sábado, 29 de octubre de 2016

Mas se pide y se vive

"¿Qué es una obra de arte?" "Es llegar a decir algo que nunca ha sido dicho".
Milán Kundera

Un primer plano del sexo de una mujer provoca una sensación incómoda, dubitativa, erótica, colmada de sonrisas nerviosas o tontas, hasta lascivas. De haber inculcado la difusión de esta imagen en los colegios desde pequeños y adolescentes, parte del misterio y la diferencia debería estar resuelto, se debería observar como la normalidad misma. Una entrepierna femenina ha sido definida como controvertida y el lienzo, debió ser escondido en más de una oportunidad. "El origen del mundo" de Gustave Courbet pensó en esta obra como la manera más sencilla de expresar el mundo.


No es una obra al uso, ya que ocupó un lugar de trascendencia en el arte occidental, porque supo representar sin medias tintas, el sexo de una mujer, simbología extraña que aunque suene absurdo, provoca miedo y diversas sensaciones, algunas de ellas perversas. En su momento fue determinado por varios como una provocación y hasta como un objeto pornográfico. La abundancia y diversidad de las críticas a lo largo del tiempo, solo confirma el interés o culto que ha suscitado el cuadro de Courbet, en las distintas sociedades. Aunque surjan nuevos detractores, nadie duda que es una pieza única.


Y si lo analizamos con naturalidad, la vagina es el centro, el núcleo, la matriz o el punto de partida de cualquier vida y no de las diferencias que luego sobrevienen. La vagina es el vínculo más inmediato con la naturaleza, la vagina es vida. Pero tendemos a esconderla, a mostrarla como pecaminosa, y en momentos fundamentales del desarrollo humano, luce como un objeto de deseo casi maldito, ya que impulsos indescifrables obligan a muchos a solo querer poseerla, sin más justificación que una pulsión animal, bárbara. Es increíble, pero a pesar de polemizar o conjeturar, seguimos siendo habitantes de tribus primogénitas con instinto de caza o de depredación. Lo más natural, y sano podría ser dejar de esconder el sexo o seguir considerándolo prohibido.

La exposición de los sexos suele generar un pudor asociado con una violencia llamada apuro. No estamos preparados para sincerar que somos una cultura negadora del cuerpo, y que las pasiones son impulsos que tantas veces nos sorprenden a nosotros mismos. La vagina es sinónimo de vida, pero las pulsiones incontrolables se olvidan de que es vida y son capaces de mancillar o destrozar ese centro o núcleo. Nuestro sexo no es mala palabra, no es pornográfico ni retorcido. No vivimos en pecado por disfrutar y compartir una vida plena sexual. Por eso, "El origen del mundo" sólo debería representar el sentido más íntimo de nuestra existencia.

Y el lienzo es apenas una pintura, una polémica representación artística. Pero esa actitud relajada o reposada en el cuadro a muchos le sienta como una imagen agresiva. ¿La hemos mirado con detenimiento? ¿Qué es lo que agrede? Seguramente a una retórica moral que se apodera del objeto, de ese núcleo, de ese órgano. La grandeza de la obra de Courbet quizás se deba a una clara exposición a manera de enfrentamiento ante una hipocresía imperante y cómoda de la especie humana, que prefiere eternizar la culpa y la represión antes que asumir la naturalidad de la vida humana.

Si observamos el lienzo en el Museo de Orsay, debemos encarar la tarea de analizar el "origen" sin sentirnos nosotros mismos con el sobresalto de considerarnos "mirones" o voyeristas. Debemos superar también ese mirada histórica tan arraigada en la cultura que es la de sentir pudor o vergüenza.   Courbet (1819-1877) fue considerado el padre del realismo, al tiempo que representó una energía creativa que, fue controvertida. A la distancia, creaciones como las del pintor francés se pueden asociar a trabajos literarios de Baudelaire, Flaubert, Maupassant o Balzac, todas fuerzas realistas que aceleraron cambios de época. Lo que pinta o retrata Courbet en "El origen del mundo", es la verdad pura que genera una controversia y permite suponer que sobrepasa la noción del realismo, que era enfrentar con arte a un anti academicismo, vinculado a la crudeza y a su definir de obscenidad.

¿Es repulsivo lo deseado? ¿Nos perturba el deseo? "El origen del mundo", pintado en 1866, fue considerada una provocación por la sociedad mezquina de esa época. Pero, nuestra sociedad de hoy ¿es menos mezquina? Da la sensación que seguimos idealizando la sexualidad pero el componente imaginativo alimenta o estimula más que la confrontación práctica. Al observar este cuadro, puede existir el interés plástico que presenta una obra de arte, pero también convive un esfuerzo cruel que es detener la libido y la imaginación excitada que convierten un cuerpo femenino en un objeto de deseo.

Los fuertes muslos extendidos, la posición de las piernas, los senos insinuados escondidos tras la prenda blanca, el vientre abierto de una mujer sin rostro, el vello púbico exuberante y la raya vaginal en un plano demasiado directo o primerísimo primer plano han conformado esta Gioconda venérea, que trasciende públicamente un espacio que intentamos mantener oculto, para adorar casi en secreto, y muchas veces enfermizo. Seguimos considerando el sexo humano como una actividad creativa que puede ser destructiva en algún momento. Pero el sexo expuesto en el lienzo nos quiere recordar que no debemos considerar destructivo a aquello donde la vida se materializa. Las mujeres son las que dan la vida, por eso son el origen del mundo.


Aún hoy este cuadro puede ser objeto de censura. Al preparar la foto que acompaña mis entradas, tuve que disimular la imagen modificando la esencia de lo que quería mostrar. De no hacerlo, y al difundirlo al "desnudo"-valga el juego de palabras - en Facebook -por ejemplo- corría el riesgo de que suspendieran mi cuenta por publicar un contenido impúdico o molesto a la sensibilidad de la gente. Es controversial observar los genitales tanto masculinos como femeninos. No llegamos a ponernos de acuerdo si esa incomodidad nos es cómoda, y de este modo no terminamos de encarar las diferencias entre los géneros, diferencias que preocupan o degradan. Algún contemporáneo de Courbet se animó, con ironía a clasificar de espléndido el cuadro en cuestión: "salvo por algunos errores desafortunados; parece que al pintor se le olvidó incluir los pies, las piernas, los muslos, el estómago, el pecho, las manos, los brazos, los hombros, el cuello y la cabeza". En esta perfecta síntesis queda reflejada la pintura concreta del desnudo femenino, y el desnudo cultural de la humanidad toda. El origen, el argumento, el problema que se sostiene eternamente en el mismo núcleo existencial...

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