jueves, 3 de abril de 2014

Azul como el mar azul



Casi nadie visitaba Albuquerque. Los turistas solían pasar de largo por sus caminos. Pero en los últimos tiempos, los visitantes se detienen en esta ciudad en el condado de Bernalillo, en el estado estadounidense de Nueva México. Encaran una ruta temática que es furor; se centran en cuatro o cinco sitios puntuales. La parada obligada es el Octopus Car Wash, un túnel de lavado de coches. Otro lugar emblemático del nuevo recorrido es un local de comidas rápidas de la cadena Twisters, en el 4257 Isleta Blvd. Aquí los visitantes hacen alarde de imaginación y memoria y prefieren llamar al local como “Los pollos Hermanos”. Es que los principales ambientes donde se escenificó la serie Breaking Bad, se han convertido en escenarios de culto. Y ello nos lleva a preguntar los alcances de la ficción en las cabezas de los habitantes de este planeta.


“Cada día recibimos infinidad de amantes de la serie”, explica a una revista un empleado mexicano del lavadero de coches. La mayoría eran estadounidenses, pero con el correr de los meses se acercan latinos, cubanos y hasta brasileños. Todos quieren sacarse la foto de rigor en el mostrador donde te cobraba Walter White el lavado. En la recepción están colgadas fotos de los actores y venden suovenirs de la serie. Los de más salida, unos caramelos de color azul que imitan la forma de los cristales de metanfetamina. La serie finalizó esta temporada, pero los habitantes de Albuquerque notan como los amantes de la tira se resisten a devolver a la ciudad su estado de indolencia habitual. Nadie está dispuesto a que se termine el rodaje de este resplandor.

Panaderos, fabricantes de caramelos, operadores turísticos y hasta los museos The National Museum of Nuclear Science & History (centrado en la era atómica y la energía nuclear) y el The Anderson Abruzzo Albuquerque International Balloom Museum (dedicado a la historia del globo aerostático), han incrementado sus actividades. Desde el casco antiguo de la ciudad parte “The Bad Tour”, un tour que se lleva a cabo en un pintoresco tranvía. En grupos de 34 personas, durante 3 horas y media se visitan 13 localizaciones de la serie en un recorrido de 60 kilómetros. También puedes encarar un tour en bicicletas, el “Biking Bad Tour”. Todo está montado para disfrutar de esta Disneylandia para adultos y de paso descifrar las mentes oscuras, la de los habitantes de la ficción y de su legión de admiradores y seguidores.

Hay un producto para spa que despierta furor. Su propietario comenzó a fabricar sales de baño Bathing Bad, y de este modo está pagando la renovación del edificio que compraron para su negocio. El propietario se preguntó: “¿Qué haría Walter White para pagar las obras? Decidimos que la anfetamina  no era buena para nosotros, porque no somos buenos químicos, sabemos que hace estallar cosas y huele mal (…), así que decidimos que las sales de baño eran una mejor opción”. Y vaya si las obras se pagan con este producto. Se venden en los Estados Unidos y otros 19 países, repartidas en bolsitas de plástico, inspirado en… quién si no, la serie.

Y habrá alguno que a esta altura, se preguntará quién es Walter White. Una persona que puede tomar las peores decisiones de su vida, amparándose inicialmente en una supuesta buena razón. Ese es Walter, un triste profesor de química, que al cumplir los 50 años le detectan un cáncer terminal. En plena crisis existencial, dilapidó una posible carrera de físico (con opciones de Nobel incluidas) para terminar dando clase a alumnos displicentes de instituto y ganando un sobresueldo por las tardes como cajero en un lavadero de coches. El dueño del lavado (aunque con los años Walter será el dueño del túnel para “lavar” el dinero del cristal azul), cuando la actividad arreciaba, le obligaba a agacharse y lavar llantas, cubiertas y tapizados. Walter está casado con Skyler, tienen un hijo discapacitado y ella está nuevamente embarazada, esta vez por descuido. Un cuñado con cargo importante en la DEA lo invita a un procedimiento de detención de un laboratorio de metanfetamina y el reencuentro con un ex alumno (Jesse Pickman) le lleva a elaborar la mejor metanfetamina que se recuerde en territorio americano. Su pureza no disminuye del  96% y su terminado artístico le deja un color azul que lo hace distintivo. De esta manera, planifica dejarle una solidez económica a su familia ante la inminencia de su muerte. Pero las cosas se complican, porque Walter se fascina con este nuevo trabajo, y se convierte en un poderoso narco, buscado sin suerte por su propio cuñado. Durante cinco años presenciamos la transformación de un hombre bueno al hombre malo. Poder, sed de venganza, avaricia y locura se apoderan de Walter, quien para muchos deja de ser Walter para ser ese alter ego que se dice llamar Heisenberg.

