sábado, 16 de marzo de 2024

Cuando empieza a amanecer, la verdad es tan cruel

La conciencia es el mejor libro de moral que tenemos. Y el que se debe consultar con frecuencia”.

Blaise Pascal.


En comunicación es habitual generar un cambio de actitud a través de la persuasión, siempre que el receptor reciba creencias distintas a las suyas. En ese contexto, resulta relevante y necesaria como técnica comunicativa en la formación e información en prevención. El propósito es convencer, influir para un posicionamiento. El problema se da al verificar la ausencia de hechos susceptibles de probarse o verificarse y tienen efectos positivos en el receptor que le situarán en la aceptación de una construcción de una ficción que se perciba como cierta a ojos cerrados. En los tiempos de la duda eterna sobre verdad o posverdad lo que predomina llamativamente es la carencia de reflexión para rechazar una idea de verdad y adherirse con fanatismo a lo que se denomina una “noticia deseada”.


En ese concepto de noticia deseada lo que predominará será el deseo por sobre la persuasión al punto de rechazar la verdad. La noticia es lo que se quiere creer sin importar si los elementos informativos son o no reales. De esta manera, rechazarán hasta lo que este bien fundado y argumentado. Se genera una cultura del unanimismo que brinda una sensación de imagen social armónica y obliga al silenciamiento de toda voz disidente. Podría tratarse de una síntesis de cualquier nacionalismo. De ahondar en la web sobre información sobre el “unanimismo”, se podrá constatar que gran parte de los links recurren al peronismo, con esa construcción de “pueblo único e indivisible”. Para ellos, la unanimidad esta referida a la voluntad de ese pueblo como un único ente, que es de su propiedad, que carece de mecanismos institucionales y se sigue sosteniendo por una unidad mística o espiritual. A pesar de esa fuerza que se le asigna, el pueblo se suele caracterizar por su impotencia, mientras que la potencia la ostenta el líder, el reivindicador, como un “cristal de masa”, brillantemente definido por Elías Canetti -movimientos minoritarios en relación al conjunto social pero muy concretas como generadores de miedo, de control-. La posverdad no es actual, de ahora, ahora está demostrada a pesar de la tendencia en aumento de aceptar lo que es verdad solamente a lo que me gusta escuchar.


Las personas suelen tener en cuenta sus estados emocionales a la hora de determinar su persuasión sobre otras personas, grupos, ideologías, religiones o propuestas. En la construcción de ficción que nos proponen, los afectados se suman de una manera cándida o interesada, pasando del cuestionamiento por el hecho de cuestionar a una aceptación de argumentos vagos que se aceptan con los ojos cerrados y con el dedo en la boca, en la máxima representación de una supuesta inocencia. Si la verdad es cruel, parece un atajo convencerse que un engaño es consolador o que finalmente se ha de cumplir. La eterna lucha entre la seducción y la razón alcanzó su máximo climax desde el nacimiento del pasado siglo. Las experiencias fascistas, nazistas, franquistas, peronistas, trujillistas, castristas o bolchevique tuvieron millones de adeptos y aún hoy, en otro siglo y conscientes de su fracaso, la noticia inventada sigue situando la panacea en estos movimientos. La memora es frágil o tiene un precio, pero se sigue situando al culpable a un supuesto enemigo difuso que no se termina nunca de definir, como si su actuación deviniera en las sombras eternas, generalmente del exterior. Empobrecimiento del debate en el caso que se pueda registrar debate -los autoritarismos convencen a través del terror del silencio-, retorno a estados tribales fortalecidos por la injusticia, angustia o miedo, generando el territorio propicio para el sacrificio de la verdad.


El único antídoto a la vista parece ser el hombre que pregunte y luego repregunte. Esa falta de perspectiva para preguntar o debatir esta definiendo la esencia del espíritu humano desde esta posmodernidad que reforzada por un culto al individualismo, por la impugnación de todo aquello que no esté alineado con el propio pensamiento o ideario y una falta de compromiso social que nos deja a la vera de todos los pos posibles: posverdad, posmoral, posrealidad, posargumentos, posdisciplinariedad y posceguera. Nosotros no somos los que generamos nuestros pesares ni los transmitimos de generación en generación. Se encasillan en la comodidad del “somos víctimas” para exculpar que todo lo malo que somos en realidad no es culpa nuestra y no es responsabilidad nuestra los pesares que nos habitan. Se vive anhelando una revolución y cuando se logra -como en el caso de Cuba-, te obligan a vivir toda la vida en un lapso histórico detenido, adulterando no solo la realidad sino tus posibilidades de vida libre. Cuba a través de una continuidad legal y constitucional establecida, cree refrendar el unanimismo de que el sistema socialista debe quedarse por los siglos de los siglos. Lo mismo hace Putin y tantos mas.


La historia avanza y retrocede de la mano del hombre y tantas veces, los registros históricos requieren del etiquetamiento y sus consecuencias. Ese pesimismo histórico que repite no calcado pero cíclicamente los vicios ideológicos producto de un flagelo natural que no se puede erradicar como es el alcanzar una justicia social determinada por una equidad. Existen puentes de comunicación sociales construidos pacientemente que se ven demolidos por la presencia de falacias y hechos alternativos, que son la materia prima de la pos verdad y de las noticias deseadas. Manipular la verdad para sostener nuestras creencias en realidad es producto de una disonancia cognitiva de esas personas. A causa de una ilusión de la profundidad explicativa -creer siempre que sabemos mas de lo que sabemos- sacrificamos paulatinamente “nuestra” verdad imponiéndosela al resto. La literatura y el cine nos nutren de material filosófico, en este caso el persistir en avalar noticias deseadas nos acerca a la metáfora de Pedro Páramo- creación de Juan Rulfo para los posanalfabetos- quién vive en el pueblo de Comala rodeado de fantasmas que parecen reales...

 




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