Joseph desea todos los días
que cambie su suerte. La espera sentado en una banqueta, que algún samaritano
le habrá obsequiado y que él deja a buen resguardo antes de volver a su habitación
alquilada, en la otra margen. Joseph aguarda junto la puerta del supermercado recibir la
colaboración de los pobladores. Lleva casi un año allí y se ha hecho querer, o
al menos se ha hecho notar.
Joseph nació en Liberia, en
África, pero tiene documentación nigeriana. Hijo de madre nigeriana y padre
liberiano, conoció la cruda realidad de guerras civiles, hambrunas, matanzas y
permanente desplazamientos. Esos constantes movimientos migratorios no se deben
a su espíritu aventurero. No, ha mudado de países esquivando el hambre, el
dolor y la muerte. Hoy con poco más de 30 años cumplidos, habita en el norte de
España pero su cabeza siempre estará pendiente de lo que suceda en el centro
del continente africano.
De pequeño se ha trasladado
junto a su familia desde Liberia a Nigeria, para tarde o temprano volver a la
casa paterna, en Monrovia. Entre los dos países se encuentran Costa de Marfil,
Ghana, Togo y Benin. 1.500 kilómetros los separan, y la búsqueda de condiciones
o al menos de tranquilidad, parecen que agrandan las distancias. Nunca han
logrado encontrar paz ni estabilidad.
Liberia es un país fundado
por ciudadanos de los Estados Unidos como una colonia para antiguos esclavos
africanos, entre los años 1821 y 1847. Sierra Leona es el otro antecedente
similar, creado por el Reino Unido en el año 1787 para trasladar a los “pobres
negros” de Londres, afroamericanos liberados por los británicos en los Estados
Unidos. Sierra Leona hace frontera con Liberia, en su noroeste. Retornando a
Liberia, su relación con los Estados Unidos fue siempre complicada, siempre
ligado su destino a decisiones americanas. Su vinculo comercial con Europa la
he llevado a sucesivas bancarrotas, a pesar de intentar mantener una posición
independiente con los distintos bloques enfrentados del viejo continente. La
industria del caucho es su principal riqueza (disponía de la mayor industria
del mundo), y algo por debajo, la explotación de minerales, como el hierro.
Nigeria, entre los años
1967-1970 vivió una dolorosa guerra civil, de esa contienda a todos nos quedará
registrado el nombre de Biafra. Fue el intento de secesión de las provincias
del sudeste nigeriano y se caracterizó por terribles hambrunas y acusaciones de
genocidio. Y el territorio siguió envuelto en conflictos, revueltas sociales,
terrorismo o combates religiosos. Liberia no corrió mejor suerte. En las
últimas décadas del siglo pasado conoció los estragos de dos guerras civiles.
La primera entre 1989-1996 y seguido, la segunda, entre 1997-2003.
En una de esos años, Joseph vio como se desarmaba su unidad familiar. Antes de escapar en solitario, vio
como las guerrillas mataban a machetazos a sus padres y otros familiares. No
pudo huir en forma sincronizada con sus dos hermanos. Cada uno atinó a encarar
caminos separados. Joseph escogió el camino hacia el norte, comenzando su
recorrido por Malí (otro país que hoy atraviesa conflictos severos), luego paso
por Mauritania y se detuvo un buen tiempo en Marruecos. Según su relato, habrá
estado entre 5 y 7 años en tierras marroquíes, y en su última estadía en
Tanger, compartió sus días con una mujer de la tierra y su pequeño hijo. Allí
trabajó en lo que pudo, pensó encontrar una estabilidad pero la cercanía con el
continente europeo, habrá germinado su idea de cruzar.
La historia tiene sus
flecos a causa del idioma. Con Joseph me comunico en inglés (su lengua), supongo
que no comprende todavía el castellano, al menos conmigo nunca utilizó el
idioma para comunicarse; con la mayoría de la gente tiene familiaridad de
saludos, supongo que palabras sueltas en castellano son el nexo de la
comunicación. Supe de él, además de su presencia en la puerta del super donde
me abastezco, por un amigo que me contó sus necesidades. Y yo lo acerqué a la
sede donde ofrezco mi voluntariado. Y aunque sea en algo, lo hemos ayudado el
año pasado. Conversando siempre en inglés, creo que me pierdo bastante de su
información, y por otro lado, no encuentro las palabras en mi vocabulario
añejado en mi cerebro, para hacerle preguntas que me interesarían conocer sobre
su vida. Pero nos comunicamos en lo esencial, al menos creo.
