“Bueno, ahora voy a hablaros un poco
de mi vida. Tengo 29 años, soltera y huérfana de madre. Trabajo desde hace diez años sirviendo en una casa.
Mi pelo es castaño claro, mis ojos castaños. Mido 1,60 metros y mi peso es de
53 kilos. Y sin nada más, se despide de vosotros una amiga, Maxi.”
Cientos de cartas de mujeres casaderas
de distintas regiones de España respondieron a una consigna. La despoblación en
el mundo rural obligó a un arrebato de originalidad de los solteros de la
localidad de Plan, pueblo pirenaico de Huesca. Más que extravagancia, resultó por
un impulso generado por el western que una tarde de invierno echaba la televisión
nacional.
Comenzada la tarde, es religión en
los bares de casi toda la península, abordar las interminables partidas de
cartas. Casi siempre con la eterna compañía de la televisión, este aparato
brinda un innecesario sonido ambiente, ya que las discusiones ante el azaroso
avance de los naipes, la mayoría de las veces, hace que nadie preste atención al
receptor. “Saber y ganar”, los documentales de la 2, cualquier vuelta ciclista
y la película de John Wayne o otros western, son el decorado habitual entre
envido y envido.
El 3 de enero de 1985 la partida en
el bar Ruché, no debía ser épica. O la conversación en el film de un ganadero
llamado Roy Whitman (John McIntire) con el conductor de caravanas Buck Wyatt
(Robert Taylor), sacudió el sopor de los parroquianos. Todavía no se había desarrollado
el western repleto de aventura, humor, drama, acción y batalla de sexos.
Todavía no, pero una frase sacudió los corazones de esos hombres de entre 20 y
60 años, obligando a apoyar los codos en el paño de cartas, o acercarse a la
barra para subir el volumen. La magia del cine coincidía con las necesidades
mundanas.
“Este valle es rico, esos caballos
pastan en la mejor tierra del mundo. Trigo, ganado, caballos de doma… Me olvidé
de algo, ¿sabes qué? Raíces, que lo mantengan vivo. Mujeres…” El capataz
encarnado en la figura de Robert Taylor se trasladará a Chicago para proponerles
a 150 mujeres que le acompañen al oeste en caravana. De esa manera podrán
conocer a sus granjeros, peones o capataces, y tal vez casarse con ellos.
Trece de los que estaban a esa hora
en el bar dejaron todo en el acto. Apuraron los cortados, café solos,
manzanillas, sol y sombra, orujos o se mojaron los secos labios, producto del
hallazgo, con un trago de gin tónic, para seguir atentamente el contenido del
film. Al terminar “Caravanas de mujeres”, tenían claro que ese era el camino. Había
que solucionar el tema de la soltería. Y lo iban a encarar con un aviso por
palabras en el periódico local, El Heraldo de Aragón.
A esa fecha había en el pueblo una
sola mujer casadera. Y cuarenta hombres solteros para cortejarla. Las demás
mujeres, paradójicamente para evitar el duro trabajo en el campo, optaron por
abandonar el terruño y trasladarse a estudiar o trabajar en las urbes, como
Barcelona, Zaragoza, Madrid o Valencia. Y los hombres, proseguían trabajando la
tierra, pero buscaban una posibilidad de futuro para continuar una forma de
vida, trabajo y economía. Y publicaron el aviso.
“Se necesitan mujeres entre 20 y 40
años, con fines matrimoniales, para pueblo del Pirineo Aragonés. Se atiende de
20 a 22 horas. Teléfono … Miguel Ángel Fumanal Lascos. Plan (Huesca).”
Y el teléfono comenzó a sonar, y en
algunas llamadas, las primeras interesadas pidieron direcciones postales para escribir algunas líneas introductorias, para ir conociéndose. Y los distintos medios de comunicación provinciales y
nacionales, generaron un fenómeno mediático de repercusión, que obligó a fijar
una fecha para recibir la caravana de interesadas: el fin de semana del 7 al 9
de marzo.
Algunos entablaron correspondencia durante
esos dos meses previos al encuentro. A la carta tipo de Maxi (la que abre esta
historia), encontramos otras desde Plan como respuesta, que mostraban el estilo
epistolar del momento: “Hola, como presentación, te diré sencillamente gracias.
Ya tendremos ocasión, si tú quieres, de hablar mucho, mucho, mucho. Seguramente
deberás sentir la emoción que sintió Cristóbal Colón cuando se embarcó en el
Atlántico, hacia lo desconocido. O Louis (fallido, producto por los nervios de
querer impresionar, se trataba de Neil) Armstrong cuando se lanzó al espacio. Pues
para que no tengas una gran incógnita o decepción te diré que aquí no vas a
encontrar la luna, ni las Américas. Sólo vas a encontrar un pueblo de unos
ciento setenta habitantes, rodeado de montañas, con sus cúspides blancas, sus faldas
verdes, un río que serpentea en sus laderas y el trinar permanente de unos pájaros…”
No tenemos la firma del cortejante, solo su cara reproduciendo el momento para televisión
española.
Ciento cincuenta mujeres confirmaron
su presencia. Pero al pueblo acudieron durante esos tres días casi diez mil
curiosos. Los habitantes de Plan no habían tomado nota de la dimensión que había
alcanzado la propuesta. Si bien recibieron en el acto a movileros o reporteros que
los entrevistaban a cada momento, nunca pensaron que el pueblo iba a ser
invadido por curiosos o solteros de otros municipios. Comenzaría un año de muchas emociones e
ilusiones, un año demasiado intenso.
