye que el uso de palabras positivas es muy frecuente y sobrepasa a los términos negativos presentes en los clásicos de la literatura universal, tal los casos de Moby Dick, El Quijote, Ulyses, Oliver Twist, Crimen y Castigo, o El conde de Montecristo. Una buena interpretación podría ser que esa “obligación social” que obliga a un fuerte sesgo positivo de sus expresiones, aunque estudios confirmen que los sesgos negativos tienden a ser menos utilizados, pero refieren a más información o profundidad, indispensable en una comunicación literaria.
La mención de esos seis títulos literarios no es arbitraria. Varias de esas novelas pueden estar al frente de un curioso ranking de libros abandonados al promediar su lectura. O ante la duda, ni siquiera encarada. Pero para los que hemos concluido la lectura de estos seis títulos mencionados, podemos precisar que más allá de gustos o de mejores obras unas que otras, uno recurre a la literatura por hastío de la vida y su previsible percepción positiva, que más que positiva, es superficial o trivial.
“No tenemos tantas formas de juntar nuestras ideas o pensamientos negativos, como las que tenemos para las ideas positivas”, sostiene Lewis Mitchell, uno de los coautores del último de los proyectos Pollyanna, suscrito por la Universidad de Vermont. Cabe preguntar si la novela hoy subsistiría. ¿Qué pasaría con Pollyanna si cobrase vida en esta sociedad? ¿Compartiría esos análisis de sesgo positivo sobre el futuro, sin más base que un loable deseo? ¿Podríamos aspirar a continuar un esfuerzo para ver lo bueno que nos rodea?
Como primer ejercicio, tratemos de confirmar en nuestras personas si somos capaces de contrarrestar una palabra negativa con siete positivas. De ser así, estaremos a la altura del estereotipo social. De no resultar posible, no lo diga. Recurra a su mejor sonrisa social, forré con papel madera aquella edición de Fiódor Dostoyevski, que lleva años pendientes de encarar y al finalizar su postergada lectura, intente sacar a la luz la mejor versión de los demás, sean como sean. Y así con cualquier esfuerzo, aunque no se la pongan fácil…

No hay comentarios:

Publicar un comentario