Casi
nadie visitaba Albuquerque. Los turistas solían pasar de largo por sus caminos.
Pero en los últimos tiempos, los visitantes se detienen en esta ciudad en el
condado de Bernalillo, en el estado estadounidense de Nueva México. Encaran una
ruta temática que es furor; se centran en cuatro o cinco sitios puntuales. La
parada obligada es el Octopus Car Wash, un túnel de lavado de coches. Otro
lugar emblemático del nuevo recorrido es un local de comidas rápidas de la
cadena Twisters, en el 4257 Isleta Blvd. Aquí los visitantes hacen alarde de imaginación
y memoria y prefieren llamar al local como “Los pollos Hermanos”. Es que los
principales ambientes donde se escenificó la serie Breaking Bad, se han
convertido en escenarios de culto. Y ello nos lleva a preguntar los alcances de
la ficción en las cabezas de los habitantes de este planeta.
“Cada
día recibimos infinidad de amantes de la serie”, explica a una revista un
empleado mexicano del lavadero de coches. La mayoría eran estadounidenses, pero
con el correr de los meses se acercan latinos, cubanos y hasta brasileños.
Todos quieren sacarse la foto de rigor en el mostrador donde te cobraba Walter
White el lavado. En la recepción están colgadas fotos de los actores y venden
suovenirs de la serie. Los de más salida, unos caramelos de color azul que
imitan la forma de los cristales de metanfetamina. La serie finalizó esta
temporada, pero los habitantes de Albuquerque notan como los amantes de la tira
se resisten a devolver a la ciudad su estado de indolencia habitual. Nadie está
dispuesto a que se termine el rodaje de este resplandor.
Panaderos,
fabricantes de caramelos, operadores turísticos y hasta los museos The National
Museum of Nuclear Science & History (centrado en la era atómica y la
energía nuclear) y el The Anderson Abruzzo Albuquerque International Balloom
Museum (dedicado a la historia del globo aerostático), han incrementado sus
actividades. Desde el casco antiguo de la ciudad parte “The Bad Tour”, un tour
que se lleva a cabo en un pintoresco tranvía. En grupos de 34 personas, durante
3 horas y media se visitan 13 localizaciones de la serie en un recorrido de 60
kilómetros. También puedes encarar un tour en bicicletas, el “Biking Bad Tour”.
Todo está montado para disfrutar de esta Disneylandia para adultos y de paso
descifrar las mentes oscuras, la de los habitantes de la ficción y de su legión
de admiradores y seguidores.
Hay
un producto para spa que despierta furor. Su propietario comenzó a fabricar
sales de baño Bathing Bad, y de este modo está pagando la renovación del
edificio que compraron para su negocio. El propietario se preguntó: “¿Qué haría
Walter White para pagar las obras? Decidimos que la anfetamina no era buena para nosotros, porque no somos
buenos químicos, sabemos que hace estallar cosas y huele mal (…), así que
decidimos que las sales de baño eran una mejor opción”. Y vaya si las obras se
pagan con este producto. Se venden en los Estados Unidos y otros 19 países,
repartidas en bolsitas de plástico, inspirado en… quién si no, la serie.
Y
habrá alguno que a esta altura, se preguntará quién es Walter White. Una
persona que puede tomar las peores decisiones de su vida, amparándose
inicialmente en una supuesta buena razón. Ese es Walter, un triste profesor de
química, que al cumplir los 50 años le detectan un cáncer terminal. En plena
crisis existencial, dilapidó una posible carrera de físico (con opciones de
Nobel incluidas) para terminar dando clase a alumnos displicentes de instituto y
ganando un sobresueldo por las tardes como cajero en un lavadero de coches. El
dueño del lavado (aunque con los años Walter será el dueño del túnel para “lavar”
el dinero del cristal azul), cuando la actividad arreciaba, le obligaba a
agacharse y lavar llantas, cubiertas y tapizados. Walter está casado con
Skyler, tienen un hijo discapacitado y ella está nuevamente embarazada, esta
vez por descuido. Un cuñado con cargo importante en la DEA lo invita a un
procedimiento de detención de un laboratorio de metanfetamina y el reencuentro
con un ex alumno (Jesse Pickman) le lleva a elaborar la mejor metanfetamina que
se recuerde en territorio americano. Su pureza no disminuye del 96% y su terminado artístico le deja un color
azul que lo hace distintivo. De esta manera, planifica dejarle una solidez
económica a su familia ante la inminencia de su muerte. Pero las cosas se
complican, porque Walter se fascina con este nuevo trabajo, y se convierte en
un poderoso narco, buscado sin suerte por su propio cuñado. Durante cinco años
presenciamos la transformación de un hombre bueno al hombre malo. Poder, sed de
venganza, avaricia y locura se apoderan de Walter, quien para muchos deja de
ser Walter para ser ese alter ego que se dice llamar Heisenberg.
