jueves, 5 de junio de 2014

Cashishien


El 2 de junio del año pasado comencé a escribir en este blog. Ha pasado un año, y estoy a las puertas de tener un centenario. Cómo no es motivo de grandes festejos, en verdad ni de tipear la palabra grandes, trato de tomarlo como un día normal. Da la casualidad que esta fecha simbólica toca en un momento de tristeza personal, por algunas pérdidas importantes en mi vida, pero como también gracias a estas dos columnas semanales, he “perdido” la vergüenza, le planteé a una serie de amigos (porque para comentar en este blog, habrá que ser amigo, me imagino) que me ayudaran a hacer la entrada que precede al número 100.
Me contestaron cuatro de los consultados o invitados (sumemos a mi esposa que no necesitó escribirme), y me enviaron sus líneas. La temática era abierta, y yo estoy a punto de poner en orden como si se tratara de una sola historia, lo que ellos me han enviado. De estas cuatro personas, solo dos se conocen entre sí, y seguramente no se han de cruzar en ninguna calle, arteria o psicólogo. Si yo fuera como Casciari y un día se me diera por editar en revistas mitreceenadelante, seguramente serían estos cuatro personajes quienes se encargarían de borrar de google, su participación en este festejo.

Cashishien es el tonto nombre que utilicé para hacer algo distinto, es decir que cuando uno arma un festejo, suele hacer cosas que no hace habitualmente. Cecilia, Mariano, Carla, Marcelo y Fernanda quieran o no, compartirán la autoría de la entrada. Así que si finalmente surgen los comentarios en el blog, sepan condenar a todos, no solo al que carga la pluma de tinta…

CASHISHIEN:

Creo que escribo porque de chico me encantaba leer. Como no podía estar a la altura de Julio Verne, Emilio Salgari o Alejandro Dumas, comencé por acercarme a copiar el estilo de los redactores de la Revista El Gráfico o Sólo Fútbol.
De joven no supe aprovechar mis primeras entrevistas laborales. De haberlo hecho, quizás hoy no estaría escribiendo estas cosas. Y de haberlo hecho, quizás hoy no estaría añorando tener una entrevista de trabajo, donde el que entrevista, muestre -por favor- una cierta dósis de formación, y algo de consideración por estar sentado en esa silla, que debiera ser importante. Dejé pasar un par de oportunidades para vivir del periodismo deportivo.
Comencé a escribir cosas de River Plate. Después me animé con una revista de futbol, que editaba bien temprano los lunes en la impresora de la agencia de publicidad de mi viejo (y de otros tres socios, de uno de los cuales todos se quisieran olvidar), y cuando todos llegaban, tenían en sus escritorios, mi Camino Deportivo.
Tantos años después de no escribir más que correos electrónicos o formularios en extranjería, me puse a escribir este blog, y me enfrento a un año de experiencia como bloggero, carta que no utilizo, porque no creo que sea más que un simple cuatro de copas, o a lo sumo un cinco que sume para el tanto. Y en el mes de los festejos, y seis años después, River Plate hace un parate de su infierno y sale campeón en el torneo argentino. Es decir, que hoy vuelvo sobre mis pasos y vuelvo a escribir sobre el millonario, aunque la culpa esta vez sea de Mariano Di Genova, amigo y escritor.

Gallo querido, felicitaciones. Como también te las ofrece desde lejos o cerca el gran Luis Alberto (por Spinetta, el que no es argento googleelo y saldrá ganando). El que está tocando el Capitán Beto con sus manos pero ahora no con la guitarra, quizás un arpa o un bombo. Precisamente en cashisien podemos decir, no contar el millar, la mole, el alud de gente, hinchas, algunos delincuentes, un vendedor de flores, que celebraban la vuelta olímpica”, inicia su entusiasta saludo mi amigo Mariano. Y eso que es del rojo (Independiente), y espero que a él como a Guido le toque festejar el desahogo, este fin de semana.
“Raúl, también a su manera, pero con la misma euforia hacía girar con sus manos gastadas las ruedas de esa silla que lo contiene hace doce años. Si desde el accidente que le cambió la vida, no la pasión. Corrió mentalmente al lado de Cavenaghi en cada uno de los goles. Le indicó a Ramón cada cambio que debía hacer a lo largo del campeonato. Nadie lo vio, ninguno supo que él estaba ahí presente. Pero como él, los que realmente hacen el trabajo son los desconocidos los que logran las cosas, su voz es una entre diez, mil, millones. Pero es la más importante la que vale por cashisien…”

