jueves, 13 de marzo de 2014

Naufragio interno



En este pueblo de origen pesquero que solo interrumpe su tranquilidad la llegada del verano, no suele pasar gran cosa. Este invierno no fue frío en exceso, pero trajo la particularidad de una serie de alertas por fuerte viento y oleaje. Comenzó en el otoño con alertas amarillas y olas de hasta cinco metros. Ha ido subiendo el metraje hasta once y modificado los colores de la alarma, fue habitual la alerta naranja promediando el invierno. Y fueron considerables los daños ocasionados a lo largo de la costa cantábrica.


Pero los daños no fueron solamente para los habitantes de la tierra. Los temporales y fuerte oleaje ha afectado considerablemente el proceso migratorio de animales marinos. Las inclemencias del tiempo dificultan sus hábitos de vida y pesca, y requieren de un esfuerzo energético adicional que los lleva al agotamiento. Y entonces durante los meses de enero y febrero fue habitual en las costas vascas la presencia de aves o mamíferos marinos.

La presencia de focas grises (Halichoerus grypus) procedentes de las islas británicas, canal de la Mancha o la Bretaña francesa, no es extraña pero sí ocasional. En los anteriores diez años, el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre  de la Diputación Foral de Bizkaia (C.R.F.S.B) atendió un total de 10 focas. Este invierno el número superó todas las estadísticas, en total asistieron a más de 20 ejemplares (y hablamos de 40 en total sumando Cantabria u otros), de los cuales 5 murieron. La mayoría de estos ejemplares son jóvenes destetados que se alejan en busca de un mar más tranquilo donde alimentarse. Pero se encontraron con temporales que los han debilitado y obligado a refugiarse en los puertos vascos para descansar, alimentarse o reponer fuerzas. Por eso, fue habitual observar fotos, notas en periódicos o presencia masiva de curiosos para familiarizarse con los animales. Y en Plentzia tuvimos nuestro ejemplar reposando.

Desde el primer atardecer que arribara a la playa plentziana, los curiosos rompieron la monotonía del invierno y fin de año para acercarse a fotografiar la especie. Abundaron las recomendaciones del C.R.F.S.B recordando que se tratan de animales salvajes, ya que los curiosos motivados por la ternura de ver a una especie de cachorro, se acercan considerablemente y pueden llegar a ser atacados en caso de sentirse acosados por la cercanía del hombre. Apuntan que poseen una dentadura equivalente a la de un lobo y pueden transmitir infecciones si llegaran a morderte. Por eso en Plentzia, la zona fue rápidamente acordonada por los municipales, y como si se tratara de la alfombra roja de los Oscars, los paseantes olvidaron sus caminatas habituales para abundar en sesiones fotográficas de móvil y en un sinfín de suposiciones por la falta de información ante tamaño descubrimiento.

A causa de estas irrupciones el Centro de Górliz incrementó su actividad. En el lapso de un mes, un centenar de aves y 3 focas grises fueron atendidas. Una de las focas fue intervenida quirúrgicamente  a causa de complicaciones de peso y traumatismos causados por mordeduras de otros animales. Esta foca fue la única de las 3 que logró sobrevivir.

La semana pasada la foca volvió a ser noticia. La Diputada foral de Agricultura la ha devuelto al mar frente a las costas de Bermeo. Junto a la foca se procedió a la suelta de 17 araos, 1 frailecillo y 1 alcatraz recuperados en las distintas instalaciones forales. Los periódicos y noticieros locales abundaron información sobre el acto y todos observamos con ternura el éxito de estos Centros en recuperar a los animales y el sobrevivir de las especies de las duras condiciones de los temporales.

Para los curiosos de turno, la foca plentziana parece que luego de un par de días de descanso en nuestras orillas, emprendió el regreso a la Bretaña. Esta parte de la información no está contrastada, solo me baso en los wass-ups que confirmaban constantemente la situación de la foca.

