"La pluma es la lengua del
alma".
Miguel de Cervantes
Saavedra
“El loco se mira al espejo
y se saca la lengua. Piensa que el espejo se está burlando de él. Lo rompe. Se
arrepiente, a la hora de peinarse. Sobre una mesa, fragmento a fragmento
recompone el espejo, que queda casi completo. El loco prueba a mirarse de nuevo
y ve su rostro, pero no la boca (falta esa parte, que se pulverizó con el
golpe). Desde entonces, nunca más habla."
Antonio di Benedetto
falleció en 1986. Desde entonces ha sido re editado, reconocido por la crítica
literaria argentina y recuperado por las instituciones. Quizás le ha faltado
ser leído. No le sobraron nuevos lectores, aunque fue un excelente narrador,
dueño de buenas novelas e infinidad de cuentos. Uno de estos relatos, luego
definidos como microrrelatos, es el que abre la entrada. “Sin boca” se editó en
1983 y forma parte de la obra “Cuentos del exilio”. Allí se reflejan textos
autobiográficos. En el prólogo lo anuncia: “El silencio a veces, equivale a una
protesta muy aguda”. Y escribe sobre él sin mencionar la primera persona, lo
hace a través de simbolismos o figuras alegóricas.
Para ir dejando al autor,
recomiendo que lean “Cuentos completos” o novelas como “Zama”, “Los suicidas” o
“Sombras, nada más”. Volviendo a “Sin boca”, el relato refleja el efecto del
exilio obligado en su persona, relacionándolo con una especie de locura, pero
yo lo utilizo como disparador para un tema muy trivial, que llama la atención
en toda época: El porqué de sacar la lengua. Perdón, di Benedetto, es una
afrenta tamaño introductor para algo tan banal.
Un gesto casi involuntario
en un adulto es sacarle la lengua a un bebé cuando esté jugando con él, en el
intento de captar su atención. Este niño, a medida que crezca, responderá con
el mismo gesto cuando un par o un adulto le contradigan. Otros personajes ya
maduros, mientras desarrollan una habilidad, la suelen plasmar con la lengua
fuera, sus fotos son universales. Para algunos, la lengua fuera es una
presentación de una potencialidad sexual. Para otros, sacar la lengua es un
gesto de mala educación y falta de respeto. ¿Pero en realidad que representa
sacarle la lengua al prójimo? Quizás todo esto junto, en sus diferentes
momentos.
Si revisamos nuestros
álbumes de fotos, podemos encontrar diversos estereotipos en ellas. Está el que
hace cuernos o burlas al distraído, el que levanta permanentemente el pulgar
(hoy reemplazado por el que se siente clon de Ronaldinho) y está el/la que le
saca la lengua a la cámara. El de los cuernitos se lo hace al amigo o familiar
despistado, pero el de la lengua afuera se lo hace no solo a la cámara, también
a la eternidad. Es una manera de burlarse de la vida, de quitarle el
dramatismo. En el fondo, sienten como cuando de pequeños: sacar la lengua es
burlarse de una estructura; también lo harán por que sigue siendo una moda
cool, porque es una manera juguetona de que la gente te recuerde de por vida,
por un guiño de complicidad o simple coquetería. No voy a entrar en la
interpretación sexual o fálica, esto sería motivo de denuncia o discusión. Lo
único en limpio es preguntarme porque después de 128 entradas, nunca escribí
sobre sexo.
Los psicoterapeutas suelen
recomendar no reprimir el gesto del niño de sacar la lengua. Es verdad que los
terapeutas analizan hoy todo, quizás al mismo tiempo que los padres dudan de
todo lo que forma el mundo de ser padres. Mi vieja no acudía al médico a
preguntar, me daba una colleja (no recuerda una sola colleja de mi madre, creo
que no existieron) o un buen reto y listo, el nene aprendía una rápida lección
de por vida. Pero hoy, es todo tan conversado, tan consensuado, que el
terapeuta es un gurú. Y te dice que sacar la lengua o hacer morisquetas es una
forma de comunicación para algunos críos. “Se están haciendo entender” es el
reflexivo consejo, y hasta los cinco años se debe tomar como un gesto gracioso
o como la manera de comunicar sus estados de forma o ánimo. Ya habrá tiempo
para que incorporen esos gestos con la intención de burla o falta de respeto.