Es que no hay nada más lindo que festejar un gol o campeonato, querido Mariano. Es ese el momento donde en una tribuna, te podes abrazar con el desconocido, con el supuesto impresentable. Y todos nos sentiremos partícipes de ese estallido, de esa alegría. Por algo, estamos todos como un clan, detrás de ese balón que entra o no, de ese penal que se para o ingresa en la meta, de acelerar esos minutos de descuento para que termine tanto sufrimiento o de intentar detener el tiempo, para alcanzar al menos el empate. Por eso Raúl lo intenta, por eso Raúl forma parte de este nuevo campeonato. Por eso Raúl se aferra, a pesar de sus limitaciones, a ser partícipe del momento. Por eso lo entendemos todos aquellos a los que alguna vez, nos ha cambiado la vida, con mejor o peor suerte, pero no hemos perdido la esencia, nuestras pasiones. Y todos corremos a la par de Cavenaghi, quizás por qué “El gordo”, el número 9, sea por lejos el que menos corra…
Y el saludo de Mariano me recuerda que alguna vez estudié Periodismo Deportivo. Y que la primera vez que di el examen, no quedé entre los elegidos. Era una extraña paradoja, porque era mi gran pasión y sé que me sobraba formación, pero si no me equivoco la pifié en la redacción. Sentado cerca de mí, estaba Marcelo Mórtola, el tipo más inteligente que vi, y eso que en la Plaza me he rodeado de lumbreras. Y él no me habló de River, me recordó también que una pasión se mantiene siempre, de distintas maneras, y hasta se comparte.

Hace tiempo ya, cuando acababa de terminar la Secundaria en el glorioso San Román y arrancaba con el primer año del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, como un verdadero conejillo de Indias con todas las letras y condimentos, recibí una propuesta decente y muy motivante para estudiar Periodismo. Al principio me costó tomar la decisión, pero la noble insistencia de un amigo no cesó, sumada a la innegable vocación que llevo adentro, heredada de mi padre y que me permitió dar los primeros pasos en la primaria con una vieja Lettera 22 y en la secundaria con la Biblioteca, la revista escolar, unos crucigramas y otras yerbas, lograron convencerme de que valía la pena el intento. Y el estudio me llevó al título, con un año de radio a puro pulmón, y un sinfín de relatos, notas, algunos reportajes, hasta mi realidad de blog semanal y futura modestísima página web. Mientras tanto, el ritmo de la habitualidad continúa por sus sendas naturales, dejando al ejercicio del periodismo como algo marginal.” “Es así, en mí, todo lo periodístico huele a hobby, a vocación, a placer de uno mismo, ese que es, por ejemplo, capaz de hacerme escribir a las 2 de la mañana de un sábado (viernes, pasada la medianoche) luego de una semana hábil por demás demandante y que, a su vez, solamente demanda un poco más de descanso. Es un sentimiento que está omnipresente en todo momento de mi vida, compartiendo la cena familiar, charlando con amigos, en una reunión de trabajo, en el gimnasio, viendo a mis hijos jugar al fútbol con otros padres, en alguna fiesta de cumpleaños con conocidos y desconocidos. Y seguramente no cesará porque es una llama viva y vigente, plena y siempre atenta, locuaz y verborrágica. No menor es la búsqueda incesante por tener la primicia, por ser el primero en informar, generar la primera reacción en cadena, ver la consecuencia, entender el feedback y asimilarlo. Eso también forma parte del objetivo primordial. Yo te avisé, parece ser el lema, y además fui el primero en hacerlo. Celebro tener esta pasión diaria, celebro poder comunicar lo que quiero a quienes quiero, celebro poder hacer llegar algún mensaje que genere mil y un sentimientos, que deje algo, que motive un poquito, que marque un punto y aparte… Y por sobre todas las cosas, celebro haber tenido TAMAÑO AMIGO COMO JAVIER MARINA por haberme insistido en estudiar Periodismo.”

