lunes, 16 de septiembre de 2019

Analizas a la gente de unas pocas pinceladas


“Sueño la pintura y luego pinto mi sueño”.
Vincent Van Gogh

El proceso de comprensión ante la creación artística dependerá de diversos factores, entre otros elementos, un proceso intelectual, técnico, religioso, estético y social que confluyen en el momento de la creación. Para la comprensión del trabajo de un artista se debe tener en cuenta su consideración pública y su inserción en un grupo social. El artista nunca ha controlado plenamente la difusión de las obras de su arte, la presencia del mecenas o del coleccionista tienen la fuerza junto con la del critico quienes van a determinar que la pieza creativa sea un testimonio, a lo largo del tiempo, de identidades históricos. Aunque creo que el secreto de la genialidad de un artista es que comunica cosas aparentemente incomunicables.


Los visionarios suelen generar rechazo en un principio. Un proceso no es algo rápido y las sociedades a veces necesitan tiempo para confiar, gustar o desear. Muchos de los que frecuentamos algún museo para intentar comprender una gran obra, llegamos al recinto ya influenciados por el peso de la historia. Llegamos convencidos de que vamos a ver una gran creación, lo que demora aún más la adquisición de una capacidad crítica. En el caso que pudiéramos liberarnos del miedo que nos genera sentirnos neófitos en materia artística y de caminar solos, podríamos intentar superar ese complejo de inferioridad o de ignorante que suele producir estar frente a una obra universal y no “poder ver nada”. Yo no entiendo de arte pero cada tanto ingreso en algún museo, porque considero que algo me quedará y si no al menos, me educaré visualmente. Mi intención es cambiar la ruta de mis ideas y el arte puede contribuir a esa sensación de perder de control.

Cuando visitas el Louvre una multitud de visitantes y guardias te avisan de que estás cerca de la Gioconda. Pero en el transcurrir de esa búsqueda te topas con indiferencia con una verdadera colección de grandes obras, donde solo algunos supuestos eruditos se detienen durante horas para observarlas. Mi visita al Louvre demandó algunas horas pero he conocido gente que programa diversos viajes al museo para dedicarle una semana entera a cada una de sus salas. Esa gente sabe que el arte es inmaterial y tantas veces ni el propio artista conoce la materialidad que inmortalizó su obra. El neófito sospecha que en el arte escasean los aficionados y pulula a sus anchas el esnobismo, donde el arte puede ser un método de ostentación social.

Hay un antes y un después de Pablo Picasso, por ejemplo. Pero eso no significa que todo lo que sea Picasso será bueno. Dicen que hay Picassos buenos y los hay que no serán increíbles. Si bien el arte es subjetivo cuando estas frente a algo que te genera conocimiento es posible que lo puedas explicar, aun con palabras bastas o confusas. Puedes distinguir el arte y saber que en el fondo es un despropósito. En eso radica el secreto de una vanguardia y por eso, tenemos la sensación de que es para unos pocos. Pero debemos entender que el arte desaloja el sentido de lo real, necesita el desborde del sentido común. De ahí que sea subjetivo porque un sentido común no es único, es uno entre todos. Como en cualquier exposición estética la finalidad debe ser la de incluir a todos. Tal vez por eso Van Gogh sea bastante popular, porque nos creemos en condiciones de psicoanalizar sus pinturas, creer que esta obra representa la insatisfacción, aquella otra la depresión, otra la ansiedad o la soledad y tantas, la locura que generará el desenlace. Estos dos ejemplos pueden representar iconos culturales.

Muchos afirman que el retrato de Lisa Gherardini es la obra pictórica más famosa de la historia. Para los iniciáticos, ese es el cuadro que Da Vinci bautizó como La Gioconda. Otras obras populares pueden incluirse como “La joven de la perla”, de Johannes Vermeer, “La última cena” del mismo Da Vinci, “El beso” de Gustav Klimt, “Las meninas” de Diego Velázquez, “Guernica” de Pablo Picasso, “Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808”, o “Duelo a garrotazos” de Francisco de Goya, “La libertad guiando al pueblo”, de Delacroix, “Lección de anatomía” de Rembrandt, “La noche estrellada” o “Jarrón con quince girasoles” de Vincent Van Gogh, “Baile en el Moulin de la Galette”, de Pierre Auguste Renoir, “Arearea” de Paul Gauguin, “La creación de Adán”, de Miguel Ángel o “El grito” de Edvard Munch. En el caso de este último título, pocos saben que en realidad Munch no pintó un solo grito sino varios. Y lo más paradójico es que si observas el cuadro, el protagonista en realidad no está gritando y sus manos cubren sus oídos para acallar el grito que viene de fuera. Pero no existe noruego que no reconozca “El grito” como su pintura nacional emblemática.

La muerte suele generar al autor una revalorización instantánea de un trabajo tal vez ignorado. La desgraciada vida de Van Gogh no puede tallar su existencia de romántica. Fue menospreciado por retratar escenas cotidianas y apenas pudo vender una sola obra, “El viñedo rojo cerca de Arles” (1888). Su muerte dio paso a un regimiento de críticos que habían pasado por alto su trabajo, hasta considerarlo el artista más popular de los Países bajos. ¿Es real determinar que Vincent Van Gogh es el representante por excelencia para los holandeses? No parece. Sí tal vez, el más conocido.

Antonio Berni fue el pintor más aclamado de Argentina, Jackson Pollock el más conocido estadounidense, Roberto Ossaye de Guatemala; Fernando Botero de Colombia o Diego Rivera en México. La idea de escribir esta entrada surgió como una alternativa de graficar un mapamundi con los artistas representativos de cada país. Pero sin darme cuenta he reformulado porque en mi ignorancia supuse que en realidad un cuadro y su artista son una incongruencia difícil de explicar, representar e interpretar y peor aún, nos puede decir diversas cosas a lo largo del tiempo. Un cuadro es una ventana donde enviar un mensaje, no siempre difícil de analizar. El secreto es aprender a mirar y será la eliminación de los prejuicios la mayor facilidad para descubrir el arte. Elementos mentales elaborados por mecanismos mentales para descubrir lo que nos rodea, donde creemos que el arte expresa conceptos y tal vez solo logre manifestar comportamientos y actitudes y la sorpresa será reconocer que muchas veces el arte no es más que una perturbación o desorden mental personal y no de un territorio…

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