viernes, 14 de agosto de 2020

Fui matando esa pasión sin parpadear

 

“Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan”.

Jean Jacques Rousseau

 

No es usual el observar a un animal envuelto en delirios de omnipotencia o de erotomanía, aunque es verdad que poseen comportamientos innatos o programados en sus genes, tal el cortejo, la cría y el buscar alimentos. Aunque durante siglos se sostuvo que los animales eran autómatas, seres sin sentimientos y no capaces de manifestar dolor o necesidades, entre algunas conductas de determinadas especies podemos llegar a observar un instinto suicida u homicida. En esas conductas se contradice que es el ser humano el único capaz de tener pensamiento abstracto aunque se sospeche que una actitud suicida de una especie responda a un mero instinto y no a una plena conciencia de lo que están haciendo. En lo referente a las pasiones, es un sentimiento que no podemos confundir, precisamente, con los sentimientos; y a pesar de las diversas opiniones y de la literatura poética existente, tantas veces la pasión es el sentimiento que precede a la perdición.


Debemos distinguir el matiz de cada palabra: una lectura puede ser apasionante y un crimen, pasional. La pasión parece ser más ambigua, abarcando desde aspectos muy delicados hasta una crueldad extrema. Nuestras pasiones llevadas a un extremo desordenado o compulsivo se convertirán seguramente en un peligro al poner en riesgo el contexto, además de perder la propia voluntad. El apasionado, por otro lado, mantendrá el control basado en tres premisas: equilibrio -fundamental-, la búsqueda de la excelencia y el éxito de ser consistentes. Una pasión es una idea fija que debe contemplar la posibilidad de que se pueda estar apasionadamente equivocado. La razón no tiene porque ser pasional, es importante que sea una pasión por saber y comprender la realidad.

 

Una pasión no razonada es a corto plazo, un padecimiento. Esas corrientes pasionales que provienen de la profundidad del cuerpo -corazón, vísceras- marcan el temperamento a través de la ira, frenesí, dolor, desesperación o cólera. Es allí donde la razón no logra hacerse con el dominio del ánimo, primando el deseo sin conciencia. Las pasiones arrastran al yo al igual que el pensamiento sin medida por lo que ambas palabras -pasión o emoción- suelen confundirse en la voluntad humana. Si el estado emocional aumenta aparecen los excesos y lo que es peor, se mantienen en el tiempo, bloqueando y desquiciando a la persona.

 

La emoción se refiere al presente, la pasión se traslada persistentemente al futuro. Una emoción por impetuosa o irreflexible que sea no debe considerarse como una valoración negativa. Lo que se debe contemplar es si nos domina o no. El problema hoy, además de confundir semánticamente los significados, es que son pocos los que aplacan el sentimiento para que no llegue a ser pasional o irreflexivo, saltando caprichosamente de una emoción a otra sin saber reposar una educación sentimental. La falta de paciencia y de raciocinio en general de la sociedad, actuando por mero impulso, nos acerca a esa conducta nacionalista efervescente que en nombre de la “pasión” llama enemigo a aquel que no se sume a los tantas veces falaces sentimientos personales y no comunitarios.

 

Si uno se pregunta porque resurgen con fuerza los nacionalismos, la respuesta estará en la falta de razonamiento en general, ya que la pasión desenfrenada trata de confundir al que piensa con criterio propio pero distinto al de un interlocutor que se define como pueblo o grupo social; en realidad te obligan a pensar que no es producto de “su” pensamiento sino de algún otro enemigo indeterminado, sin identidad y manipulador, cuando en realidad es al revés, tratándose de una elevación del “yo absoluto” como valor supremo de una identidad supuestamente nacional. Gran parte de esos idearios no se sostienen por la aflicción sino que intentan fortalecerlo con un victimismo traumático que abarque a los individuos y a los colectivos. Será motivo de una pronta entrada ese sentimiento que se puede definir como la dictadura de la nostalgia. La intransigencia es un sentimiento cada vez más cercano, nada sutil aunque crean que te adoctrinen sutilmente.

 

Tenemos el convencimiento que sin pasión no se puede hacer nada grandioso en el mundo. La pasión es el movimiento necesario para darle movimiento a nuestras intenciones para lograr un destino parcial o final. Pero las pasiones no tienen por qué ser ciegas ni irracionales. Debemos ser un necesario cruce de razonamientos y pasiones. Las emociones no pueden ser tomadas como un derecho irrefrenable, conviene considerar que más que apasionados es mejor ser apasionantes. Y de estos últimos, andamos escasos de referencias…


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