Qué responsabilidad, querido Marcelo. No recordaba haber sido yo el que te impulsara a acercarnos a la escuela de periodismo deportivo. Creí que eras vos el irresponsable. Imagino a tu mujer a las puteadas, cuando en la soledad que la noche propone, se escuche tipear sin parar ni mirar las horas ni las consecuencias, para llegar el sábado a compartir tu blog a través de un mail. Yo para evitar las puteadas, escribo bien temprano a la mañana, ya no hay forma de interrumpir el sueño de mi esposa.
Y de Marcelo recuerdo la pasión o vocación que me contaba de su viejo. Es que los viejos son referentes natos. Los míos lo son, como lo han sido en todo momento. Aunque tuviéramos nuestras agarradas. Mi viejo, por ejemplo, no quería que yo estudiara periodismo. El quería que fuera abogado, porque veía que flaqueaba de carácter. Ser abogado me daría cierta soltura que yo necesitaba. Discutimos, me dejó de hablar por unos meses, hasta que superando el absurdo, una noche me senté a la mesa y decididamente claudiqué ante el vasco, así sin más le pregunté sobre cualquier tema, y el tipo capituló sin haberse rendido. Y cuando algunas veces tuve que consultar con un abogado, seguí dándome cuenta que en asuntos legales, mi carácter sigue flaqueando…
Para mis viejos tampoco sería fácil, el nene quiere ser como el gordo Muñoz o como Guillermo Nimo. Qué golpe bajo el de mi viejo, el único argumento para desacreditarme lo daba siempre don Guillermo Nimo, que no era periodista, solo que no flaqueaba su carácter. Pero mis viejos no dudaban, como imagino que no duda mi amiga Cecilia, aunque cada tanto confiese que ser madre es también una pasión desmedida, y que en el camino, debemos barajar y dar nuevas cartas constantemente.

“Reflexiones de una madre desesperada” (vaya con el titular, parecen los titulares de los mails de mi viejo, cuando sutilmente me quiere contar que algo malo ha sucedido)
“Cuando nos convertimos en madres nos transformamos en otra persona, una que no reconocemos, una que jamás imaginamos que seríamos, incluso una que nunca quisimos ser y creímos que jamás seríamos.”
“Y sin embargo no podemos evitarlo. Sin darnos cuenta aparece. Como si siempre hubiera estado allí, acechando, esperando el día para manifestarse.”
“Y una, a los tumbos, sin saber mucho qué hacer ni cómo salir adelante, sin darse cuenta le cede terreno. Hasta que un día nos paramos y vemos en lo que nos convertimos sin saber cómo deshacer algunos de los destrozos que hicimos para darnos cuenta que no puede desandarse el camino, sólo se puede aprender de él. Y a pesar de ello caemos una y otra vez en esos vicios que nos atormentan y que no sabemos cómo salir de ellos.”
“Tal vez, ese monstruo no es más que nuestra propia identidad magnificada, potenciada por hormonas y temores, por la necesidad de sentirnos perfectas y la frustración de ver cuán lejos estamos de serlo.”
“Cada paso, cada decisión, cada palabra tiene una influencia directa en esas criaturas que tanto adoramos y sin embargo fustigamos. Cuánto más exigencias y reclamos que palabras de aliento damos? Lo bueno se da por sentado, el error es necesario marcarlo para mostrar el camino correcto y en ese camino va desapareciendo la seguridad, la autoestima…y a veces parece tarde o poco lo que pueda hacerse para compensar el daño hecho.”
“Hablando de “NOSOTRAS” las madres me escondí (no demasiado bien, por cierto) en una autorreferencia total y absoluta, haciendo uso de este espacio prestado por un amigo para reflexionar y no obtener suficientes conclusiones, para canalizar frustraciones y tal vez transmitirlas a otros. Pero dicen que el primer paso para una recuperación es admitir el problema. En eso estoy…”