Werner
Heisenberg recibió el Nobel de Física en 1932. La mayoría lo recuerda por ser
el descubridor del principio de incertidumbre que lleva su nombre. El Nobel lo recibió
por sus teorías sobre mecánica cuántica. Por sus antecedentes judíos, se
consideró enviarlo a un campo de concentración durante la Segunda Guerra
Mundial. La familia materna de Werner era cercana a la familia de Heinrich
Himmler, comandante en jefe y ministro de las SS. A través de una carta,
lograron salvarle la vida, pero a costa de trabajar años para las
investigaciones de energía nuclear de Hitler. Las similitudes con la
metamorfosis del personaje de Walter no son coincidencia. Ambos eran profesores
que se ven involucrados con personas incorrectas. Ambos padecen el mismo cáncer, variando los desenlaces. A la muerte real de Werner se
sucedieron tributos por su carrera. Quizás en la serie, el mejor reconocimiento sea
que Walter White, en el último capítulo se enfrente con su último enemigo, unos
supremacistas blancos tatuados con esvásticas en toda su anatomía. Además de un
lógico corolario para la serie, era una reivindicación histórica en nombre del
Heisenberg real.
Tras
62 episodios, la lucha del bien y del mal en Walter la ha terminado de ganar
siempre su alter ego, Heinsenberg. Esta lucha interna que se va generando a
medida que elabora esta droga azul y aumenta su poder, ha sido avalada por el
crecimiento de espectadores. De los 2.8 millones que despidieron el final de la
primera parte de la última temporada, a los 10.3 millones que presenciaron en
directo el último capítulo en los Estados Unidos, da muestra del espiral de tensión
que nos entregó la serie, que ya es esta considerada en el Olimpo de los
coleccionistas. Está a la altura de los miticos Tony: Montana (el Scarface de
Al Pacino) y Soprano (James Galdolfini de la serie Los Soprano). Pero dejando de lado el entretenimiento que
propone una serie de ficción, nos queda una pregunta que da miedo formular y
encarar resolver: ¿Qué modelo de conducta le presentamos a este mundo donde el
narcotráfico está tan involucrado en actividades policiales, gubernamentales o
urbanísticas? En la serie apoyamos a un protagonista antihéroe, desearemos que
no sea atrapado, al final de la última temporada reconoceremos que debe morir
más allá de su cáncer, pero sus cambiantes tránsitos del jefe narco al hombre
sensible que era, nos hará dudar más de una vez de la suerte que se merezca
Walter White.
Para
los jóvenes de todas las épocas suele costar comprender lo bueno o malo de
ciertos actos. La fama que supo ganar el personaje de Scarface estaba
ambientada en otra época, donde el narcotráfico parecía ser el negocio de
cuatro o de cinco. Hoy la droga mueve tanto dinero que no sospechamos sus
alcances. Presumimos que muchas campañas políticas están avaladas por este
dinero que ingresa “limpio o lavado” en el sistema. La especulación inmobiliaria
y urbanística cuenta también con estos ingresos. Y los jóvenes de hoy pueden
agregar más motivo de confusión hacia sus valores, principios o ideales, si les
intentamos demostrar, aunque sea a través de una serie, que cualquier motivo es
justificable para actitudes injustificables. El fin no justifica los medios.
