"¿Qué es una obra de
arte?" "Es llegar a decir algo que nunca ha sido dicho".
Milán Kundera
Un primer plano del sexo de una
mujer provoca una sensación incómoda, dubitativa, erótica, colmada de sonrisas
nerviosas o tontas, hasta lascivas. De haber inculcado la difusión de esta
imagen en los colegios desde pequeños y adolescentes, parte del misterio y la
diferencia debería estar resuelto, se debería observar como la normalidad misma.
Una entrepierna femenina ha sido definida como controvertida y el lienzo, debió
ser escondido en más de una oportunidad. "El origen del mundo" de
Gustave Courbet pensó en esta obra como la manera más sencilla de expresar el
mundo.
No es una obra al uso, ya que ocupó
un lugar de trascendencia en el arte occidental, porque supo representar sin
medias tintas, el sexo de una mujer, simbología extraña que aunque suene absurdo,
provoca miedo y diversas sensaciones, algunas de ellas perversas. En su momento
fue determinado por varios como una provocación y hasta como un objeto
pornográfico. La abundancia y diversidad de las críticas a lo largo del tiempo,
solo confirma el interés o culto que ha suscitado el cuadro de Courbet, en las
distintas sociedades. Aunque surjan nuevos detractores, nadie duda que es una
pieza única.
Y si lo analizamos con naturalidad,
la vagina es el centro, el núcleo, la matriz o el punto de partida de cualquier
vida y no de las diferencias que luego sobrevienen. La vagina es el vínculo más
inmediato con la naturaleza, la vagina es vida. Pero tendemos a esconderla, a
mostrarla como pecaminosa, y en momentos fundamentales del desarrollo humano,
luce como un objeto de deseo casi maldito, ya que impulsos indescifrables
obligan a muchos a solo querer poseerla, sin más justificación que una pulsión
animal, bárbara. Es increíble, pero a pesar de polemizar o conjeturar, seguimos
siendo habitantes de tribus primogénitas con instinto de caza o de depredación.
Lo más natural, y sano podría ser dejar de esconder el sexo o seguir
considerándolo prohibido.
La exposición de los sexos suele generar
un pudor asociado con una violencia llamada apuro. No estamos preparados para
sincerar que somos una cultura negadora del cuerpo, y que las pasiones son
impulsos que tantas veces nos sorprenden a nosotros mismos. La vagina es
sinónimo de vida, pero las pulsiones incontrolables se olvidan de que es vida y
son capaces de mancillar o destrozar ese centro o núcleo. Nuestro sexo no es
mala palabra, no es pornográfico ni retorcido. No vivimos en pecado por
disfrutar y compartir una vida plena sexual. Por eso, "El origen del
mundo" sólo debería representar el sentido más íntimo de nuestra
existencia.
Y el lienzo es apenas una pintura,
una polémica representación artística. Pero esa actitud relajada o reposada en el cuadro a
muchos le sienta como una imagen agresiva. ¿La hemos mirado con detenimiento?
¿Qué es lo que agrede? Seguramente a una retórica moral que se apodera del
objeto, de ese núcleo, de ese órgano. La grandeza de la obra de Courbet quizás
se deba a una clara exposición a manera de enfrentamiento ante una hipocresía
imperante y cómoda de la especie humana, que prefiere eternizar la culpa y la
represión antes que asumir la naturalidad de la vida humana.
Si observamos el lienzo en el Museo
de Orsay, debemos encarar la tarea de analizar el "origen" sin
sentirnos nosotros mismos con el sobresalto de considerarnos
"mirones" o voyeristas. Debemos superar también ese mirada histórica
tan arraigada en la cultura que es la de sentir pudor o vergüenza. Courbet
(1819-1877) fue considerado el padre del realismo, al tiempo que representó una
energía creativa que, fue controvertida. A la distancia, creaciones como las
del pintor francés se pueden asociar a trabajos literarios de Baudelaire,
Flaubert, Maupassant o Balzac, todas fuerzas realistas que aceleraron cambios
de época. Lo que pinta o retrata Courbet en "El origen del mundo", es
la verdad pura que genera una controversia y permite suponer que sobrepasa la
noción del realismo, que era enfrentar con arte a un anti academicismo,
vinculado a la crudeza y a su definir de obscenidad.
¿Es repulsivo lo deseado? ¿Nos
perturba el deseo? "El origen del mundo", pintado en 1866, fue
considerada una provocación por la sociedad mezquina de esa época. Pero,
nuestra sociedad de hoy ¿es menos mezquina? Da la sensación que seguimos idealizando
la sexualidad pero el componente imaginativo alimenta o estimula más que la
confrontación práctica. Al observar este cuadro, puede existir el interés
plástico que presenta una obra de arte, pero también convive un esfuerzo cruel
que es detener la libido y la imaginación excitada que convierten un cuerpo
femenino en un objeto de deseo.
Los fuertes muslos extendidos, la
posición de las piernas, los senos insinuados escondidos tras la prenda blanca,
el vientre abierto de una mujer sin rostro, el vello púbico exuberante y la
raya vaginal en un plano demasiado directo o primerísimo primer plano han
conformado esta Gioconda venérea, que trasciende públicamente un espacio que
intentamos mantener oculto, para adorar casi en secreto, y muchas veces
enfermizo. Seguimos considerando el sexo humano como una actividad creativa que
puede ser destructiva en algún momento. Pero el sexo expuesto en el lienzo nos
quiere recordar que no debemos considerar destructivo a aquello donde la vida
se materializa. Las mujeres son las que dan la vida, por eso son el origen del
mundo.
Aún hoy este cuadro puede ser objeto
de censura. Al preparar la foto que acompaña mis entradas, tuve que disimular
la imagen modificando la esencia de lo que quería mostrar. De no hacerlo, y al difundirlo
al "desnudo"-valga el juego de palabras - en Facebook -por ejemplo-
corría el riesgo de que suspendieran mi cuenta por publicar un contenido
impúdico o molesto a la sensibilidad de la gente. Es controversial observar los
genitales tanto masculinos como femeninos. No llegamos a ponernos de acuerdo si
esa incomodidad nos es cómoda, y de este modo no terminamos de encarar las
diferencias entre los géneros, diferencias que preocupan o degradan. Algún
contemporáneo de Courbet se animó, con ironía a clasificar de espléndido el
cuadro en cuestión: "salvo por algunos errores desafortunados; parece que
al pintor se le olvidó incluir los pies, las piernas, los muslos, el estómago,
el pecho, las manos, los brazos, los hombros, el cuello y la cabeza". En
esta perfecta síntesis queda reflejada la pintura concreta del desnudo femenino,
y el desnudo cultural de la humanidad toda. El origen, el argumento, el
problema que se sostiene eternamente en el mismo núcleo existencial...
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