jueves, 13 de febrero de 2014

Habitantes de otras orillas



Joseph desea todos los días que cambie su suerte. La espera sentado en una banqueta, que algún samaritano le habrá obsequiado y que él deja a buen resguardo antes de volver a su habitación alquilada, en la otra margen. Joseph aguarda junto la puerta del supermercado recibir la colaboración de los pobladores. Lleva casi un año allí y se ha hecho querer, o al menos se ha hecho notar.


Joseph nació en Liberia, en África, pero tiene documentación nigeriana. Hijo de madre nigeriana y padre liberiano, conoció la cruda realidad de guerras civiles, hambrunas, matanzas y permanente desplazamientos. Esos constantes movimientos migratorios no se deben a su espíritu aventurero. No, ha mudado de países esquivando el hambre, el dolor y la muerte. Hoy con poco más de 30 años cumplidos, habita en el norte de España pero su cabeza siempre estará pendiente de lo que suceda en el centro del continente africano.

De pequeño se ha trasladado junto a su familia desde Liberia a Nigeria, para tarde o temprano volver a la casa paterna, en Monrovia. Entre los dos países se encuentran Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benin. 1.500 kilómetros los separan, y la búsqueda de condiciones o al menos de tranquilidad, parecen que agrandan las distancias. Nunca han logrado encontrar paz ni estabilidad.

Liberia es un país fundado por ciudadanos de los Estados Unidos como una colonia para antiguos esclavos africanos, entre los años 1821 y 1847. Sierra Leona es el otro antecedente similar, creado por el Reino Unido en el año 1787 para trasladar a los “pobres negros” de Londres, afroamericanos liberados por los británicos en los Estados Unidos. Sierra Leona hace frontera con Liberia, en su noroeste. Retornando a Liberia, su relación con los Estados Unidos fue siempre complicada, siempre ligado su destino a decisiones americanas. Su vinculo comercial con Europa la he llevado a sucesivas bancarrotas, a pesar de intentar mantener una posición independiente con los distintos bloques enfrentados del viejo continente. La industria del caucho es su principal riqueza (disponía de la mayor industria del mundo), y algo por debajo, la explotación de minerales, como el hierro.

Nigeria, entre los años 1967-1970 vivió una dolorosa guerra civil, de esa contienda a todos nos quedará registrado el nombre de Biafra. Fue el intento de secesión de las provincias del sudeste nigeriano y se caracterizó por terribles hambrunas y acusaciones de genocidio. Y el territorio siguió envuelto en conflictos, revueltas sociales, terrorismo o combates religiosos. Liberia no corrió mejor suerte. En las últimas décadas del siglo pasado conoció los estragos de dos guerras civiles. La primera entre 1989-1996 y seguido, la segunda, entre 1997-2003.

En una de esos años, Joseph vio como se desarmaba su unidad familiar. Antes de escapar en solitario, vio como las guerrillas mataban a machetazos a sus padres y otros familiares. No pudo huir en forma sincronizada con sus dos hermanos. Cada uno atinó a encarar caminos separados. Joseph escogió el camino hacia el norte, comenzando su recorrido por Malí (otro país que hoy atraviesa conflictos severos), luego paso por Mauritania y se detuvo un buen tiempo en Marruecos. Según su relato, habrá estado entre 5 y 7 años en tierras marroquíes, y en su última estadía en Tanger, compartió sus días con una mujer de la tierra y su pequeño hijo. Allí trabajó en lo que pudo, pensó encontrar una estabilidad pero la cercanía con el continente europeo, habrá germinado su idea de cruzar.

La historia tiene sus flecos a causa del idioma. Con Joseph me comunico en inglés (su lengua), supongo que no comprende todavía el castellano, al menos conmigo nunca utilizó el idioma para comunicarse; con la mayoría de la gente tiene familiaridad de saludos, supongo que palabras sueltas en castellano son el nexo de la comunicación. Supe de él, además de su presencia en la puerta del super donde me abastezco, por un amigo que me contó sus necesidades. Y yo lo acerqué a la sede donde ofrezco mi voluntariado. Y aunque sea en algo, lo hemos ayudado el año pasado. Conversando siempre en inglés, creo que me pierdo bastante de su información, y por otro lado, no encuentro las palabras en mi vocabulario añejado en mi cerebro, para hacerle preguntas que me interesarían conocer sobre su vida. Pero nos comunicamos en lo esencial, al menos creo.