Para
que no creamos que estamos exagerando al dudar del mensaje de las series o películas
de hoy día, veamos lo que analizan consultoras, medios especializados de
marketing o management a partir del éxito de la trama. Califican a la serie
como uno de los mejores estudios disponibles sobre la dinámica de negocios
modernos. Tres factores describen al tímido profesor de química: La ambición de
crear un imperio del negocio, su obsesión por la calidad del producto y la
capacidad para establecer redes de negocios. También asesoran a empresas sobre
cinco estrategias de gestión bien claras en la serie: 1) Tener un buen
producto. 2) Ofrecer un servicio flexible al cliente, dando respuestas a las
necesidades del consumidor y del mercado. 3) Ser consistentes en nuestro producto,
todos compraban el material azul de Heisenberg porque ya nadie dudada de su
calidad. 4) Canales de distribución de largo alcance. Por eso Walter debió aliarse
para distribuir la droga. 5) Mantener contentos a los empleados. Walter siempre
ha planteado una relación de fidelidad con su ex alumno adicto, Jesse Pickman.
A pesar de numerosos enfrentamientos, Walter siempre ha protegido a su
compañero, hasta reconocer que ambos eran los mejores cocineros de
metanfetamina de los estados.
Breaking
bad con una dosis increíble de acción, emoción y excelente guión atrapó nuestra
atención durante cinco temporadas. La serie se hace “fuerte” reconociéndonos que
el más fuerte es aquel que puede pasar la barrera de la formalidad o
mediocridad de las buenas intenciones y triunfar en una lucha interna intensa hasta
ser cruel y ambicioso en exceso. Mezclado de acciones de ternura, de concepto
permanente de que somos familia, de la necesidad de dejar lo mejor para los
nuestros, nos acerca bien claro el recorrido de donde está el poder, el dinero,
y el poco a poco ir sintiéndote bien y cómodo ante el radical cambio de
actitud. Nos muestra una interminable cadena de mandos que alimenta este
negocio de la droga. Mientras tanto, cada tanto, vemos en la vida real, como aviones oficiales
están envueltos en intercambios internacionales (hagan memoria los argentinos
lo que sucedió con el escándalo de valijas con drogas en el aeropuerto de
Madrid en el año 2004. Bah, en realidad no sucedió nada, los sospechados políticos siguieron agrandando su fama). Y nos tenemos que preguntar si pueden discernir
los habitantes de México, Colombia, Honduras, Argentina, Venezuela, Italia,
España o los mismos Estados Unidos, que alternamos la afición por la serie y el
derrotero de Walter White y Jesse Pickman con las noticias que cada día son más
cotidianas en nuestras vidas reales.
La
semana pasada, cuando aun me quedaban por ver los últimos 6 capítulos de la
serie que me ha atrapado como pocas (Mad Men, Los Soprano, House o The Wire),
me detuve a mirar un documental argentino llamado Rosario, la ciudad del Boom,ciudad del bang. Este documental intentaba dar algo de luz del fenómeno social
que se ha generado en la llamada Chicago argentina. En los últimos años ha
aumentado a niveles increíbles los homicidios violentos generados por el narcotráfico y la especulación urbanística,
la ciudad se ha fragmentado. El documental por momentos te deja herido al
comprobar la degradación a la que estamos ya habituados, que a veces
dependiendo de nuestra ideología o cercanía política, lleva a unos y otros a
relativizar el tema que hace una década que está con nosotros: el narcotráfico.
Aquí no encontraremos al genio de Walter y su estricta profesionalidad para
mejorar la calidad del producto y su distribución. En Rosario los llaman soldaditos a
los que vigilan las calles y a los que cada poco ajustician las distintas
bandas. Y me imagino que cada país de los mencionados anteriormente,
tendrá su set de acción a pocas calles de su casa.
En
los momentos finales de esta historia, Walter entierra en bidones algo más de
80 millones de dólares. Luego en ese mismo pozo desaparecerá el dinero y
estarán enterrados algunos personajes importantes de la serie. Walter, en su
eterna prolijidad, deja un papel con las coordenadas de GPS. Todo aquel que en
cualquiera de los tours organizados en la ciudad donde se inmortalizó la serie,
sincronice las siguientes coordenadas: +34º 59´20.00”, -106º 36´52” no se alzará
con una millonada. Solo encontrará los ABQ Studios, donde se reprodujeron los
interiores de la serie y reciben su homenaje en forma de coordenadas. Si
todavía alguien creería que la serie podría arrojar una imagen negativa de la
ciudad, ha ocurrido todo lo contrario. Y yo, amante de la serie no termino de
comprender si el mensaje es de apología del delito o simplemente un
entretenimiento que haga más llevadero la aceptación de la mediocridad o resignación
en la que se están cubriendo nuestras sociedades. Es como leer todos los días
aquella exquisita novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte
anunciada…
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