domingo, 28 de junio de 2020

Se proyecta la vida, mariposa Technicolor


“Vivir aquí día a día, creer que es el centro del mundo y que nada va a cambiar...cuando vuelvas todo ha cambiado, el hilo está roto... los que viniste a buscar no están”.
Cinema Paradiso

Se entiende su verdadero arte como un puzle artesanal de superposición de imágenes hecho con naturalidad y minuciosidad. Transmisor de emociones, es un proceso que se basa en las sensaciones visuales que las pupilas generan, tanto de quien reproduce la propuesta como de quienes la contemplan. En ambos casos se trata de una manera artística de observar y ver la vida. Es un medio de expresión artística, de comunicación, manufacturación de historias, difusor de ideologías y una enorme industria comercial. Estamos hablando de cine, pero de aquel cine como un ojo que refleja y repara. Y en parte esa visión necesaria está en crisis.


En el estreno de una nueva normalidad tras la pandemia, regresan las funciones cinematográficas en territorio español. Las salas de todo el país vuelven a abrir sus puertas con la particularidad que no cuentan con estrenos que ofertar o tentar pero con un homenaje particular que ofrece un mensaje u homenaje a la necesidad de recuperar al séptimo arte, para lo cual más de ciento cincuenta salas proyectarán una versión remasterizada de “Cinema Paradiso”, para rescatar a los cines en tal vez el momento más complicado en su historia, más si tenemos en cuenta que en la península ni siquiera en el período de la Guerra Civil se llegó a suspender las proyecciones.

No es la idea el buscar una definición que haga justicia con la dimensión que alcanzó el cine en nuestra evolución histórica desde el pasado siglo. Podríamos definirlo como un verdadero fenómeno que más allá de sus intenciones, inclinaciones o finalidades, intenta desembocar en un hecho humano que definimos como espectáculo.

No sabría si dedicar esta entrada en poner énfasis si es arte o espectáculo. No sé si es necesario, porque existe publico suficiente para que todas las definiciones sean lógicas y posibles. El arte está hecho para ser apreciado y por ende, si el público responde, se garantiza el espectáculo. Más en épocas donde el arte se ha masificado, que ha dejado de ser un gusto minoritario. No podemos denigrar la definición de cine masivo como “comercial” ya que el cine en nuestras sociedades no ha escapado a la tónica mercantil que se mueve en los mercados de pérdidas y ganancias. El séptimo arte se sostiene en base al rendimiento económico de productoras, estudios, directores, actores pero también de operarios, técnicos, medios, empleados varios, etc. El cine como institución es un páramo del capitalismo, hemos ido viendo su deterioro o transformación a la baja en las últimas décadas, con salas diminutas, grandes superficies con títulos solo comerciales, cierre de verdaderos templos del pasado cinematográfico, mínimo personal contratado que no suelen dar imagen de estar abriendo las puertas de algo que les apasione, mala calidad de pantallas, mal sonido (solo se valora la fuerza del sonido), sueldos mínimos al personal de salas, sesiones sin público. Eso es lo que nos queda de la actualidad de un medio que a todos, desde pequeño nos ha marcado enormes momentos de satisfacción, sentimiento que se puede vincular a la emoción, entretenimiento,  descubrimiento, la imitación, el abrir la cabeza al mundo o al romanticismo. Y hoy solo parece un lugar donde matar el tiempo con una cartelera predecible que busca la sorpresa o emoción en nuevas formas de regodear lo perverso o enrevesado. Por eso la proyección de Cinema Paradiso en estos momentos tiene un enorme significado para los que amamos el cine.

El film dirigido por Giuseppe Tornatore en el año 1988 nos recordará por siempre que el cine es magia, un espacio donde vibrar, emocionarse, reír o llorar en lapsos cortos de tiempo. Hemos contenido la respiración, hemos aplaudido a rabiar cuando la justicia se posa sobre la trama, hemos entendido con sucesión de secuencias y metáforas parte del entramado complicado de la vida.  La sala oscura, la multitud que coordinaba guardar un respeto en forma de silencio (hablo de la era antes del móvil y las palomitas o táper con comidas y bebidas), la música envolvente siempre presente en el momento justo, la intimidad profunda a pesar de estar rodeado de gente, dos horas de proyección que solían considerarse escasas, todas estas características debemos remarcar cuando hablamos del cine. Las posteriores charlas discusiones en un café, bar, pizzería o banco de una plaza tras la proyección alargaban las secuencias hasta el infinito y tal vez más, porque más de una vez hemos regresado a ver el mismo film para descubrir nuevos matices, tratar de comprender situaciones o simplemente volver a vibrar de emoción, respeto, dolor o admiración ante esa enorme pantalla. Todos recordamos una película como esencial en nuestras vidas.

Cinema Paradiso es una película con múltiples referencias de amor: el romántico, el paternal y el de la pasión por el cine. A través de un llamado telefónico se inflama la cinta con recuerdos de la infancia, niñez o adolescencia en un pequeño pueblo siciliano basado en tres aristas esenciales: el amor, la amistad y la pasión. Es un clásico del séptimo arte que nos devuelve momentos tal vez ya extintos: la gente del pueblo agolpándose para poder presenciar la función nocturna del viernes, las largas filas para poder ingresar, el viejo cine de barrio, la cara de incredulidad y candor cuando algún protagónico tan solo tocara carne desatando la pasión y sus suspiros, presenciar las noticias previas a la proyección del film, los silbidos de desaprobación cuando el cura del pueblo amparaba los cortes de censura o censuraba los arrumacos en las butacas, la cinta celuloide que en algún momento sufría algún desperfecto o corte, el espacio entre películas en el viejo cine continuado, son una especie de homenaje en la medida que el cine fue evolucionando, pero se debe tener en cuenta que hoy la situación puede ser preocupante en cuanto a la cantidad de publico o la influencia que ha ido perdiendo en el espectador.

El filme nos recuerda que la gente iba al cine no solo para divertirse, sino fundamentalmente para poder soñar, las grandes historias olvidan los grandes problemas. El cine es un medio de comunicación que aunaba estratos sociales a través de la actualidad de sus estrenos o reposiciones, movilizaba el pensamiento y los sentimientos. Durante mucho tiempo el cine fue la quintaesencia del arte, donde se podía entender parte de nuestros misterios existenciales a través de las historias de otros o deseos colectivos. Era esencial el poder acercar las películas a cualquier rincón, aun los más apartados de la geografía de cualquier país donde las improvisadas salas de proyección nucleaban la vida social de los pueblos rurales o campestres. Al bajar la fuerza de la luz de la sala comenzaba la caudalosa irrupción de creatividad y sensibilidad que hacia del cine la irresistible maquinaria de perpetuar el tiempo, de no pensar en el futuro ni pensar en su deterioro en manos de la televisión, internet o informática. Es por eso que al regresar luego de estos tres meses nos ofrezcan esta película tributo que nos recuerde que más allá de las transformaciones vividas en las últimas décadas, en términos técnicos una película es una larga cinta celuloide que refleja profundamente un hecho humano…

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