A partir de ese momento, se ha generado una especie de vínculo entre Joseph y yo. Mi esposa ha sido de gran ayuda en los primeros momentos, cuando debía recabar la mayor información sobre su persona, para poder transmitirla en la entrevista de presentación. Ella domina muy bien el inglés y me permitió acceder a información que yo, indudablemente, habría perdido en el camino.

Así fue como me enteré de su derrotero. Allí me relató sus preocupaciones, allí me pidió sin pedir que le tendiera un puente con algún tipo de asistencia, y yo, con mis escasas posibilidades, pude dar con la persona indicada que lo asistiera. Y me enterneció su vida, su manera de ser, su gesto de preocupación permanente, su sonrisa a todas horas y su afán por contarme sus novedades, aún cuando comprenda que mis ojos desorbitados le indiquen que me estoy perdiendo gran parte de su relato.

La historia podría haber terminado con lo que ahora ustedes saben de él. Pero hay más, un par de detalles más que conmueven. Un buen día, Joseph decide tentar la suerte y cruzar hacia España, la puerta de occidente desde Marruecos. Para eso se prepara un buen tiempo, sobre todo mentalmente. Le cuesta reunir el dinero que le piden para cruzar en patera por el estrecho. El menciona la figura de un tío, al que encontró en Tanger y le apadrinó el cruce de continente. Con él mantiene una deuda de 1.500 euros, con una clausula arbitraria que a cada año que se demore en cancelarla, se sumarán otros 500 euros. Joseph ya lleva más de un año en España, es decir que lleva 500 euros acumulados hasta ahora de intereses.

El supuesto tío también ejerce la brujería y esa es la parte que aterra a Joseph. En una comunicación telefónica, este le dijo que había encontrado con vida a sus dos hermanos, que estaban cerca de él y que si Joseph no cumplía con su palabra de cancelar ese pasivo, haría magia negra con ellos. Desde ese día, Joseph solo piensa fórmulas para saldar la deuda. Le he preguntado si pudo hablar con sus hermanos, y me dijo que no, que todavía no logró contactarse con ellos, pero que deben están cerca de su tío. En el verano pudo hacerse con bastante dinero por las distintas ayudas recibidas, pero en todo caso, no alcanzaba para más que un par de cientos de euros. Al contactar con su tío para girarle el dinero, este aumentó las exigencias. No lo quiere por etapas, quiere y cuanto antes la totalidad del dinero, para algo Joseph está instalado en Europa. No está dispuesto a recibir mensualidades eternas y lo amedrenta con iniciar las brujerías con los hermanos. Le he preguntado a Joseph si no cree que para su “tío” sería más fácil desatar su furia de chaman sobre él, antes que con ellos, pero él piensa que es posible que lo esté haciendo. Desde su llegada a estas tierras, sufre constantes problemas estomacales y de circulación, es notable verlo a Joseph siempre abrigado, aún en épocas de verano. No tengo manera de justificar que lo está engañando, que lo que le sucede físicamente es producto  de los diversos cambios a los que está afectado. Pero Joseph es muy supersticioso, cree en  varios mundos paralelos donde mitiga su incertidumbre y canaliza sus miedos. Su historia puede apabullar a bastantes de nosotros, que por naderías, solemos ahogarnos en pequeños océanos del tamaño de un vaso.

En la mayoría de nuestras conversaciones, suelo aconsejarle que se tome esa parte de la historia con calma, que la prioridad es él. De momento, no está establecido en estas tierras. No tiene papeles, vive de la ayuda que le pueda dar un pueblo pequeño que se acerque al supermercado (y el movimiento fuerte se da sólo en verano), y cada tanto recibe algún tipo de asistencia de entidades, nunca vinculada a su país de origen. La sola necesidad de renovar su pasaporte le exige más de 200 euros de tasas, desplazamientos y trámite. A ese importe hay que sumarle 20 euros más que le piden en el caso de no traer un aval firmado de algún conocido que testifique que Joseph es Joseph. Y esto es así, porque he llamado a la embajada para consultar los precios y la operatoria.