A partir de ese momento,
se ha generado una especie de vínculo entre Joseph y yo. Mi esposa ha sido de
gran ayuda en los primeros momentos, cuando debía recabar la mayor información
sobre su persona, para poder transmitirla en la entrevista de presentación.
Ella domina muy bien el inglés y me permitió acceder a información que yo,
indudablemente, habría perdido en el camino.
Así fue como me enteré de
su derrotero. Allí me relató sus preocupaciones, allí me pidió sin pedir que le
tendiera un puente con algún tipo de asistencia, y yo, con mis escasas
posibilidades, pude dar con la persona indicada que lo asistiera. Y me
enterneció su vida, su manera de ser, su gesto de preocupación permanente, su
sonrisa a todas horas y su afán por contarme sus novedades, aún cuando
comprenda que mis ojos desorbitados le indiquen que me estoy perdiendo gran
parte de su relato.
La historia podría haber
terminado con lo que ahora ustedes saben de él. Pero hay más, un par de
detalles más que conmueven. Un buen día, Joseph decide tentar la suerte y cruzar
hacia España, la puerta de occidente desde Marruecos. Para eso se prepara un
buen tiempo, sobre todo mentalmente. Le cuesta reunir el dinero que le piden
para cruzar en patera por el estrecho. El menciona la figura de un tío, al que
encontró en Tanger y le apadrinó el cruce de continente. Con él mantiene una
deuda de 1.500 euros, con una clausula arbitraria que a cada año que se demore
en cancelarla, se sumarán otros 500 euros. Joseph ya lleva más de un año en
España, es decir que lleva 500 euros acumulados hasta ahora de intereses.
El supuesto tío también
ejerce la brujería y esa es la parte que aterra a Joseph. En una comunicación
telefónica, este le dijo que había encontrado con vida a sus dos hermanos, que
estaban cerca de él y que si Joseph no cumplía con su palabra de cancelar ese
pasivo, haría magia negra con ellos. Desde ese día, Joseph solo piensa fórmulas
para saldar la deuda. Le he preguntado si pudo hablar con sus hermanos, y me dijo
que no, que todavía no logró contactarse con ellos, pero que deben están cerca
de su tío. En el verano pudo hacerse con bastante dinero por las distintas
ayudas recibidas, pero en todo caso, no alcanzaba para más que un par de
cientos de euros. Al contactar con su tío para girarle el dinero, este aumentó
las exigencias. No lo quiere por etapas, quiere y cuanto antes la totalidad del
dinero, para algo Joseph está instalado en Europa. No está dispuesto a
recibir mensualidades eternas y lo amedrenta con iniciar las brujerías con los
hermanos. Le he preguntado a Joseph si no cree que para su “tío” sería más fácil
desatar su furia de chaman sobre él, antes que con ellos, pero él piensa
que es posible que lo esté haciendo. Desde su llegada a estas tierras, sufre
constantes problemas estomacales y de circulación, es notable verlo a Joseph
siempre abrigado, aún en épocas de verano. No tengo manera de justificar que lo
está engañando, que lo que le sucede físicamente es producto de los diversos cambios a los que está
afectado. Pero Joseph es muy supersticioso, cree en varios mundos paralelos donde mitiga su
incertidumbre y canaliza sus miedos. Su historia puede apabullar a bastantes de
nosotros, que por naderías, solemos ahogarnos en pequeños océanos del tamaño de
un vaso.
En la mayoría de nuestras
conversaciones, suelo aconsejarle que se tome esa parte de la historia con
calma, que la prioridad es él. De momento, no está establecido en estas
tierras. No tiene papeles, vive de la ayuda que le pueda dar un pueblo pequeño
que se acerque al supermercado (y el movimiento fuerte se da sólo en verano), y
cada tanto recibe algún tipo de asistencia de entidades, nunca vinculada a su
país de origen. La sola necesidad de renovar su pasaporte le exige más de 200
euros de tasas, desplazamientos y trámite. A ese importe hay que sumarle 20 euros
más que le piden en el caso de no traer un aval firmado de algún conocido que
testifique que Joseph es Joseph. Y esto es así, porque he llamado a la embajada
para consultar los precios y la operatoria.
