viernes, 9 de abril de 2021

En la zona de promesas

La persona envejece en su relación con el tiempo, con el propio cuerpo, con la sociedad, con la civilización y finalmente, con la muerte”.

Jean Améry, ensayista austríaco (1912-1978)


La educación o formación para toda la vida es un concepto que se defiende para que todo ser humano tenga la posibilidad de desarrollar permanentemente nuevas capacidades o reafirmar las vigentes, ante la velocidad de cambio exponencial en el modelo de negocios y las comunicaciones, con su capacidad de adaptación. En muchos casos, la sociedad se empecina en hablar con la boca grande sobre la inclusión pero mutila sin causas la todavía posible proyección de ciertos segmentos de edad de la población, amparándose en un concepto erróneo de velocidad que nos sobrepasa hasta el extremo de dudar sobre nuestra vocación o capacidad. Cada vez resulta más claro el reconocer que un porcentaje menor de los jóvenes que terminan sus estudios iniciales, tengan en claro su vocación y profesión. Las segundas o terceras oportunidades -de escoger carrera, curso o formación- son cada vez más manifiestas, notorias y necesarias para la mayoría.


Existe una realidad visible con la que debemos convivir: el mercado laboral. No es fácil el paso siguiente al finalizar la capacitación y no lo es tanto por que haya o no demanda, sino por los parámetros con lo cual parte de un empresariado le da la espalda a esa formación de por vida, sólo buscando a un segmento joven para reclutar y condicionar con demasiadas exigencias, a no ser que reciban estímulos económicos de parte de las administraciones para contratar a personas con discapacidad o mayoría de 45 años. Entre los cantos de sirena sobre una nueva valoración de las capacidades, se nubla parte del horizonte al tener que confrontar con una sociedad subsidiada que se muestra cómoda en perpetuar esa base conformista. La rebelión no puede pasar de escaramuzas, es difícil voltear a tamaño bestia.


Es decir, que la sociedad aún no está dispuesta a ejercitar los nuevos paradigmas. En aguas confusas que oscilan entre nuevas legislaciones conjugadas con la interpretación ventajosa que pueda obtener los contratantes navegan las capacidades de millones de ciudadanos que ven que el listón de exigencias supera la capacidad de reconocimiento (remuneración, horarios y condiciones de trabajo tan normal como ofrecerte un escritorio o línea de teléfono) de parte del empresariado de turno. Entonces, más allá de la imperiosa necesidad de generar un sustento, se está registrando una tendencia que permita una tercera juventud del ser humano, al quedar muy claro que muchas personas florecen tarde. No debemos confundir con esa eterna adolescencia tardía que vemos a diario. La tercera juventud lo que permite es encontrarse finalmente con sí mismo y con esas capacidades que no se pudieron detectar en su momento. La vida da muchas vueltas y muchos aspectos inciden sobre nuestra trayectoria, acostumbrándonos a convivir con otro tópico de verdad existente que arroja a la “crisis de la mediana edad”, momento tardío donde nos solemos desencantar de la naturaleza humana obligada a adquirir en esos momentos juveniles donde, seguramente, no se tenía nada claro hacia donde rumbear.


Para aprovechar esas segundas o terceras juventudes no nos queda más remedio que prestar atención, escucharnos y conocernos. De esa exploración sale el descubrimiento y ante todo, debemos aclarar que desarrollar nuestras capacidades no siempre se debe vincular con tener éxito. Se trata de descubrir quien eres para quererte y valorarte, y para que lo que los años acumulados de vivencias -llamado experiencia- nos permita adquirir más y más vitalidad. Estamos obligados a ser comerciales de nuestras capacidades, las desarrollamos no para desarrollar una vida útil de significado, sino para poder “vendernos” cada día para seguir viviendo o mal viviendo del capitalismo. El concepto de tercera juventud se liga a un concepto americano, muy en boga, que es el de “late bloomers”, que trata de anteponer una exploración innovadora de uno mismo y de su propio ritmo ante una cultura desquiciada por las ansias del éxito temprano a costa de nuestra infelicidad al corto plazo.


En estos tiempos de revolución tecnológica observamos azorados como jóvenes con menos de veinticinco años se convierten en estrellas o millonarios al desarrollar tempranamente su idea en forma de emprendimiento o startup y desarrollarlo de manera rauda como una actividad exitosa revertida en negocio millonario, así a los llamados “outliers”. Se plantea el dilema de la paciencia ante la necesidad de un éxito temprano. En el caso de las flores tardías -los late bloomers- esa nueva juventud se sustenta en el mover hacer nuevas cosas aceptando las limitaciones y nuevas capacidades que nunca antes se explotaron y en un momento dado, generaron un nuevo paso de la vida.

No se trata de promover el conformismo. Tampoco permitir a los muy competitivos que frustren a las nuevas generaciones con los cantos de sirena de jóvenes mas representativos del éxito comercial en los mercados. Nos han obligado a creer que si no triunfamos es por nuestra culpa o por no haber dado todo lo que se necesitaba. Ya lo decía el matemático Blaise Pascal que “el hombre no soporta el presente” por lo que está condenado a la permanente decepción.


Los sentimientos de frustración y resignación que se viven desde edades tempranas están mas vinculados a esa exigencia plagada de referencias y expectativas externas que al sapiente consejo de conformarte con tus velocidades y necesidades interiores. Los jóvenes se plantan ante el inminente fracaso con una llamativa intolerancia a la frustración. Recordemos que todos tenemos capacidades para desarrollar, aunque se desarrollen en diferentes formas y diferentes ritmos. Confiemos en una “educación para toda la vida”, encomendándonos a sostener en una existencia cada vez más larga -por el avance de la expectativa de vida- y con la necesaria búsqueda de nuevas y permanentes pasiones personales, para vencer la perversa mecánica social del discurso del éxito..

 


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