jueves, 24 de diciembre de 2020

Y no escucharás mas palabras lascivas

Las palabras están ahí para explicar el significado de las cosas, de manera que el que las escucha, entiende dicho significado”.

Aldous Huxley (1894-1963)


Dentro de una lengua, fluyen sus palabras. La sensación de que se encogen los vocabularios parece sincera. Tal vez se contrae por gracia de las limitaciones de los hablantes. Cada vez se nos cierra mas el universo de las palabras, no se es conciso porque se adquiere la sabiduría de la precisión sino porque nos cuesta hilvanar más que palabras guturales. La palabra es el máximo contenedor de significados; su ausencia habla ciertamente de la falta de significado que tienen los nuevos razonamientos. La palabra es el pasaporte para comunicar el conocimiento y dar voz a lo que somos. Y nos estamos pareciendo a seres algo limitados.


Pero la palabra continua fluyendo, el vocabulario trata de crecer. No solemos reflexionar sobre la historia de nuestras palabras, muchas de ellas aparecen en nuestro vocabulario luego de un tiempo que tal vez hace ruido pero se va abriendo paso. Para todo aquel que ha vivido en dos países distintos de habla hispana -mi caso- es sorprendente ver como poco a poco vamos dando paso a los modismos del nuevo lugar y en mi caso, creo que enriqueció mi habla. Para otros, esta terminología del tal y cual tan inexpresiva pero que deja inconclusa la expresión es el único comodín que disponen para dar el cierre a su jerga. O mismo el tan usado “ya te contaré” que al final sirve para decorar un suspenso de algo que nunca se le ha de contar a nadie. Pero a pesar de lo áspero del hablar de gran parte de la masa, las palabras fluyen y cada año nos encontramos con nuevos significados y vocablos que se abren paso.


Si alguien no considera al 2020 como un año increíble en todos los sentidos, incluido la semántica, es porque solo ha estado confinado sin contacto ciudadano. Aprendimos a que ante el arribo de un malestar que se asocia con la pandemia soportada, sobrevendrá la PCR y ya nos parece familiar. Procede de Polymerase Chain Reaction, pero eso en realidad no dice nada, sus siglas nos alertan que es una técnica utilizada para indicar gérmenes microscopios en pequeños fragmentos de ADN. Y que si te da positivo, te toca cuarentena. Esta palabra es antigua, siempre de la mano de las plagas bíblicas pero en este año 2020 tuvo un organigrama definido, de “aislamiento preventivo sometido durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales”. Ha conocido diversidad de duraciones, en este año que se despide hemos popularizado la restricción de movimiento en casi todas las ciudades.


Nadie desconoce el uso del Zoom, si hasta parece parte fundamental de nuestra vida. Esta aplicación nos ha permitido evolucionar del selfie vanidoso a una conferencia en movimiento, donde nuestro aspecto personal era detectado en abandono o plenitud como así también el decorado de nuestras casas y la calidad de nuestras paredes o bibliotecas. Hemos tirado del zoom para conectarnos, reunirnos, trabajado y hemos llegado al extremo de romper con las parejas facilitando la irrupción de la palabra “zumping” lo que no habla bien del que decidió cortar a través de este método. El confinamiento puede ser la excusa perfecta, la alerta sanitaria nos obligó a evitar llantos, gritos, reproches y mucosidades a menos de metro y medio, por lo que romper pegados a la aplicación hasta se pudo considerar como sano, dentro de lo que no fluye entre tantas olas y mutaciones. Si tampoco pudimos bailar pegados, tuvimos la opción del Covideo Party para bailar de lejos; y aquel que extraño al monologuista o exhibicionista, y al humor bastante tonto aunque le llamen fricky -solo algunos han estado muy bien logrados- hemos conocido la palabra tik tok para los videos cortos.


Como hemos estado todo el tiempo en casa, confinados, dependiendo de la tecnología nos hemos permitido acuñar el vocablo “Trolear” para desenmascarar al que entorpece una conversación o se descuelga con mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar. El viejo y nunca ponderado sustantivo troll ya tiene un derivado. La rapidez con la que suceden los avances tecnológicos nos puso de lleno en el armado de frases repletas de siglas, tal como: “si tienes ADSL, envíame el PDF con las FAQ a las PDA para leerlo en la TIC”. La frase se utiliza más de lo que se cree, lamentablemente no es lenguaje encriptado, otra palabra que tomo fuerza este año.