Joseph me dice que sí a que
se debe quedar tranquilo, pero le tiene miedo a la magia negra que pueda hacer
su tío sobre él y sus hermanos. Entonces no tiene paz, su semana alterna entre
el super, masajes que le hacen en una ONG para mejorar la circulación en sus
pies, y los domingos y momentos libres, en el oficio religioso. Le pregunto por
su permanente presencia en los oficios y
me dice que lo hace para que el día de su muerte, se pueda congratular con Dios
para poder ir al cielo. En la homilía dominical aprovechará cada semana para
pedir perdón a Dios por los actos cometidos. Además trata de no estar con otras
gentes, le escapa a las reuniones sociales y se refugia en su habitación, que
le cuesta otros 250 euros mensuales, eso sí, con derecho a estar empadronado.
Le gustaría ser
disc-jockey, consulta donde aprender algunos oficios y también contempla la
posibilidad de encarar traducciones. Me llama la atención ese punto, al menos
conmigo no habla una palabra de castellano, no me imagino que tipo de
traducciones puede ofrecer. Pero él piensa alternativas y me las comenta. En
ese punto no puedo ser de gran ayuda (no es que lo sea en los demás), sólo
espero que tenga un golpe de suerte.
Dije que cree en varios
mundos paralelos. Uno de ellos es adorar a los vivos y también a los muertos,
comenta que les debe un entierro en condiciones a sus padres. De sus hermanos
está seguro que están vivos, cree en la palabra de ese “tío”. Y por último,
tiene un profundo temor por algunos espíritus. Una jornada de calor que nos
acercábamos a la playa, nos encontramos con él en las cercanías del
supermercado. Mi esposa le consultó si nunca se había acercado hasta el mar. El
dijo que no, porque teme a los “black-powers” que habitan las aguas. Su padre
siempre le contaba la preocupación de no acercarse a los cauces u océanos, para
no enfrentarse con esos espíritus. Igualmente, nos refirió que miró desde lejos
nuestro puerto y playas y pudo confirmar que están limpios, que no las habitan espíritus
malignos. A partir de ese momento, tengo pendiente consultarle algo más sobre
esos “powers”, más que nada, queriendo saber cómo se animó a enfrentar un cruce
en patera, y de noche, por las peligrosas aguas del estrecho.
El Black power era un
movimiento en defensa de los derechos de la raza negra originado en los Estados
Unidos en los años sesenta. El nombre proviene de un libro de Richard Wright,
de 1954. El “poder negro” fue un slogan político y mantuvo una presencia
destacada en las décadas 1960-1970. Enfatizaba el orgullo racial y la creación
de instituciones culturales y políticas para defender los intereses de los
ciudadanos negros e intentar asegurar su autonomía. El político y pastor
neoyorquino Adam Clayton Powell Jr. utilizó el término el 29 de mayo de 1966
durante una conferencia: “Demandar estos
derechos concedidos por Dios es buscar el black power”.
Ahora me encuentro con la
misma definición en boca de Joseph, como espíritus malignos que asolan las
aguas. En todo caso, forma parte de su cultura, en este caso vinculada al
miedo. Llevo tiempo con ganas de sentarme junto a mi esposa a consultarle aún
más por el temor a esos espíritus. Por otro lado, no quiero molestarle solo
para saciar mi curiosidad. Ayer, coincidí en el metro durante tres estaciones.
Su primera consulta luego de los saludos de rigor fue si había visto las
imágenes de la supuesta agresión de los guardias civiles hacia los inmigrantes
subsaharianos que intentaban entrar a nado en Ceuta. La duda está centrada si
hubo una agresión de parte de los agentes arrojando salvas y pelotas de goma
sobre los que estaban nadando y sobre los más de cuatrocientos personas que intentaban cruzar la valla
fronteriza. Esta acción se saldó al menos, con la muerte de catorce personas,
cuatro a causa de aplastamientos, mientras que el resto han sido encontradas
ahogadas a metros de la orilla. Se afirma que aún se trata de un balance
provisional de victimas, ya que las corrientes habían cambiado en las últimas
horas, arrastrando los cadáveres hasta otras playas, como la de Tarajal.
Joseph me afirmó
consternado que el mundo está loco, que no puede creer aún las imágenes y me
volvió a insistir sobre los black powers,
que habrían conspirado contra la suerte de los inmigrantes. Yo había llegado a
mi estación y solo atiné en mi mal hablado ingles de arrabal, que en este caso,
los black powers podrían estar apostados en la otra orilla, negando el acceso a
territorio hispano. Me dijo que sí, me saludo con un apretón fuerte de manos, y
envió saludos a mi esposa. Mientras abandonaba la estación, recobré la intención
de escribir sobre Joseph y su historia. Y prometo en breve consultarle sobre
esos espíritus que le sobrevuelan y atormentan. Ya me parece suficiente con las
alimañas visibles que nos hacen la vida tan difícil.
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