Desde
que se creó, 1.200.000.000 usuarios registraron su perfil. Se estima que sólo
un 20% se ha dado de baja, los motivos pueden ser diversos. Yo mismo, hace unos
años me fui abochornado. Tuve que volver, la tentación de compartir este blog
primó. El dominio de las redes sociales sobre nuestras existencias es
increíble. Y Facebook festeja sus primeros 10 años.
Según
encuestas, el 10% de los españoles ingresan a su perfil social no más
despertarse. Si eres habitante de otra nación, seguramente corroborarás que el
porcentaje se aproxima en tu país. Luego, a lo largo del día repetirás la acción
varias veces, la mayoría de ellas sin darte cuenta, como un autómata. Y
volverás a entrar, esperando finalmente encontrar algo de tu interés. Y no
tengo porcentajes sobre la cantidad de usuarios que lo logran.
Hace
cinco años no dependíamos de las redes sociales. Ahora no se contempla
separarse del perfil o del muro o estar inactivo una semana. Puedes leer,
jugar, comprar, vender, avisar, notificar, discutir, desarrollar tu producto, entablar
relaciones, relanzar viejas relaciones, formar grupos, tomarle idea a algún
contacto, aceptar invitaciones, enviar invitaciones, tener voz, no soportar la
voz de otro, dar de baja contactos. Facebook tiene infinidad de posibilidades,
la utilidad siempre estará en manos de los usuarios. Y el problema es cuando el
usuario desnuda sus limitaciones casi en el primer me gusta.
Es
el lugar ideal para manifestar tus emociones. Si estás enamorado, lo tienes que
compartir con todos tus contactos y dependiendo la privacidad que hayas
desarrollado en tu perfil, quizás lo sepa todo el mundo. El día del cumpleaños
de tu persona amada, quizás el tiempo material no te permita al despertarte
dedicarle todo el tiempo que quisieras para homenajear tanta dicha. No importa,
como todos los días, se han de levantar a las corridas, repartir las funciones,
putear porque el tiempo se te escurre de las manos y hasta olvidarte del
detalle del aniversario o cumpleaños de tu pareja. Con Facebook lo solucionarás
en tu primera conexión. Allí, en que estás pensando, declamarás tu amor eterno
e incondicional a tu pareja y serás la envidia de tus contactos. Cuántos
desearán que su pareja exprese ese amor sublime al resto de los mortales. La
pregunta que me hago, es porque tienes que revelar públicamente tus
sentimientos hacia tu pareja, porque no se lo regalas solo a el/ella. Es que te
sientes obligado a ser romántico públicamente, esa dedicatoria que compartes con
todos eres capaz de sostenerla día a día en tu relación íntima. Espero que sí,
yo lo dudo un montón, hago la vista gorda y sigo mirando otros estados
emocionales del día.
Fuera
de toda estadística, no les sucede lo que a mí, que con varios de los contactos
en Face que suelo ver periódicamente en mi vida diaria, tengo mejor relación en
la red que en la vida cara a cara. No les ha pasado con varios de esos usuarios
con frecuente exposición en la red, que en las reuniones de carne y hueso no le
suelen escuchar la voz. A mí sí y me sorprendía. Supongo que parte de lo bueno
de estos sistemas, es que les permite a muchos de sus beneficiarios
encontrar finalmente su lugar de comunicación y pertenencia. Seguramente se
sienten cómodos y con más capacidad de expresión por estos medios que en el día
a día. Al menos, nos permite conocer una cara desconocida de nuestros amigos. Y
tengo varios que hasta son líderes en la red, de ellos me nutro de lecturas,
comentarios o vivencias.
¿Podemos
tener tantos amigos? La red social da a entender que sí. Me sorprendo cuando compruebo
que amigos míos atesoran 800 amigos. Yo mismo, que descreo en parte del
producto, acumulo mis 200 y algo. Me ha sucedido que envío con estímulo una invitación
cuando encuentro a una persona que perteneció a mi entorno familiar o afectivo,
y luego de ser aceptado, pueden pasar años sin que hagamos un contacto siquiera
de salutación ante el reencuentro. El día de tu cumpleaños te escribirán cosas
hermosas en el muro. La mayoría de las veces los contactos estarán alertados
por el propio Face de que se trata de tu cumpleaños. Prueba en quitar la fecha
de tus datos, se acordarán tu fecha los contados con los dedos de la mano. Yo,
para evitar malos entendidos, no suelo saludar a través de las redes. Me siento
que traiciono mi manera de pensar.
Otra
curiosidad se da con las fotografías. Me ha sucedido infinidad de veces que me
encuentro en la calle con algún conocido y en la rutina de entablar conversación
me comenta que ha estado de viaje, o ha festejado tal evento. Me anticipo no sé
porqué y le comento que vi las fotos en face. Y allí se acaba el tema, como si
las dos partes asumiéramos que tengo la totalidad de la información por haber
observado un puñado de imágenes en su perfil. O también me ha sucedido que al
encontrarme con alguno de mis contactos, le comente que he visto sus fotos sobre
tal evento, dándole a entender que no es necesario que me cuente nada. Muchas
de esas veces me quedo pensando porque hemos incorporado esa frase “te vi en
face como festejabas tus bodas de platino”. Es doloroso reconocerlo, pero desde
el primer momento consideré que las redes sociales son para nosotros un símil
de las revistas tipo “Hola” o “Caras” para los famosos, es decir la voz para
los que suelen no tenerla.