Werner Heisenberg recibió el Nobel de Física en 1932. La mayoría lo recuerda por ser el descubridor del principio de incertidumbre que lleva su nombre. El Nobel lo recibió por sus teorías sobre mecánica cuántica. Por sus antecedentes judíos, se consideró enviarlo a un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. La familia materna de Werner era cercana a la familia de Heinrich Himmler, comandante en jefe y ministro de las SS. A través de una carta, lograron salvarle la vida, pero a costa de trabajar años para las investigaciones de energía nuclear de Hitler. Las similitudes con la metamorfosis del personaje de Walter no son coincidencia. Ambos eran profesores que se ven involucrados con personas incorrectas. Ambos padecen el mismo cáncer, variando los desenlaces. A la muerte real de Werner se sucedieron tributos por su carrera. Quizás en la serie, el mejor reconocimiento sea que Walter White, en el último capítulo se enfrente con su último enemigo, unos supremacistas blancos tatuados con esvásticas en toda su anatomía. Además de un lógico corolario para la serie, era una reivindicación histórica en nombre del Heisenberg real.

Tras 62 episodios, la lucha del bien y del mal en Walter la ha terminado de ganar siempre su alter ego, Heinsenberg. Esta lucha interna que se va generando a medida que elabora esta droga azul y aumenta su poder, ha sido avalada por el crecimiento de espectadores. De los 2.8 millones que despidieron el final de la primera parte de la última temporada, a los 10.3 millones que presenciaron en directo el último capítulo en los Estados Unidos, da muestra del espiral de tensión que nos entregó la serie, que ya es esta considerada en el Olimpo de los coleccionistas. Está a la altura de los miticos Tony: Montana (el Scarface de Al Pacino) y Soprano (James Galdolfini de la serie Los Soprano).  Pero dejando de lado el entretenimiento que propone una serie de ficción, nos queda una pregunta que da miedo formular y encarar resolver: ¿Qué modelo de conducta le presentamos a este mundo donde el narcotráfico está tan involucrado en actividades policiales, gubernamentales o urbanísticas? En la serie apoyamos a un protagonista antihéroe, desearemos que no sea atrapado, al final de la última temporada reconoceremos que debe morir más allá de su cáncer, pero sus cambiantes tránsitos del jefe narco al hombre sensible que era, nos hará dudar más de una vez de la suerte que se merezca Walter White.

Para los jóvenes de todas las épocas suele costar comprender lo bueno o malo de ciertos actos. La fama que supo ganar el personaje de Scarface estaba ambientada en otra época, donde el narcotráfico parecía ser el negocio de cuatro o de cinco. Hoy la droga mueve tanto dinero que no sospechamos sus alcances. Presumimos que muchas campañas políticas están avaladas por este dinero que ingresa “limpio o lavado” en el sistema. La especulación inmobiliaria y urbanística cuenta también con estos ingresos. Y los jóvenes de hoy pueden agregar más motivo de confusión hacia sus valores, principios o ideales, si les intentamos demostrar, aunque sea a través de una serie, que cualquier motivo es justificable para actitudes injustificables. El fin no justifica los medios.

