“Me gusta tanto que no me gusta que le
guste a otras personas. Es un amor, así, celoso.”
Jorge Luis Borges
Las lenguas cambian, y el proceso
puede ser tan lento como apresurado. Casi que aprendemos a hablar sin darnos
cuenta, nuestro entorno familiar inmediato focaliza su atención en discernir si
nuestra primera palabra es una palabra, o si continuamos nuestros balbuceos de
bebés. Así nace el proceso comunicacional con el lenguaje. Nos cuesta hablar,
pero apoyados en la imitación, vamos hilvanando palabras sueltas que pueden
obtener un significado. En este arte, quizás reside uno de los encantos del desarrollo
e interacción de un bebé. Pero cuando de jóvenes o adultos retornamos al
balbuceo y a la economía de palabras como tendencia de moda promovida por las
redes sociales, no parece encantador. Al menos para los que peinamos canas, la
ortografía es materia de filólogos o bien hablados. La tónica es la reducción,
para hacer más simple la comunicación y más popular. ¡Vamos a discutirlo!