Al mismo tiempo y en otras circunstancias, murieron 15 inmigrantes subsaharianos que intentaban arribar a territorio español desde Ceuta, en el sur de la península. Después de intentar por tierra el ingreso, más de un centenar de ellos lo intentó a través del mar y todavía coletean las imágenes de varios de ellos rodeados por la guardia civil y la dudosa presunción de que les han arrojado balas de goma en las mismas aguas. A pesar de las diversas versiones oficiales que se fueron sucediendo a lo largo de los días, el aporte de teléfonos móviles anónimos permitió suponer que sí, que les han tirado de manera intimidatoria y cruel balas de goma que en el mejor de los casos les han rozado y en otros, les han ocasionado heridas.

La situación ha girado políticamente desde ese momento. La política todo lo agrede finalmente. La ideología determinará si estamos o no de acuerdo en esas situaciones, defendemos la legalidad o no de acceder de esa manera a otro territorio. Pero la pregunta que no nos hacemos es si cabe suponer que a la gente le agrade tener que acceder de esta manera a Europa. No nos ha pasado a muchos de nosotros sentirnos molestos y hasta vejados al tener que superar los scanners de inmigración de varios aeropuertos. A mí me sucedió en Londres, por ejemplo, y el mal momento fue evidente. Creo que me alteró hasta promediado el viaje. Me sentí cercano a la humillación, recuerdo que caminé desde ese sector hasta el lugar de embarque con la sensación de que alguien me estaba considerando un extremista o terrorista.

En diversos países de África conseguir un visado es una verdadera odisea. Pero como en todo el mundo, el poderío económico alivia esos trámites. Así que las clases privilegiadas no tienen que afrontar este tipo de situaciones para ser bien recibidos en territorio europeo. Pero la mayoría habita en la pobreza y un visado en cualquiera de estos países supera los 200 euros de costo. Si no podemos comprender si es caro o no para estas gentes, es bueno el dato de saber que los pocos que pudieran trabajar de algo, y aún abusando de la imaginación, si lograran ahorrar algo de su sueldo para hacerse con el visado, apenas ganarán el equivalente a 50 euros mensuales. Y para mayor perversión, si no te aceptan el trámite, no te devuelven el dinero invertido.

Y abundan los casos de jóvenes que atraviesan medio África para intentar abordar territorio español. Muchos de ellos tardan meses en caminatas o viajes en malas condiciones, y luego tardan otros tantos meses en poder acceder a las distintas posibilidades de “asalto”. En estos días abunda la modalidad de intentar saltar las rejas de Ceuta o Melilla, pero es habitual el intento de ingresar en patera desde los diversos puntos de Marruecos. Centenares de jóvenes que parecen fuertes, gente sana que se cansa de que no pase nade en sus vidas en sus países de origen e intentan buscarse la vida en territorio europeo.

Luego de que fallecieran esos quince inmigrantes, las imágenes que se sucedieron de las diversas colectividades africanas en las distintas comunidades de España era la indignación ante la humillante muerte que soportaron. Ellos, que lograron llegar, saben que la diferencia entre sentirte un héroe o un fracasado es apenas visible. La familia queda en sus países y a veces solo se enteran por llamadas de amigos o colectividades donde les notifican la muerte en soledad. Y en esa parte de África suelen quedar mujeres e hijos sin grandes posibilidades de sustento. Estos detalles también existen a la hora de ir a probar suerte. No me imagino a mis padres que tuvieran que sumar esta preocupación a las que ya tenían a la hora que yo, con mi pasaporte europeo, abordara hace doce años la terrible experiencia de irte de casa para buscar otro horizonte.