La evolución de la palabra
paraliza la comunicación corporal, así parece. De pequeños, expresan sus
estados de ánimo o de salud a través de los ojos, de la sonrisa o gesto adusto,
de muecas o simplemente con el llanto. Cuando comienzan a tejer la estructura
de la palabra, muchas veces suelen ser confusos al expresar dudas, miedos o
dolores. Hay que volver a mirarlos a los ojos o su semblante; este avistaje nos
permite suponer que está malito o que algo atípico le sucede. Y de paso, dudar
de que la palabra muchas veces facilita a la comunicación.
Un grupo de biólogos de la
Universidad de Pensylvania llegó a la conclusión, luego de cinco años de
estudios (que buena manera la de ingresar dinero a casa) que sacar la lengua (tanto
entre humanos como en orangutanes y gorilas) es un signo universal de repulsa
al contacto social, recelo o exceso de vigilancia.
En el imperio romano
estaba prohibido sacar la lengua. Así que tenemos constancia que es un gesto
que lleva más de dos mil años. Ni siquiera al toser, estaba contemplada la
posibilidad de sacar la lengua fuera. Y menos que menos, pasarle la lengua por
entre los labios. Y yendo algo más lejos, los romanos prohibían a sus mujeres
tomar vino. Para detectar si alguna fémina había violado la norma, su marido
debía acercarse a su cara y sentir el aliento. Luego, una ley lo hizo todo aún
más estricto, obligando a los esposos a rozar los labios de sus esposas para
asegurarse. Lo aún más exactos, colocaban su lengua dentro de la boca de su
cónyuge. Esto no terminó con la dudas del gusto etílico de las mujeres, tampoco
evitó los complejos castigos ante la prohibición. Quizás solo sirvió para
despertar la placentera sensación de la sensualidad. Es decir que una norma
aviva nuevas sensaciones “prohibidas”, comienzo a escribir algo sobre el vino
(que me pidió mi amigo Guido) y me cuido de no enojar a alguna amiga feminista
que pueda pensar que estoy a favor de aquellos machistas romanos.
Los romanos odiaban a los
galos. Estos, en una táctica de guerra que era más técnica de control de la
psiquis, le sacaban la lengua como forma de burla (eso pensaban los romanos),
pero también para manifestar que estaban sedientos de sangre (esto sentían los
galos). La historia del comic nos viene a mostrar que un escritor belga
considera que los galos siempre se han burlado de los romanos, pero esto es
cuestión de interpretaciones, como hasta ahora.
En el año 2009 subastaron
la foto de Albert Einstein más relevante, y quizás más atípica. El original del
fotógrafo Arthur Sasse costó U$S 74.324, y es la fotografía más cara del genial
científico.
La foto, como muchas,
tiene su historia. Einstein se marchaba de un homenaje por su 72 aniversario
(1951), y a la salida se topó con un sinfín de fotógrafos y reporteros. No
tenía su mejor día para sonreírle a las cámaras, pidió por favor que lo dejaran
tranquilo, pero sospechamos que los reporteros gráficos no suelen ser muy
contemplativos. Lo siguieron hasta su coche, donde le aguardaba su esposa y un
amigo. Se sentó entre ambos y en un momento para todos inesperado, en vez de
ofrecer una resignada sonrisa, se le ocurrió sacarles la lengua para malograr
el acontecimiento. En conclusión, no solo es la foto más famosa del científico,
sino que se puede divisar en posters, calcos, camisetas o cuadernos.
El siglo XX ya estaba
promediando. El gesto de la lengua cambiaría de significado. El rock tuvo parte
que ver en este cambio. Mick Jagger planteó el uso de la lengua como una
provocación a la acomodada clase media inglesa. “Sticky fingers” es el noveno
álbum de estudio de la banda Rolling Stones. En su funda interior se incluyó
por primera vez su famoso logo. El álbum será siempre recordado por su portada,
unos pantalones vaqueros ajustados y que en el diseño de la cubierta, Andy
Warhol colocó una cremallera autentica para proteger el disco. También debe ser
mencionado dicho álbum por sus temas “Bitch”, “Wild horses”, “Dead flowers”,
“Sister morfine”, y sobre todo por “Brown sugar”. Pero retomando la lengua y el
logo, su diseño costó solo 50 libras esterlinas del momento. El joven artista
John Pasce debía saber que ese logo inmortalizaría aún más la banda y la
historia del rock, y se habrá considerado bien pagado.
