viernes, 2 de agosto de 2019

Una pequeña ayuda para mis amigos


“The Beatles salvaron al mundo del aburrimiento”.
George Harrison

En su gira de despedida de 1869, Charles Dickens al llegar por ultima vez a esta ciudad, escribió que una de las cosas más placenteras que había experimentado allí era la forma en que le detenían por la calle los trabajadores para estrecharle la mano y decirle que conocían sus libros. Alguna novela podría haber salido tranquilamente de esta ciudad, que ha visto el crecimiento y el deterioro casi sin transiciones, y al que muchos visitantes acuden porque inspira algo mágico. Liverpool es y fue puerto, gaviotas, carbón, música, arte, esclavos, inmigración, dolor, pasión, futbol y pubs. Ser “Scousers” es un rango, no todos los habitantes de una ciudad en el mundo tienen un nombre. Y cuatro muchachos tenían varios apodos, uno de ellos Fab four.


Gran parte de la riqueza de la ciudad se generó en el siglo XVIII a través de su puerto industrial que lograba enlazar con el tráfico marítimo de toda Europa y sus enlaces con el tráfico de esclavos. En el año 2007, al cumplirse el bicentenario de la abolición del comercio de esclavos británicos, se inauguró en el puerto Albert Dock, de Liverpool, el Museo Internacional de la esclavitud. Es el único en el mundo especializado en esta área. El primer barco negrero zarpó hacia África en 1699 -el Liverpool Merchant- y le siguieron unos dos mil barcos que partieron de estos muelles. También en el puerto nos podemos topar con una escultura dedicada a un equino -no debe haber antecedente en el mundo de una figura de un caballo solo- pero se quiso dejar homenaje a uno de los infatigables trabajadores del puerto durante décadas. Ciudad de esfuerzo, vio en sus inmigrantes el afanoso trajinar por salir adelante, por eso son celebres las maletas, cajas o utensilios de viaje de Hope’ Street. Se trata de un homenaje o art walk, uno de los más fotografiados de la ciudad, que conforma un homenaje a veintisiete celebres personajes en relación con la ciudad -visitantes o residentes-  y cada maleta o bolsa de viaje tiene una etiqueta con el nombre correspondiente, uno de ellos Charles Dickens. Liverpool es más que Beatles o futbol, pero los propios guías de turismo no recuerdan ese detalle y te privan de conocer los verdaderos secretos de la ciudad.

No se puede dormir en la noche sin escuchar el canto o desencanto de las gaviotas. Es aturdidor y por momentos confunde, el no erudito en aves -el que les habla o relata- hasta creyó estar atrapado en una selva rodeado de monos aulladores. En las calles, no hay cabina telefónica que no tenga en su parte superior a un plumífero expectante por encontrar el bocado que antes obtenía del mar. La vida es dura y Liverpool lo ha graficado en su larga historia, y hasta los animales han variado su búsqueda del pan nuestro de siempre. Pero no solo de pan vive el hombre, el dicho le agregaba la cebolla y con eso tenías el amor garantizado aunque fueras pobre. A lo largo del propio Albert Dock, un cartel confiesa que es un lugar especial para los enamorados y te recomienda que cierres tu candado y tires la llave al río Mersey. Parece que el amor se ha convertido en epidemia como hongos diseminados que ceden por el peso de sus herrajes.




Se puede describir a Liverpool sin hablar de futbol o de Beatles. Pero en esta entrada habrá espacio para la música de los creadores del más famoso estilo Merseybeat. En el puerto encontrarás un yellow submarine, ubicado en una especie de pequeño pantalán. Al ingresar en la mítica calle Matthew Street un pasacalle nos recuerda que ahí nacieron los Beatles, cosa que no es cierto. Allí se convirtieron en mito, pero ya habían nacido. Otra contrariedad surge al llegar a The Cavern y enterarte que todos aquellos que pugnan por una foto emblemática en su interior, en realidad deberían retrasarse unos metros porque el pub más conocido de Inglaterra estaba a pasos de esa replica. En 1973 se cerró el local y en 1982 se derrumbó el edificio, tras la quiebra de su propietario. Pero el lugar donde The Beatles tocaron 292 veces no podía quedar olvidado, reabriendo a metros del número diez en 1984. Y sigue cumpliendo años, sesenta y dos en enero. All you need is love no es suficiente, también necesitas echar mano a la resignación y hacer como si no hubiera pasado nada si quieres recrear aquella etapa de los sesenta del siglo pasado.

Y la ciudad quiso tener el día de los Beatles. Pero terminó con tres fechas para homenajearle. La más popular es la del 10 de julio, desde el 2008 sus seguidores se reúnen en la ciudad y en Hamburgo -donde actuaron regularmente en sus inicios perfeccionando estilo y habilidades, logrando su prestigio inicial- donde se festeja la repercusión que obtuvieron en el rock. Se utilizó esta fecha como efemérides por que ese día regresaron de su primera gira de EE.UU triunfantes, allá por 1964, y los ciudadanos tomaron las calles para festejar la proyección internacional y la dimensión tomada por el grupo, que se reconocía como los cuatro de Liverpool. Otros celebran el 10 de enero, día que en 1957 se inauguró The Cavern, el famoso club donde debutaron. Por último, el 6 de julio es la tercera de las fechas, porque se rememora como la fecha en donde se conocieron John y Paul, en 1957. Esta fecha la recuerdan como el Beatle day.

