“Reclamamos
la figura de Miguel de Cervantes como nuestro más ilustre antecesor. El Quijote
no sería lo que fue de no haber sido Cervantes cobrador”. En la página web de El cobrador del frac
aparece la mención sobre el creador de el Quijote y reclaman hace veinticuatro
años su figura para dar categoría a su oficio. No es broma, no es ficción,
simplemente ingresando en la página y dentro del menú, clickeamos en Nosotros y
hasta encontraremos la eterna foto del creador del más hidalgo de los
caballeros.
Perdió
la movilidad de la mano izquierda en la batalla de Lepanto a causa de que un
pedazo de plomo le llegó a seccionar un nervio. Pese a la lesión, Cervantes
continuó un tiempo más como militar. Su sufrimiento no terminó en la batalla.
Regresando desde Nápoles, su galera fue asaltada por los turcos, quienes lo
apresaron y entregaron como esclavo durante cinco años en Argel. Si bien
intentó escapar hasta en cinco oportunidades recién recuperó su libertad en
1580 al ser trasladado a Estambul y al pagar los Padres Trinitarios el rescate
de quinientos escudos solicitados.
Pasados
los años y hasta habiendo actuado de espía en una misión secreta en Orán,
encomendada por la corona española, Cervantes se instaló en Sevilla. Primero
como proveedor de las galeras reales en 1587 y a partir de 1594 como recaudador
de impuestos atrasados. Según legajos hallados, Felipe II buscaba para la labor
recaudadora para la flota de las Indias y hasta entonces “La armada
invencible”, dos personas de confianza, de habilidad y suficiencia que evitaran
la especulación y picaresca que imperaba en la España de finales del siglo XVI.
Se ordenó que se le dejara a las familias lo justo y necesario para su
sustento, pues lo prioritario para los intereses del reino era la alimentación
de las tropas de las galeras. Una de las personas elegidas fue el propio
Cervantes, quien recaudó con éxito trigo, cebada, aceites y garbanzos. Su celo
y afán recaudador le generó hasta un conflicto con la Iglesia, lo excomulgaron.
Y más aún, en 1592 fue encarcelado, según muchos historiadores injustamente,
acusado de vender parte del trigo requisado.
Una
vez demostrada su inocencia es liberado y a partir de 1594 es nombrado
recaudador de impuestos atrasados, hecho que le obliga a recorrer a pie y casa
por casa, los caminos de Andalucía persiguiendo a los deudores del Rey e intimando
a los morosos. Era un oficio mal visto, se lo consideraba como apestados,
recibía acusaciones de judaizante, ya que antes de ser expulsados de esta
tierra, los judíos eran los encargados de cobrar los impuestos. Muchos
atribuyen esa etapa de su vida (y el período en la cárcel) como la musa que le
inspiró a las hidalgas aventuras de Alfonso Quijano, o dicho de una manera
universal, al hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Pero
si bien este desvío en la historia puede resultar interesante, alguno de
ustedes se habrá quedado varado en las primeras líneas de esta entrada con la
mención de El cobrador del frac. En realidad la entrada va a referida a esta
empresa que se dedica como otras al sector del recobro extrajudicial de deudas.
Yo conocí parte de la liturgia de la historia a través de la gente, del
cotilleo, de anécdotas que no pude saber si son verdaderas y un par de veces pude
ver circular por las calles de Bilbao a los coches con el ploteado en sus puertas
de esta singular empresa, que despierta reparo y vergüenza en la cultura
popular.
El
cobrador del frac existe desde 1980 y trascendió porque una parte de su
personal, según la empresa es mínima, se dedica a pasar por las calles
españolas vestido con sombrero de copa y esmoquin y una maleta con la famosa
divisa. Es llamativo ver pasear por las calles de tu barrio a un señor con este
atuendo. De llamativo pasa a vergonzante que toqué el timbre de tu casa. Por más
que los vecinos no sepan que se ha hablado una vez que le hayas abierto, el
barrio entero comentará en espacio de minutos que eres moroso, que te han
visitado para reclamarte una deuda y la vergüenza reposará por siempre en tu
honor y en el de tu familia. Ese podría ser el concepto de su existencia. La
apariencia y la deshonra suelen ser elementos a tener en cuenta a la hora de
recordarle a otro que mantiene algún tipo de deuda pendiente.
La
empresa con 23 años de existencia recalca que si bien se han hecho famosos por
su vestimenta, muchas cosas han cambiado desde la fundación. La mayor parte de
los trabajadores son profesionales que no van disfrazados y se dedican a
investigar y trabajar dentro de la legalidad. Una vez que comprueban la
posibilidad de viabilidad de la solvencia del deudor, le compran la deuda al
acreedor a cambio de un precio y estiman los mecanismos para recuperar el monto
adeudado. Atribuyen su vigencia a la lentitud que tiene la justicia en resolver
casos de este tipo. Para muchos es más efectivo vender la deuda y perder parte
de ella, pero olvidarse de lo sucedido. Y la empresa intentará negociar para
recuperar la totalidad del monto. Nada nuevo, salvo el tema de que te visiten
como para una velada festiva en algún palacio en el siglo XVIII.
No
son los únicos, es un mercado frondoso y con la crisis instalada hace tiempo,
ha aumentado su cartera de clientes o de morosos. El torero del moroso, el
monasterio del cobro, el buda del moroso, el pregonero o el payaso cobrador,
son otras compañías que utilizan el método de la vestimenta singular como
herramienta de despertar vergüenzas. Coches rotulados, octavillas o megáfonos
se utilizan siempre teniendo en cuenta lo duro que resulte el acreedor.