¡Querida Cecilia, si yo soy un especialista en transmitir frustraciones!. De proponerlo, creo que nadie podría superarme. Vos lo tenés que saber, si has leído cashi los shien de mis parrafadas. A mí, mi viejo nunca me felicitó por hacer las cosas bien, eso cae de maduro, según él (y hoy yo hago casi lo mismo, con matices). Estamos en la vida para hacer las cosas bien, por eso me recordaba lo malo. Y cuando somos jóvenes, casi siempre hacemos algunas cosas mal. Ya tendremos tiempo para remediarlas. Pero al mismo tiempo que escribo, me acuerdo de algunos adultos amigos míos que ni pasado los cincuenta años, han buscado en el diccionario la palabra remediar.
Aunque me quedo leyendo varias veces el párrafo que menciona que va desapareciendo la seguridad y la autoestima. Es decir que mis viejos me deberían reintegrar el dinero invertido en terapia. Casualmente, después de terminada esta entrada, tengo que ir a un taller de confianza, y resulta que tendría que haber ido mi viejo en mi lugar. Nada Ceci, motivos para ir a terapia siempre habrá, y para mi sos una mujer excelente, y por ende, una buena madre. Y parece que una buena escritora, además.
Y mi amiga Carla me recuerda que todo el rato nos equivocamos, y para peor me manda un texto que yo mismo he escrito en estos cashi shien pensamientos delirantes. Y que viene a cuento para Ceci, y repito, no se conocen, pero parece que los textos empalman.

“Es norma que el hombre se equivoque, no por tener animosidad contra mis semejantes, sino porque al disponer de ese plus que llaman libre albedrio, está garantizado que de la libertad de movimientos se acierta y se erra. La hormiga continúa su eterna lucha contra los elementos construyendo sus hormigueros de la misma forma desde que la hormiga es currante y debe hacer sido eso antes que el mismo hombre se pusiera a trabajar. Sus construcciones parecen ser seguras, perfectas dentro de la naturaleza. Y hacen sus refugios exactamente iguales que las hacían hace millones de años y nosotros, no estamos preparados para eso. Innovamos, transgredimos, nos arriesgamos y en eso consiste el progreso. Y en el progreso está contemplada la equivocación, gracias a la libertad de la que estamos dotados. No es malo equivocarse, lo dijo Pope o Séneca. Lo malo parece la sensación de no saber o querer reconducir el error.”

Entonces sigo equivocado, porqué parece que no voy a abandonar después de la entrada 101. Esta vez escribí más carillas que lo habitual, así que serán aún menos los que me lean. Pero se han de perder la buena pluma de cuatro amigos, que sumado a mi pluma por ser gallina (eso dice mi amiguito Luka, el hijo de esta Carla), casi casi que esta lectura nos guiará hacia una almohada.
Carla me compartió algo que le compartió una amiga y ella siempre lleva consigo, y ahora me lo llevo yo, y la idea de hacer algo conjunto, al menos a mí, bastante me divirtió. Hasta los cashi doshientos…

“No elijas lo conveniente, lo cómodo o lo respetable...
Elije aquello que haga sonar una campana en tu corazón...
Y no pienses en las consecuencias...
Porque solamente los cobardes piensan en ellas...
Que tomes nota de tus sueños...
Porque ellos te indican lo que estás perdiendo en tu realidad...
¿Quién soy yo? Es la única pregunta que vale la pena hacerse...
La existencia no es un problema que hay... que resolver...
es un misterio que hay que vivir...
Que no existe ningún hogar....
salvo que lo encontremos en nosotros mismos...

Que llegaste con las manos vacías y con las manos vacías partirás algún día...”

Por último, la única entrada que planifique festejar con tiempo, coincidió con la muerte de mi tía Chiche, quién por lo buena persona que fue, no se puede haber ido con las manos vacías; estaban repletas del amor de sus seres queridos. Los que están cerca de mí (y mi familia a través del teléfono y del skype), saben lo que sufro desde la tarde del lunes. Es que a mi tía la amaba, pero de ese amor que sale tan fácil que no es necesario pregonarlo, que tener que despedirme a la distancia de algo súbito no me ha dado consuelo. Y Fernanda, que es la que más cerca esta de mi en todo momento, ha sido el quinto beatlle o Stone (de los actuales, me refiero) en esta entrada, me recuerda que me alentó a escribir sobre la esperanza en este cambio de año bloggero. Y creo que la esperanza salió sola en el escrito, ante la duda, infortunio o dolor, primero la esperanza. Porque he logrado con cuatro amigos, mi esposa y el amor hacia mi tía, sofocar los infortunios y cerrar estas ocho carillas con una linda sonrisa en los labios…

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