sábado, 19 de noviembre de 2016

Todas tus cartas dicen que estás a mi lado ahora. Entonces ¿por qué me siento solo?

"¿Cómo puedo comenzar algo nuevo hoy con todo lo que hay de ayer en mí?"
Leonard Cohen

Algunos tuvieron la osadía de definirlo como el anti cantante, tal vez porque su voz grave y tono sosegado transmitía la sensación de susurros ásperos, pero era extraordinario su talento para parecer íntimo y humano. También sostenían que componía "música para cortarse las venas", pero nadie discute la poesía natural de sus letras, que apuntaban hacia la evidencia más abierta del lazo que existe entre el amor y la creencia. Su cancionero impresiona por la cantidad de himnos consagrados, de poesía cantada por un artista bohemio, mundano, místico y sufridor. A los ochenta y dos años falleció Leonard Cohen, y sucede que al conocerse la noticia, a uno le da por cavilar que la humanidad cada día será más frágil con este tipo de ausencias.


Se llegó a pensar que escribía novelas de cinco o seis minutos de duración, tal la precisión de sus letras. Hace unas semanas, al conocerse el galardón del Nobel de Literatura a manos de Bob Dylan, muchos sumaron el nombre de Cohen como la otra gran alternativa para que un cantante se alzara con ese premio. Poeta, escritor y canta autor, fue premio Príncipe de Asturias de las Letras hace eternos cinco años. Años antes, una crisis económica intensa le obligó a retomar los escenarios y las grabaciones. Lo habían estafado, quebrado económicamente y ya viejo, volvía a componer y salir de gira. En aquel momento, con setenta años, demostró combatir el temporal con actualidad, no con el fácil vivir del recuerdo. "Dear Heather" (2004) fue considerado por Cohen como el primero de sus discos "póstumos". Ese disco, que fue recibido con condescendencia, fue concebido por razones más terrenales o mezquinas, fruto de una vitalidad nacida de la derrota.

"Si uno quiere expresar la grande e inevitable derrota que nos espera a todos, tiene que hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y de la belleza", parte de su discurso en la entrega del Príncipe de Asturias. Con el lanzamiento de "Old ideas", en 2012 retorna con la idea del fracaso, sosteniendo que ese nuevo trabajo venía con "un manual para vivir con la derrota". Pero ese hombre que en sus actuaciones en vivo solo necesitaba de un taburete, su sombrero y una guitarra para trasportar a su auditorio a ese Olimpo, donde las urgencias de la vida real parecían posibles de ser resueltas, remata con: "las canciones sirven para el corazón y las derrotas, aunque para curar el dolor y dar vigor, la música es lo mejor. Y para el sufrimiento y para el amor". La derrota existencial llegó finalmente el lunes 7 de noviembre, pero es oportuno recordar otra de sus frases: "la poesía es solo la evidencia de la vida. Si tu vida se quema bien, la poesía es solo ceniza".

La vida toda se encerraba en las letras de sus canciones. En materia como la mujer, el hombre, el amor, la soledad, la religión, la esperanza, el tiempo o el sufrimiento, abarcó la temática que influyó en la existencia de más de tres generaciones. Le cantaba a la verdad, a todos aquellos interrogantes que nos asustan y fascinan. Su mundo interior transitaba entre la luz y la oscuridad, sus entonaciones podían ser para unos perturbadoras, y para otros, sensuales. Pero él sabía que escribiendo sobre la vida misma, nunca podría ser considerado un fraude. Leonard supo transmitir el pesar y la gloria de este mundo, de una manera tan contundente, que si un adolescente se sumaba a sus canciones, entendería de que iba la existencia, aunque no la estuviera viviendo aún.

La intensidad con que decía las cosas y como las decía reflejaban la armonía sobre sus pensamientos. De aquella frase "Estoy listo para morir. Espero que no sea demasiado incómodo. Eso es todo para mí. Todo está a punto de acabar" con la que alarmó a sus seguidores, pasó a este otro enunciado, "Me propongo vivir para siempre". Una semana de su fallecimiento y da la sensación que cumplió con ambas frases, su despedida fue súbita, casi con ese tono áspero y meditado de su accionar. Y esta mañana de sábado, escuchando nuevamente "Hallelujah" me doy cuenta que ha de vivir para siempre, al menos hasta que dure mi propia vida. Y con la incómoda sensación de añorar a alguien que no conozco y con quien nunca cruce una palabra, cierro con una frase que leí entre tantas despedidas al escritor nacido en Montreal, que concuerda con mi corazón agnóstico apenado por su muerte: "Un amigo me reprochó mi falta de espiritualidad. Nunca me había visto rezar, -me dijo. Es que canto las canciones de Leonard Cohen, -le contesté"....

Carta de despedida a un viejo amor:
"Bueno Marianne,  ha llegado ese momento en que somos realmente tan viejos y nuestros cuerpos se descomponen y pienso que seguiré tus pasos muy pronto. Quiero que sepas que estoy tan cerca detrás tuyo que si estiras tu mano creo que alcanzarás la mía. Y sabes que siempre te quise por tu belleza y tu inteligencia, pero no necesito decir nada más porque sé bien que estás al tanto de todo. Ahora, solo quiero desearte un buen viaje. Adiós querida amiga. Amor infinito, te veré en el camino".

Leonard Cohen a Marianne Ihlen - Julio 2016

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