domingo, 12 de marzo de 2023

Nuestras almas al flotar son las nubes mas brillantes

La función básica de los medios es desarrollar falsas necesidades de bienes y servicios fabricados por las corporaciones que convierten al individuo en esclavo del consumo y la pasividad política”.

Herbert Marcuse – filósofo y sociólogo.


Existen tantas campanas que nos cuesta discernir que tañido acompañar. Escuchar se deben escuchar, el problema es poder formar la opinión mas acorde. Para ello se debe disponer no solo de tiempo -al que consideramos escaso- sino de una tipología basada en minuciosos razonamientos, lecturas curiosas o simple formación cultural. La saturación de información a disposición y su manipulación dificultan el proceso tipológico de disponer de una idea personal fundada, y sesudamente mesurada. Por eso es recomendable saber diferenciar entre crítica y reseña, en estos tiempos el uso de las primeras se ha dimensionado. Una reseña, en cambio, presenta pasajes específicos de una pieza para presentar al lector. Por eso llama a nostalgia el uso de una buena reseña, nos hemos abonado a la crítica, que suele ser injustificada, impulsiva, intencionada y generalmente, sin preparación.


Igualmente, sobre las reseñas pende tantas veces una sospecha intelectual, que es poder precisar si se trata de una acción de marketing o de la consabida red de influencias que pulula por toda acción social. La funcionalidad de las reseñas existentes, desde la invención de la imprenta han ido evolucionando hasta considerarla un género literario en sí mismo. Con el desarrollo tecnológico se asemejan a un acceso directo pero con otros condimentos comerciales, se debe procurar ser interesante en esa estructura para que el consumidor atraviesa el clic de ese acceso. Como con la vieja predica literaria, tantas veces la duda no solo abarcaba la intencionalidad sino también poder considerar que al regirse por lo reseñado, no ha quedado fuera de la condensación reseñada una parte esencial que no se habrá de descubrir.


Es que esta última duda estimuló a la gente de escasa contracción al descubrimiento el abrazarse a lecturas y conocimientos fragmentados, descuidadas y sobre todo, superficiales. El conocimiento de una verdad solo se puede alcanzar desde cero, genera duda saber si se puede alcanzar una información o lectura de provecho basándonos en algo sucinto, sobre todo en momentos que se caracterizan por ser efímeros y donde la memoria es un bien escaso. Otro bien exiguo es la credibilidad, un viejo consejo se basaba en que cuanto mas creíble mas impactará en el sector al que se dirige. Esta recomendación hace agua con una realidad en aumento, la gente hoy suele copiar o compartir todo tipo de información que se sospecha que no ha sido contrastada -ni por el editor ni por el que la recogió-. La credibilidad, en desuso, se apoyaba en buena documentación, reflexión previa o todo tipo de detalles que permitieran nutrirte del que más sepa, ejemplos claros los diccionarios o recopilaciones. ¿Hacemos uso de esos instrumentos hoy día al reseñar o acceder a reseñas?


La sobrecarga de la información no es responsabilidad exclusiva de internet. Desde el medioevo surgieron esos métodos obsesivos para la gestión de información, que se profundizan a partir de 1440 con la revolucionaria invención de la imprenta. En literatura, la sobrecarga informativa permitía a los reseñistas otorgar un camino para “ese bosque confuso de libros”, como definió Ítalo Calvino. Si la duda siempre nos supuso estar demasiado influenciado por el “especialista”, la desconfianza hoy parece ir en aumento al no percibir conocedores versados encargados de la comunicación y difusión. Y esto sin profundizar la magnitud de las reseñas comerciales de las grandes plataformas digitales de venta, ante otra revolución imparable como es internet. En esta era digital la reputación en línea dicen que debe ser esencial, de ahí que en la vorágine comercial impuesta, hasta Google se ofrece con packs de reseñas en línea y otros portales ofrecen garantías certificadas de reseñas en forma gratuita, al tiempo que advierten de la proliferación de reseñas falsas con fines comerciales. Es decir, que con los adelantos previstos de la www seguimos hablando de las mismas miserias y desconfianzas.


A lo largo del tiempo, los eruditos extractaron, esquematizaron, compilaron y compendiaron fragmentos de todo tipo de saberes para que podamos leer, informarnos o notificarnos de las cosas ya sea de forma intensiva o extensiva. Hemos elegido alejarnos de la información y su razonamiento. Se abrieron las clavijas de las cajas de Pandora donde la desconfianza prima, sintiéndonos intoxicados o pervertidos por la manipulación comercial de la información. Está en cada uno de nosotros persistir en el intento de buscar información sesuda. La publicidad, el marketing y la mediocridad están instalados y oficializados, nosotros no debemos estigmatizar la validez de las reseñas, aceptando una sensación resignada de decadencia. Muchas reseñas siguen siendo valiosas y en parte, desinteresadas, manifiestos de verdadera literatura o filosofía. Esta bitácora, salvando las distancias, intenta dejar sentada dudas o vivencias para que alguien se quiera nutrir de ellas, y a partir de ese “esfuerzo”, profundizar por su cuenta hasta sentir el vacío fascinante del cultivarse porque hay demasiado por conocer...

 



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