Es difícil frenar la inmigración. Los gobiernos agudizan el ingenio para reducirla pero pararla es tarea imposible a lo largo de los tiempos. Es triste pero es tarea de los gobiernos, aunque no las compartamos. Pero cuesta creer cuando el común de la gente analiza con indiferencia el proceder de las masas. En un país que desde tiempo inmemorial se sensibilizó con la migración propia, resulta frustrante escuchar algunos análisis. Al ver a estos jóvenes africanos mal vivir en las puertas de un supermercado a la espera de la ayuda ciudadana, no logran abrir su mente y confirmar que a pesar de lo triste de esa imagen, esa persona se encuentra mejor que si estuviera en su país de origen. Solo bastaría acercarse a conversar unos minutos. Hace unas semanas mi amigo Joseph a quien le dedique la entrada del pasado 13 de febrero, nos contaba a mi esposa y a mí, su indignación por su avatar, y casi con lágrimas y con furia de la que no es violenta sino impotente, nos compartió en voz alta el dolor al recordar el esfuerzo del padre por darles una educación para terminar en la puerta del super a la espera de unas monedas que le permita perpetuar el sueño de salir adelante. Y recuerdo que su padre murió a causa de machetazos dados por milicias en la guerra civil en Liberia.

A todo aquel que le molesta que estos inmigrantes lleguen con algo de información sobre adonde deben dirigirse ni bien pisan nuestro territorio o el argumento que deben sostener ante los primeros interrogatorios, les invitaría a recordar que sienten cuando los avatares climáticas les enfrenten un día cualquiera, solo un día o mejor dicho sólo un rato, con una tormenta. Molesta mojarse, molesta el viento cruzado sobre la cara, molesta la sensación de calarnos la ropa, arruinar el calzado, romper el paraguas, o correrse el punto de las medias. Recuerden la euforia o tranquilidad al llegar a casa. A todo aquel que debe afrontar un requerimiento de alguna empresa que nos suministra servicios, cuantas veces estudiamos un argumento para evitar que nos incrementen nuestros costes. Solo con esos dos ejercicios, comprenderíamos como estos inmigrantes al arribar a territorio español buscan la seguridad de la policía para abrir un expediente y solo portan un pequeño argumento  a veces mal estudiado para intentar permanecer en el país tras un largo proceso. Y lo hacen con euforia, como si hubieran superado el escollo de sobrevivir, cuando en realidad solo pasan a otra fase dura en aras del objetivo.

Cuando se estudia la posibilidad de asilo político, se tienen en cuenta las condiciones de los países de origen. Así todo el porcentaje de asilos otorgados es ínfimo en comparación a las solicitudes. Si al arribar a territorio español uno declara que vino en busca de un futuro mejor, este argumento suele ser considerado débil y a la mayoría de las veces excluyente para conseguir el objetivo, ya que quien no busca un futuro mejor, incluidos los oriundos. Como cambia la debilidad de un argumento cuando decimos la misma frase hecha al arribar con un pasaporte. No ha cambiado el objetivo, solo la suerte de disponer de ese cuadernillo donde se acumulan sellos.

Todos los europeos tienen un país colonizado a sus espaldas. 400 años después no son necesarias las galeras para buscar esclavos para trabajos de esfuerzo en otras tierras. Esta mano de obra joven se ofrece sola para la misión. Pero nos parece mal, políticamente nos alineamos o no en políticas migratorias. Finalmente logramos mejorar la mentalidad ante aquella arbitrariedad (en apariencias, porque las reformas laborales se asemejan a los conceptos de esclavitud), será importante que en breve cambiemos la manera de pensar a la hora de juzgar el dolor de la vida humana. Quizás con esta nueva camada de jóvenes sin expectativas laborales en el país, que buscan el amparo laboral de Alemania o Reino Unido,  comprendamos que sólo nos separan los papeles y el azar de dónde has nacido, pero te debería igualar tu condición de persona.

El día que nos sensibilice igual estos arribos de inmigrantes con los avatares de una foca gris ante una tormenta o el varar de una ballena en cualquier costa, habremos dado un gran paso para entender que el azar muchas veces es cruel. Pero es más cruel la indiferencia o el dedo acusatorio del que permite el libre mercado o hace la vista gorda a la especulación financiera, pero solo comprueba la legalidad cuando se trata de la fragilidad de algunas vidas humanas.



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