Y en Liverpool ha pasado de todo. Bombardeada casi en su totalidad durante la segunda guerra mundial -recibió ochenta ataques aéreos-, le ha llevado casi treinta y cinco años su reconstrucción, a causa de la extrema pobreza que generó haber perdido la actividad de su puerto, cayendo en declive actividad de la industria y los muelles. A finales del siglo se diseñó un plan de regeneración que aun continúa recuperando la economía con crecimientos similares o mayores a la media nacional. Pero en su calle, como en casi todas las urbes de Inglaterra se puede precisar el desfasaje entre el consumismo de los centros comerciales con los que no tienen donde vivir. En las arterias se suceden muestras de homeless y muchos de ellos no solo sucumbieron económicamente, sino que las drogas, alcohol o problemas mentales que no tuvieron tratamiento hicieron mella en su salud. Otra ciudad de indiferente contraste.

La zona del puerto ya no es oscura, pero sigue siendo ventosa. Los edificios más imponentes – The Three graces (Royal Liver Building, el Cunard Building y el Port of Liverpool Building)- mantienen su estampa intimidante, respetando el viejo objetivo, el de hacer ver a los que llegaban a puerto como gastaba la grandeza y opulencia esas tierras. Desde 2015 se encuentra en la ribera del Mersey la estatua de bronce donde en pose de caminata y con trajes recreados de los años sesenta, placidos los cuatro Beatles sostienen una conversación. Todos son mas altos que sus estampas originales, el bronce alcanza los dos metros y diez centímetros y en cada uno de los integrantes se pueden vislumbrar pequeños detalles que Andy Edwards quiso reflejar. En la de Paul se puede ver en su mano una cámara de fotos, es una alusión a su esposa Linda. En el cinturón del tapado de George Harrison se ve desde atrás un mantra de la religión hindú que profesaba. En la mano de John se aprecian unas pequeñas bellotas, que para él eran el signo de la paz. Para encontrar el detalle en Ringo Starr hay que buscar más, ya que si miran el pie que esta levantado para dar el siguiente paso, se puede precisar que la suela está muy gastada, de tanto caminar. Y es que era el que más lejos vivía y no siempre tenia el dinero disponible para trasladarse los varios kilómetros tanto de ida como de vuelta. Hoy, es foto obligada, como también el turno de espera. Y además, tal vez lo más importante, es que se convirtió en punto de encuentro.

Es una ciudad que se camina de manera agradable y que cae bien. En sus calles, los artistas callejeros se citan obligatoriamente con las canciones de Lennon o McCartney. También abunda la cultura del karaoke, pubs sobran -pero siempre tienen gente-, se encuentra el barrio chino más grande de Europa, sus museos son gratuitos -abren entre las 10 y las 17 horas-, en 2008 fue considerada Capital Europea de la Cultura, hay una calle llamada Penny Lane, muchos fans intentan el recorrido por los personajes de esta canción y para no olvidarme, hay dos equipos de futbol, el Everton y el Liverpool. Este ultimo es tercero en palmarés de Copas de Europa, detrás del Real Madrid y Milán, habiendo alzado el trofeo en seis oportunidades (1977, 1978, 1981, 1984, 2005 y 2019). En el mundo se reconoce la balada “nunca caminarás solo” de su himno como el de mayor relevancia, tan así que The Kop, la grada mítica del estadio Anfield, la grabó con Pink Floyd. Dos días de mi vida los pasé en la ciudad y me saqué una espina de encima, conocer la ciudad que fue desarrollo en la revolución industrial, que también fue deprimida y descuidada, triste por las tasas de paro, alegre por tener una de las mejores bandas de rock de la historia, la ciudad que ganó musculo y lo perdió a través de sus astilleros y adversidades históricas que se sostuvo sobre sus edificios emblemáticos de piedra.

Liverpool hoy es un milagro y los pájaros que sostienen la mirada al mar -el macho- y a la ciudad -la hembra- en el edificio Royal Liver Building, nadie puede precisar de qué aves se tratan. Muchos quisieran que fueran las águilas del escudo de Juan sin tierra, otros creen que son cormoranes y algunos sacan pechos creyendo que son mitológicos. Hechos de cobre moldeado y martillado, llevan en sus picos ramas de algas. Sus medidas imponen, un metro de longitud, cuatro las alas y sesenta centímetros la circunferencia de sus patas, encadenados a las cúpulas en posturas idénticas, pero enfrentados. En todo caso sus alas desafiantes a punto de levantar vuelo simbolizan a los liverbirds, ciudad de donde surgió el proyecto Titanic y donde murieron entre tripulantes y pasajeros, ciento treinta naturales de la ciudad. Por eso nadie desea que esas liverbirs echen a volar y dejen de proteger a esta Liverpool de eternos contrastes, contratiempos pero con personalidad y espíritu casi único…

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