Joseph me dice que sí a que se debe quedar tranquilo, pero le tiene miedo a la magia negra que pueda hacer su tío sobre él y sus hermanos. Entonces no tiene paz, su semana alterna entre el super, masajes que le hacen en una ONG para mejorar la circulación en sus pies, y los domingos y momentos libres, en el oficio religioso. Le pregunto por su permanente presencia en los oficios  y me dice que lo hace para que el día de su muerte, se pueda congratular con Dios para poder ir al cielo. En la homilía dominical aprovechará cada semana para pedir perdón a Dios por los actos cometidos. Además trata de no estar con otras gentes, le escapa a las reuniones sociales y se refugia en su habitación, que le cuesta otros 250 euros mensuales, eso sí, con derecho a estar empadronado.

Le gustaría ser disc-jockey, consulta donde aprender algunos oficios y también contempla la posibilidad de encarar traducciones. Me llama la atención ese punto, al menos conmigo no habla una palabra de castellano, no me imagino que tipo de traducciones puede ofrecer. Pero él piensa alternativas y me las comenta. En ese punto no puedo ser de gran ayuda (no es que lo sea en los demás), sólo espero que tenga un golpe de suerte.

Dije que cree en varios mundos paralelos. Uno de ellos es adorar a los vivos y también a los muertos, comenta que les debe un entierro en condiciones a sus padres. De sus hermanos está seguro que están vivos, cree en la palabra de ese “tío”. Y por último, tiene un profundo temor por algunos espíritus. Una jornada de calor que nos acercábamos a la playa, nos encontramos con él en las cercanías del supermercado. Mi esposa le consultó si nunca se había acercado hasta el mar. El dijo que no, porque teme a los “black-powers” que habitan las aguas. Su padre siempre le contaba la preocupación de no acercarse a los cauces u océanos, para no enfrentarse con esos espíritus. Igualmente, nos refirió que miró desde lejos nuestro puerto y playas y pudo confirmar que están limpios, que no las habitan espíritus malignos. A partir de ese momento, tengo pendiente consultarle algo más sobre esos “powers”, más que nada, queriendo saber cómo se animó a enfrentar un cruce en patera, y de noche, por las peligrosas aguas del estrecho.

El Black power era un movimiento en defensa de los derechos de la raza negra originado en los Estados Unidos en los años sesenta. El nombre proviene de un libro de Richard Wright, de 1954. El “poder negro” fue un slogan político y mantuvo una presencia destacada en las décadas 1960-1970. Enfatizaba el orgullo racial y la creación de instituciones culturales y políticas para defender los intereses de los ciudadanos negros e intentar asegurar su autonomía. El político y pastor neoyorquino Adam Clayton Powell Jr. utilizó el término el 29 de mayo de 1966 durante una conferencia: “Demandar  estos derechos concedidos por Dios es buscar el black power”.

Ahora me encuentro con la misma definición en boca de Joseph, como espíritus malignos que asolan las aguas. En todo caso, forma parte de su cultura, en este caso vinculada al miedo. Llevo tiempo con ganas de sentarme junto a mi esposa a consultarle aún más por el temor a esos espíritus. Por otro lado, no quiero molestarle solo para saciar mi curiosidad. Ayer, coincidí en el metro durante tres estaciones. Su primera consulta luego de los saludos de rigor fue si había visto las imágenes de la supuesta agresión de los guardias civiles hacia los inmigrantes subsaharianos que intentaban entrar a nado en Ceuta. La duda está centrada si hubo una agresión de parte de los agentes arrojando salvas y pelotas de goma sobre los que estaban nadando y sobre los más de cuatrocientos personas que intentaban cruzar la valla fronteriza. Esta acción se saldó al menos, con la muerte de catorce personas, cuatro a causa de aplastamientos, mientras que el resto han sido encontradas ahogadas a metros de la orilla. Se afirma que aún se trata de un balance provisional de victimas, ya que las corrientes habían cambiado en las últimas horas, arrastrando los cadáveres hasta otras playas, como la de Tarajal.

Joseph me afirmó consternado que el mundo está loco, que no puede creer aún las imágenes y me volvió  a insistir sobre los black powers, que habrían conspirado contra la suerte de los inmigrantes. Yo había llegado a mi estación y solo atiné en mi mal hablado ingles de arrabal, que en este caso, los black powers podrían estar apostados en la otra orilla, negando el acceso a territorio hispano. Me dijo que sí, me saludo con un apretón fuerte de manos, y envió saludos a mi esposa. Mientras abandonaba la estación, recobré la intención de escribir sobre Joseph y su historia. Y prometo en breve consultarle sobre esos espíritus que le sobrevuelan y atormentan. Ya me parece suficiente con las alimañas visibles que nos hacen la vida tan difícil.




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