miércoles, 8 de febrero de 2023

La indómita luz se hizo carne en mí

 “Los años buscando en la oscuridad una verdad que uno siente, pero que no puede expresar”.

Albert Einstein.


Es uno de los tópicos mas ridiculizados y utilizados para enfrentar la rutina. Recurso primario, a preguntas necias respuesta manida, pero también obligada. Porque para muchos es sofisticado o intelectual dar una respuesta pensada. La creatividad es uno de los rasgos biológicos que más nos trascienden. A pesar de gozar de tal iniciativa, debemos tantos veces justificar como ha surgido, demostrar si se trata de un hecho organizado o fortuito. ¿De dónde surgen las ideas?, parece ser un interrogante que encierra enorme profundidad. Sólo que puede motivar la mas insulsa de las respuestas o la más elaborada, pero rara vez pueda tener una génesis cierta que cierre tamaña incógnita. Algunas ideas surgen, otras se piensan y muchas no tienen asidero, solo suceden.


El escritor tiene incorporado en su ritual explicar como ha surgido su material de trabajo. De él o ella se espera sofisticación en la respuesta, puro intelecto, profundidad de razonamiento. Todas las grandes obras literarias han perseguido el origen mismo de la creación sublime. Para muchos la pregunta debe ser incontestable pero no pueden reconocerlo. No transmite inteligencia declarar que una idea surgió de la nada, de forma distraída o accidental. No existe una única respuesta pero es de protocolo obligado sofisticar el concepto, lo esencial es que una idea debe surgir de una observación, de una necesidad, de parte de una reflexión. Literariamente se establece un decálogo anodino al explicar la cuadratura circular. Ideas que parecen no tener fuerza, al unir conceptos toman trascendencia. No debería ser necesario explicarlo, parte de la genialidad humana proviene del desconcierto. Nos obligamos a generar magnitud en la explicación, tal vez para no desenmascarar lo obligadamente aburrida que pueda ser un hábito repetitivo.


No siempre se tiene el control sobre lo que surge. Puede suponerse que una idea no surge de nada en especial, pero proviene de nuestra anatomía conceptual. La inspiración no responde a musas, tal vez sea una acumulación de nuestros sentidos que se originan por fuera de la conciencia. Una idea producto de la inspiración tal vez no avise de su arribo, puede ser fruto de un estado emocional o de concentración repentino y tantas veces efímeros. Parte de esa inspiración se queda en una intención y una porción tal vez menor alcance el rango de trascendente. “La poesía viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista” leía Leonard Cohen en su discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias. La creatividad se simboliza en tantas metáforas, la bombilla que se enciende previene que una descarga eléctrica o un filamento que resurge de nuestra conciencia para despertar un desarrollo que ha de ser creativo. Las ideas nuevas no tienen un denominador común pero se supone que surgen de la memoria, de impresiones, de recuerdos o tantas veces por estar atento a prestar atención a un disparador.


La inspiración parece ser un gesto que proviene de la voluntad. Puede llegar por metodología, casualidad, percepción, tenacidad o esfuerzo, tantas veces sorprendiendo su surgimiento por vulnerar o sobrepasar la voluntad de nuestra conciencia o inconsciencia. Envuelta en odas de romanticismo y mitología, la mayor parte de contenido sobre el origen de las ideas estará vinculado a la inspiración y al arribo de las musas. Proliferación de frases hechas parece haber inspirado al ámbito cultural para dar a trascender de que es algo que va a surgir de un esfuerzo y de la contracción suprema de unas capacidades. Puede ser cierto, tal vez no lo sea. Existen casos de talentos que desarrollan ideas sin necesidad de mecanismos ni método. Como con todo, no se puede generalizar. Ni es etéreo ni es una almacén de viejas ideas a la espera de reciclar una nueva. Un buen observador se destaca por observar, reflexionar o recolectar emociones o vivencias. No se necesita estar alejado de la realidad para inspirarse, tampoco una contracción cerrada. Observar periféricamente puede captar la atención y es verdad que no se necesita mucho, un gesto, actitud o dos simples frases que se hilvanan propician el nacimiento o recuperación de una idea. Y a veces, conviene recordar aquella frase de Oscar Wilde: "El talentoso toma prestado, pero el genio roba".


Tantas veces lo importante no está en las respuestas sino en las preguntas. Toda actividad se mueve entre conceptos. Las ideas aparecen en tiempos y niveles diferentes, sin estar entrelazadas y a veces, sin encontrar explicación, una idea enlaza a otra. La transformación de las ideas suele ser mas lento que la transformación en la realidad, como que debe macerar, tomar forma, responder a una lógica o tantas veces derrapar en direcciones opuestas a la que se tenía en mente. Las ideas, bienvenidas sean, pueden brotar de nuestra mente o de la confluencia y confrontación de conceptos, preguntas sobre conceptos de la vida o búsqueda de sentidos. Esas pequeñas gemas que nos trascienden y destacan tomando vida propia no importa de donde surge ni que tan aceitado se tenga una rutina. La imaginación es una impronta personal dentro de un colectivo humano. Todos podemos tener ingenio pero no todos serán ingeniosos. Por eso nos seguimos sorprendiendo cuando uno escriba tan fácil sobre cosas que cualquiera pueda plantearse. Esa inspiración es la que nos llenará de sentido, nos obligará a releer nuestro escrito, a reconocer que su desarrollo tal vez se haya distanciado de la génesis pero que en el fondo, una vez liberada esa idea, deja de pertenecer y pasa a formar parte del buscador de nuevas ideas inspiradoras...

 




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