“En
más de una ocasión he tenido que salir huyendo porque me han intimidado con un
cuchillo, un hacha e incluso una pistola. Nunca descubro si es verdadera o
falsa, prefiero quedarme con la duda. La amenaza es el pan nuestro de cada
día”, refleja un cobrador en una nota publicada en el periódico Qué! del año
pasado. “A veces cuando voy con el coche, me insultan. Incluso al volver de una
visita, me he encontrado el vehículo destrozado, quizás por obra de algún
rencoroso”, continúa el anecdotario del cobrador. “Muchas veces nos dan direcciones
falsas y tenemos que buscarlos por varios sitios. El método más eficaz es dar
con algún domicilio familiar”. “Hay gente, sobre todo turistas, que quieren
hacerse fotos conmigo para subirlas luego a las redes sociales”, última
confesión que pido prestada al periódico gratuito. También les dejo el link del programa Equipo ED donde dedican un bloque al cobrador en Bilbao. Es interesante escuchar algunas de sus reflexiones
Si
el acreedor no se encuentra en el domicilio o sospechan que no quiere abrir,
utilizan tarjetas que dejan en el buzón de la casa o edificio que saben que
tiene inmediato efecto, mas cuando en la puerta dejan carteles con leyendas del
tipo: “Moroso paga o todos se enterarán”. Si bien es interpretable el buen o
mal gusto del accionar o si invade el derecho de la intimidad de las personas,
al no haber una regulación clara en el país que regulen las buenas prácticas,
las empresas consideran que actúan dentro de un marco legal.
“Entiendo
que la gente tenga una idea preconcebida, pero la realidad es otra. Cobrar una
deuda no consiste en romper piernas, ni en perseguir por la calle a un
empresario disfrazado. Nuestra actividad requiere una profunda investigación y
trabajar siempre dentro de un marco legal”, declaraba en una entrevista el
director del departamento jurídico de esta entidad. Desde febrero del 2008, la
actividad del cobrador ha aumentado en un 40%. Y la preparación de los
cobradores es fundamental para resolver los conflictos. Y confirman que el
porcentaje aumenta cuando se ven obligados a acercar al cobrador del frac a la
puerta de una casa. El qué dirán vence a la posibilidad de quedarse sin dinero,
y terminan pagando. No todos…
En
el diario El País de ayer domingo me llamó la atención el titulo de una nota
que me obligó a entrar y leerla. “El moroso tenía razón” rezaba el curioso
titular y la nota aclara que luego de sucesivos llamados telefónicos todos los
días durante dos meses a las nueve de la mañana para reclamarle una deuda con
una empresa telefónica que ascendía a 23 euros, un juez acaba de dictaminar que
este usuario fue intimidado de forma constante para obligarle a pagar. El magistrado
condenó a la empresa telefónica a pagar 900 euros, que él ya ha donado a la asociación
de consumidores que le apoyó en el caso. La asociación en cuestión, fundada en
el año 2002 recibió el nombre de El defensor del moroso. Uno de sus socios
trabajó cuatro meses para el cobrador del frac y consideró que las prácticas de
la empresa escapaban de la moral y buenas costumbres, lo que lo llevó a generar
una asociación de defensa.
Teniendo
en cuenta la variedad de morosidad existente en el mercado, también sabemos de
prácticas de ciertos sectores de servicio, que te informan de supuestas deudas a
la hora de querer darte de baja de dicho servicio. A partir de ese momento,
pasas a convertirte en rehén de esa empresa que no solo no te brinda el
servicio que contrataste, sino que te conmina permanentemente a regularizar tu situación
de supuesta morosidad o a “tenerte incomunicado” como una especie de castigo o
correctivo. Estas prácticas todos conocemos de algún ser cercano al que le
toca. Las telefónicas y las entidades financieras son las mayores reincidentes.
Es cuestión de saber que podemos asesorarnos acudiendo a la vía administrativa.
No
es cuestión de salir corriendo como hacía Don Ramón ante la visita del señor
Barriga. No temamos ser víctimas de los puños adiestrados de un símil de Rocky
Balboa antes de conquistar el título de campeón de los pesos pesados ante
Apollo Creed, ni fantaseemos con que nos partan las piernas algún matón o
compadrito. Hacerse asesorar puede sacarnos más de una vez de un quebradero de
cabeza (no de huesos) y teniendo en cuenta lo que hayamos o no firmado,
podremos recuperar la tranquilidad evitando polémicas que llegan a durar
bastante tiempo y ser muy molestas. Claro está que estamos hablando de esas
deudas que nos suelen inventar a través de las permanencias o letras pequeñas o
mails que nunca nos envían o importes que nosotros no reconocemos. Ahora si se
trata de un estafador, suponemos que sobrellevará el apuro de recibir ese tipo
de visitas, seguramente será su manera de pensar que él que está vestido con el
frac pasa por el mismo apuro que él que lo recibe. Recordando a Napoleón que
dijo que “hay pícaros suficientemente pícaros para portarse como personas
honradas”, para ellos no va esta entrada.
Parafraseando
a Cervantes, al que los cobradores intentan acercar su imagen para suavizar su profesión,
“el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Hace 600 años que el
primer pícaro es reflejado en El lazarillo de Tormes, otra lectura también
obligada y el mundo ha dado muchas vueltas. Entonces el deudor era acusado,
disfrazado, subido a un burro y ridiculizado por las calles donde los
insultaban, apedreaban y hasta linchaban. Hoy los acreedores van disfrazados y
esta sociedad de servicios que funcionó al ritmo de la especulación inmobiliaria
y el crédito sin razonamiento, se entera que tendrá que moderar sus formas para
intentar convencerte de que algo les debes y si lo debes, buscar tus vergüenzas
de otra manera, porque el moroso tiene sus derechos y bastantes veces suele llevar la razón.
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