Y el rock and roll
continuó perturbando nuestra mente adolescente. De Gene Simmons se han dicho
tantas cosas. Se le atribuyeron permanentes historias de proezas sexuales; se
llego a confidenciar que su extensa lengua era un trasplante de lengua de vaca,
que aumentaba hasta el goce insoportable las ventajas del sexo oral. De paso, intimidaba
a sus fanáticos en los conciertos, fotos de promoción, posters gigantes y
revistas musicales o faránduleras. Kiss era toda una incógnita, cuatro músicos
con sus caras cubiertas por pinturas del demonio, un sinfín de canciones
pegadizas y recitales en vivo donde la leyenda auguraba sacrificios animales,
lenguas fuera permanentemente y sangre de algún sacrificio que se escupe a cada
rato.
Durante el video del corte
promocional del disco Bangerz, Miley Cyrus nos intimidó en agosto del año
pasado con el tema “Wrecking ball”. En el video la sensualidad permanente le
canta a los muros derrumbados de una relación amorosa que se destruye. En el
minuto 1:24 de la cinta del film se confirma lo que se vislumbra desde el
comienzo: la sensualidad de la lengua de la cantante, lamiendo sutilmente la
masa que ha de destrozar parte del muro, al tiempo que la letra recuerda que
“siempre voy a quererte a ti”. Ya en enero de este año, Cyrus coincidió en un
MTV unplugged con Madonna, interpretando solo dos temas. Pero la foto de
promoción como en el acústico que trascendió fue la lengua de Madonna imitando
el estilo controversial de Cyrus. Viniendo de Madonna, la sensualidad de la Pop
Star permanece imperturbable (e irrefrenable en nuestras libidinosas mentes) aún
cuando supera ya los 55 años.
Recordando hace poco, los
cambios que debí acometer en mi habitación en mi casa paterna en una de mis
últimas visitas, mencioné dos posters habituales en mis paredes. El gol de
Maradona a los italianos en el mundial de 1986 y algún mate o volcada del
genial Michael Jordan. En ambos posters, como en muchos momentos de sus
carreras, la lengua fuera de estos artistas daba más grandeza a sus dotes
plásticas. Según estudios realizados, cuando alguien está desarrollando
habilidades, se entremezclan conexiones neuronales durante esa concentración
que se puede manifestar con el gesto típico de asomar la lengua entre los
labios. Es de suponer que “otras” conexiones neuronales se habrán desarrollado
en Maradona, pero eso se podría o no analizar en otra entrada.
En el Tibet, los tibetanos
sacan la lengua como modo de cortesía. Los motivos, tal vez en otra entrada,
pero es un gesto del budismo que quiere demostraba respeto, ante funcionarios
de rango superior. El problema se genera en nosotros, los infatigables
turistas, que sin tener en cuenta aquellas conexiones neuronales, aprovechamos
la visita al lugar para pasearnos con la lengua fuera, con el solo motivo de
ser cool, modernos, de mente amplia, pero lo único que debe ser considerado por
los nativos, es que somos impresentables que menospreciamos vuestra cultura.
Nos acostumbramos a los
iconos y a los símbolos. En definitiva, estos nos dominan subliminalmente. Los
cuernitos, la v de la victoria, los dedos en forma rara como ejemplificó
Ronaldinho, el dedo del fuck you, son eternas repeticiones. La diferencia puede
ser que desde que nacemos el pequeño asoma la lengua. Nos puede querer decir
tantas cosas, quizás es de las pocas armas que goza para comunicarse, para
avisarnos. Una de las interpretaciones pueda ser quizás, que los dejemos de
molestar, ya habrá tiempo para que la vida no nos deje tranquilos…
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