La primera caravana de mujeres
organizada en España no esperaba tamaña cobertura. Al cruzar los túneles que
desembocaban en el pueblo, notaban que la aparente calma pregonada en los
escritos o conversaciones telefónicas previas, no correspondían con la
expectativa en la entrada del municipio. Manos en alto, gritos de euforia,
bienvenidas, flashes, cámaras de televisión en mano y movimientos multitudinarios
hacia los distintos autobuses, habrán asustado a más de una de esas mujeres que
venían en los tres autocares provenientes de Madrid, Zaragoza y Barcelona. No
sólo todo el pueblo las estaba esperando, todo el valle, y si se quiere toda
España, no iba a permitir que el encuentro tuviera ribetes de intimidad.
Las chicas que se acercaron a Plan
fueron muy valientes. Ellas, movidas por la curiosidad de un aviso, en realidad
no sabían a donde iban, con que se iban a encontrar y a pesar de conocer el
revuelo que generó la noticia, no tomaron dimensión de que iban a ser recibidas
a pie de autobús con micrófono en mano para pertenecer por unas horas al
periodismo del corazón. Pero la recepción que organizó el pueblo, mas el vino,
el baile y la comida dieron sus frutos. En ese mismo fin de semana, hubo una
pareja que se animó a anunciar, en el garaje improvisado de salón de fiestas,
que habían sucumbido al flechazo. A los pocos meses contrajeron matrimonio.
Mariano y Mariángeles, oriunda de Coruña dieron el primer paso, su matrimonio
fue transmitido para todo el país y dieron el ejemplo al resto. De esa primera
caravana, 35 matrimonios alteraron el orden del municipio, y poco más de un año
después, ocho o diez niños nacían en el pueblo y la esperanza de no cerrar la
casi vacía escuela, reflotaba.
En este verano que comienza se
cumplen las bodas de Gránate de varios de estos matrimonios. El próximo año las
bodas de Perla anunciaran las tres décadas del enlace. Según las estadísticas,
solo se produjeron tres divorcios, que pueden ser considerados normales por “los
tiempos que corren”. Cinco parejas aún habitan en Plan, las otras marcharon en
busca de otras oportunidades. Los hijos de aquella caravana se han marchado o
piensan en marcharse en busca de un nuevo destino. Pero el equilibrio entre
los sexos ahora está más repartido, y se impulsó el desarrollo de la zona. La
iniciativa a consecuencia de imitar a Robert Taylor, evitó la total despoblación
de la localidad.
Maxi, la de la carta inicial, fue
una de las que se animaron a viajar en la comitiva. Lo hizo sola, sin
familiares o amigos. Procedente de Valencia, la mujer del cabello y ojos
castaños, conoció a José y presenció ante las cámaras de televisión, junto a el
en ese momento pretendiente, como explicaba al reportero, que a causa de vivir
con su madre y hermana, el tener la cena caliente y lista al volver del trabajo,
o la camisa planchada, podría ser el origen de su soltería. Al terminar el fin
de semana, mantuvieron correspondencia o llamados telefónicos, hasta que en
setiembre de ese año se casaron. Fue el tercer matrimonio de aquel grupo. Maxi
confiesa que lo volvería a hacer, que fue la gran experiencia de su vida.
Las caravanas continuaron. Más de
cuarenta viajes por otros tantos pueblos del interior, con el lema de “Amor por
la repoblación rural” se han realizado desde entonces. Los tiempos han ido
cambiando, ahora se montan o anuncian a través de internet, facebook o wassap.
Pero algunos extrañan que esas citas sorpresas ya no tengan esa magia de
entonces. Se organizan los encuentros en épocas como San Valentín o muchos de
los interesados no se ruborizan al incluir como condición excluyente que las
mujeres sean divertidas, sanas, de buen rollo y sexualmente activas. “Fueron
mucho más que citas: era el sentimiento de todo un pueblo entregado a nosotras
durante tres días”, recuerda una de las primeras.
Casi ya no echan el western aquel
dirigido por William Wellman, ambientado en una idea de Frank Capra. Con un
poco de suerte se podrá encontrar en algún videoclub o portal de descarga de películas,
la versión británica inspirada en estos hechos, de nombre “De profesión solteros”.
O también el film iniciático de Iciar Bollaín, “Flores de este mundo”, premiada
en en Cannes, en 1999, como mejor película.
Las partidas de cartas no
interrumpieron su rutina en la península. “Saber y ganar” continúa en la 2 de
TVE desde las 15:30 horas. Luego los documentales sobre animales siguen teniendo
el mismo magnetismo. Teledeporte siente la caducidad de su señal, lo que invita
a preguntar el futuro televisivo de las distintas vueltas ciclísticas. Algunos de los
jugadores de mus, piden a gritos que se inicie la película de western que aun resiste
en la televisión vasca, poco después de las 18:30 horas. Los solterones siguen
siendo solterones, pero desde aquel 1985, miran de reojo a la caja boba, a la
espera de que llegue una nueva idea, que ayude a vencer la timidez y la despoblación
rural.
Y Maxi o las otras mujeres de
aquella aventura, pueden un día toparse en la radio con la canción de Ismael
Serrano, "Amores imposibles". En esos más de siete minutos le podrá impresionar
el estribillo que dice “Nunca dejes de buscarme, la excusa más cobarde es
culpar al destino, es culpar al destino”. Ella podrá sonreír, sabe que el tema
está dirigido entre tantos que quieran adoptarlo, a ellas, las de la primera
caravana. Y lo podrá comprobar en una de las estrofas finales que dice:
No tuvo Eva este Adán,
no hubo asiento de atrás,
ni caricias, ni cartas
perfumadas,
no hubo cita en el parque.
No hubo chicas de Plan.
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