Para que no creamos que estamos exagerando al dudar del mensaje de las series o películas de hoy día, veamos lo que analizan consultoras, medios especializados de marketing o management a partir del éxito de la trama. Califican a la serie como uno de los mejores estudios disponibles sobre la dinámica de negocios modernos. Tres factores describen al tímido profesor de química: La ambición de crear un imperio del negocio, su obsesión por la calidad del producto y la capacidad para establecer redes de negocios. También asesoran a empresas sobre cinco estrategias de gestión bien claras en la serie: 1) Tener un buen producto. 2) Ofrecer un servicio flexible al cliente, dando respuestas a las necesidades del consumidor y del mercado. 3) Ser consistentes en nuestro producto, todos compraban el material azul de Heisenberg porque ya nadie dudada de su calidad. 4) Canales de distribución de largo alcance. Por eso Walter debió aliarse para distribuir la droga. 5) Mantener contentos a los empleados. Walter siempre ha planteado una relación de fidelidad con su ex alumno adicto, Jesse Pickman. A pesar de numerosos enfrentamientos, Walter siempre ha protegido a su compañero, hasta reconocer que ambos eran los mejores cocineros de metanfetamina de los estados.

Breaking bad con una dosis increíble de acción, emoción y excelente guión atrapó nuestra atención durante cinco temporadas. La serie se hace “fuerte” reconociéndonos que el más fuerte es aquel que puede pasar la barrera de la formalidad o mediocridad de las buenas intenciones y triunfar en una lucha interna intensa hasta ser cruel y ambicioso en exceso. Mezclado de acciones de ternura, de concepto permanente de que somos familia, de la necesidad de dejar lo mejor para los nuestros, nos acerca bien claro el recorrido de donde está el poder, el dinero, y el poco a poco ir sintiéndote bien y cómodo ante el radical cambio de actitud. Nos muestra una interminable cadena de mandos que alimenta este negocio de la droga. Mientras tanto, cada tanto, vemos en la vida real, como aviones oficiales están envueltos en intercambios internacionales (hagan memoria los argentinos lo que sucedió con el escándalo de valijas con drogas en el aeropuerto de Madrid en el año 2004. Bah, en realidad no sucedió nada, los sospechados políticos siguieron agrandando su fama). Y nos tenemos que preguntar si pueden discernir los habitantes de México, Colombia, Honduras, Argentina, Venezuela, Italia, España o los mismos Estados Unidos, que alternamos la afición por la serie y el derrotero de Walter White y Jesse Pickman con las noticias que cada día son más cotidianas en nuestras vidas reales.

La semana pasada, cuando aun me quedaban por ver los últimos 6 capítulos de la serie que me ha atrapado como pocas (Mad Men, Los Soprano, House o The Wire), me detuve a mirar un documental argentino llamado Rosario, la ciudad del Boom,ciudad del bang. Este documental intentaba dar algo de luz del fenómeno social que se ha generado en la llamada Chicago argentina. En los últimos años ha aumentado a niveles increíbles los homicidios violentos generados por el narcotráfico y la especulación urbanística, la ciudad se ha fragmentado. El documental por momentos te deja herido al comprobar la degradación a la que estamos ya habituados, que a veces dependiendo de nuestra ideología o cercanía política, lleva a unos y otros a relativizar el tema que hace una década que está con nosotros: el narcotráfico. Aquí no encontraremos al genio de Walter y su estricta profesionalidad para mejorar la calidad del producto y su distribución. En Rosario los llaman soldaditos a los que vigilan las calles y a los que cada poco ajustician las distintas bandas. Y me imagino que cada país de los mencionados anteriormente, tendrá su set de acción a pocas calles de su casa.

En los momentos finales de esta historia, Walter entierra en bidones algo más de 80 millones de dólares. Luego en ese mismo pozo desaparecerá el dinero y estarán enterrados algunos personajes importantes de la serie. Walter, en su eterna prolijidad, deja un papel con las coordenadas de GPS. Todo aquel que en cualquiera de los tours organizados en la ciudad donde se inmortalizó la serie, sincronice las siguientes coordenadas: +34º 59´20.00”, -106º 36´52” no se alzará con una millonada. Solo encontrará los ABQ Studios, donde se reprodujeron los interiores de la serie y reciben su homenaje en forma de coordenadas. Si todavía alguien creería que la serie podría arrojar una imagen negativa de la ciudad, ha ocurrido todo lo contrario. Y yo, amante de la serie no termino de comprender si el mensaje es de apología del delito o simplemente un entretenimiento que haga más llevadero la aceptación de la mediocridad o resignación en la que se están cubriendo nuestras sociedades. Es como leer todos los días aquella exquisita novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada…

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