Si
hablamos de 1.200.000.000 de perfiles, es indudable que se trata de una
inmejorable base de datos de alcance mundial. Para que no vean que son todas
pálidas las mías, con estas cantidades de contactos potenciales, se abre toda
posibilidad de encontrar en la red a alguna persona necesaria o desarrollar tu
producto. Esta posibilidad hace 10 años no la tenías. Y en apenas unos días de
rastreo, puedes acceder a una persona importante en tu vida que por los
avatares del destino ha desaparecido de tu entorno. No es mi caso, pero he
sabido de familiares que se han reencontrado por este sistema.
Si
antes mencionaba al amor, también encuentra su lugar en las redes el desamor,
el amor prohibido, la relación que se rompe o la vida rehecha de un/una ex. Según
la Academia Americana de Abogados Matrimoniales, una tercera parte de todas las
solicitudes de divorcio el pasado año contenían la palabra Facebook. La tentación
del reencuentro puede cargarse tu estabilidad actual, solo manteniendo fogosos chats.
Si en tu perfil pones que no tienes una relación también te sucede algo que
parece curioso pero que no lo es. Al costado te aparecerán opciones de conocer
personas, y dependiendo tu forma de ser podrás sentirte aliviado ante el link o
verdaderamente furioso. Otra curiosidad es indagar cada tanto la vida de una ex
y podría ser de agradecer que al no tener criterios de privacidad incorporados,
puedas adentrarte en su intimidad para observar si sobrelleva o no la ruptura.
A
mí me obsesionan las faltas de ortografía. Y a la mayoría de mis contactos
parece apasionarles escribir de forma horrorosa. Cuantas veces me contuve de
parodiar su comentario solo utilizando la forma correcta de escritura. Como soy
una persona paciente, siempre ha primado el descartar la opción. Allí encuentro
otro secreto sobre la red. La gente suele responder de inmediato a sus estados
emocionales y no ejercitan el control de su ansiedad. De hacerlo, se evitarían una
serie de comentarios negativos o virulentos sobre personas o hechos. Y no
tendrían que averiguar casi de inmediato la manera de borrar de la existencia
ese comentario desafortunado.
Si
la estima no abunda en tu día a día, cuelga esa foto en que milagrosamente has
salido tan favorecido. En cuestión de minutos, te inundarás de Me gusta y te
regalarán frases públicas del nivel de “guapo”, “jamonazo” o “bello”. No estábamos
acostumbrados a recibir tantos piropos, la red ha revolucionado y promovido el
piropo gratuito, y a veces, sin siquiera merecerlo. Y este punto me lleva a
dudar sobre la realidad de estas redes. Muchas veces suelo pensar que se trata
de una representación de la realidad, no de la realidad. Muchas veces ves lo
que los demás quieren que veas. Y muchas veces nos creemos que las vidas ajenas
son más intensas y glamorosas que nuestras insignificantes existencias. Ahí
mismo recuerden el concepto de “Hola” o “Caras” y no tomemos tan en serio lo
que nuestros contactos pregonan, sobre todo aquellos que por algún motivo hemos
distanciado de nuestras vidas y la existencia de las redes sociales nos vuelven
a acercar.
Al
comenzar la entrada mencioné que alguna vez me retiré abochornado. Una serie de
comentarios desafortunados de mis llamados contactos me llevaron a tomar la decisión.
La virulencia política de mi país de origen, me obligo también a esconder
comentarios de varios fanáticos. He observado explicaciones antisociales, antidemocráticos,
insolidarios y soeces. Comencé a sentir alivio al leer frases como “desayunando
con tostadas” o “en el cine, la película se demora” o “me cortaron la luz y no
sabía a quién putear”. Un día comprobé que una amiga se había ido y me sentí
como Truman ante el momento de atravesar el decorado y salir de la ficción. Mi
amiga me comentó como salió y me puse a ello. Les juro que es engorroso, te
llenan de preguntas y finalmente el perfil se desactiva pero no se elimina. Con
el tiempo, mi avaricia por promocionar el blog me invitó a regresar a la red.
Mi amiga también había regresado, Truman se sentía más cómodo dentro que fuera.
Al regresar observé con fascinación que el esqueleto gozaba de buena salud,
estaba tal cual lo había dejado la última vez, no había polvo ni le había crecido
el cabello a mis viejas fotos y disimuladamente clavé de inmediato el primero
de mis “leéme…”. Y volví al ruedo.
Las
redes contrarían las normas de educación implantadas por tus padres. "No seas
cotilla", "no seas indiscreto", "no preguntes descaradamente", "qué estás espiando", "no
seas curioso", "a ti que te importa", dónde han ido a parar tantas indicaciones
filiales. Cuantas veces te has encontrado navegando por contactos con bisturí en
mano a la espera de la confesión asombrosa, la foto impactante o la mentira
fragante. Si lo supieran nuestras madres, retomaríamos la olvidada práctica de
quedarnos en el rincón durante horas mirando el blanco de la pared.
Pero
Facebook tiene algo que gusta, si no, no hubiera cumplido los diez años.
Entrando en la segunda década, en breve alcanzará la mayoría de edad. Muchos
adeptos podrán enunciarme infinidad de provechos de la aplicación. Juro que no
era mi intención remover las cosas malas del servicio. Intenté ser ecuánime en
mi análisis, aun fallando con estrepito. De manera descarada termino mi repaso
y en breve verán en mi muro el siguiente “Leéme…” , que aunque no lo crean me
cuesta más decidir que el desarrollo de estas cuatro páginas. Esperaré algún
que otro me gusta y me desilusionará no obtener comentarios. Mientras tanto, me
animaré y observaré el regalo que Face nos hace con la posibilidad de hacer la
película de nuestra existencia en la red. Mi película se las debo, la interpretación
nunca ha sido mi fuerte. Miraré las vuestras, y eso me llevará quizás en breve,
a una nueva entrada.
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