Ya nos estábamos acostumbrando que un gerente apenas es un CEO que no planifica sino que nos transmite su planning. Pero a partir de marzo temimos al ERTE (Expediente de regulación temporaria de empleo) que en realidad era mejor que el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) y nos obligó a distraernos de la necesidad de una OPA ya sea obligatoria u hostil. Al haber un gran espectro de opciones, era indudable que deberíamos amoldarnos a la palabra fluido y el trabajo del monotributista se puede llenar de glamour si se trabaja solo porque su tarjeta personal permitirá que se presente como “Solopreneur”. Esto último ya no es una delicatessen, es exclusivamente un Hiperluxe. Por mucho lujo que acompañe nuestras nuevas palabras, no somos nada si no vamos acompañados de nuestro completo EPI (Equipo de Protección individual) liderado por toallitas, guantes de usar y tirar, el gel hidroalcoholico e indudablemente el tipo de mascarilla esencial, ya sea quirúrgica, autofiltrante FFRR, desechable FFP2 RESPAIR. Los cubregafas, por suerte, han sido opcionales, pero es verdad que a los que nos apasiona leer, nunca hemos tenido tan turbias o empañadas nuestras lecturas.


Vivimos en una desescalada permanente que a duras penas nos confina perimetralmente. Durante estos nueves meses de pandemia ya tenemos a los coronials -bebés que vinieron al mundo en plena pandemia- sin saber aún si tendrán mejor destino que un Milleniam o Centennials. Hemos pasado del aplauso obligado de las 8 de la tarde al insulto cerrado al médico que volvía a su bloque y podría contagiar a sus vecinos, comportándonos como verdaderos covidiotas en nuestros balconazis. Nos llenamos de Fake news a un extremo ácido de consumir Doomscrolling. Nos transportamos a recitales por streaming, escuchamos conferencias on line al nuevo modo de webinars, dimos exámenes donde no sabíamos si en verdad nos podrían ver copiando, y nos estimularon a ser un sales lead o prospecto, sin asustarnos que en realidad se tratara de ser el cliente de toda la vida, aunque ahora buscando covidprecios en los mejores covidarticulos. En el mientras, si nos mandábamos una cagada, el meme de los bailarines del ataúd nos recordaba que transitábamos la cuerda floja de este annus horribilis.


Esta enfermedad zoonótica nos obligó a estar mucho tiempo en casa, de ahí que explotaron los grupos de wasaps y nos tuvieron que indicar que un video o una foto era reenviada en muchas ocasiones, alertándonos del riesgo de un colapso tecnológico. Hemos encubado la fiebre por generar más grupos de wasaps para poder mandar al mismo tiempo el mismo tik tok a todos los grupos, cantamos resistiré mientras nos consumía la ansiedad que ni el amasado del diario pan casero con nueces o chocolate nos aplacaba mientras intentamos conocer el paradero del paciente cero. El pan nos ha salido horrible pero nos hemos convertido en especialistas en vacunas y hasta que no llegaron las multas tuvimos lucidez inmadura para evitar la mascarilla gracias al cigarrillo eterno, el fiel Chupa Chus o la botellita de agua.


Y esta entrada ya se parece a un hilo, claro está, vinculado a la nueva acepción de una cadena de mensajes publicados sobre un mismo asunto. No nos estamos deteniendo a pensar cual es el recorrido ni cuales los significados de las palabras que hemos hecho habituales sin saber su significado. Se trata de tener controlado el vector viral, el vector de contagio o el vector del brote. Evitamos los gritos por el temor al efecto de los aerosoles que nos genere el COVID y nos convierta en un triste emoji o emoticono que en el mejor de los casos se quede sin gusto u olfato para reconocer un bulo. Entre el susto y el enojo que nos persigue, todos son sospechosos de ser fascistoides. Ya nadie sabe si tiene errores de ortografía o fallas sintácticas, se vive muy al día, a lo sumo por unas horas somos trending topics para estar la mayor parte del tiempo calculando la difícil distancia social que nos ha puesto en este estado de emergencia que nos obliga a pensar que hoy lo mas tranquilo es estar en covidmodo durante esta eterna cuarenpena….


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