"El humor tiene
la capacidad de devolverte la certeza de que la vida vale la pena. Y uno se
salva, a veces, por el chiste, por el mágico sonido de la risa, que puede no
ser tu risa; por la escondida capacidad de tomarte el pelo, de verte desde
afuera y reírte de vos mismo".
Eduardo Galeano
Tanto el humor como la alegría son
fundamentales e influyentes sobre la personalidad del ser humano. De hecho,
casi todos coinciden en que no se puede ni se debe vivir sin humor.
Investigaciones demuestran que los niños desarrollan el sentido del humor, aún
antes de comprender el lenguaje o de ser capaces de memorizar. El humor es
considerado un "sentido", que poseemos junto a otros, tales como la
vista, el oído, el olfato, el gusto o el tacto. Es verdad, que como el resto de
los sentidos, algunos lo desarrollan más o mejor que otros. Por eso, suele ser
evidente aquella gente que cree tener sentido del humor y es soez, ridícula o
vulgar. Pero en los tiempos que corren, parece que al sentido del humor se lo
está acorralando, en nombre de lo políticamente correcto. Y de la sensación que
nos estamos olvidando de reírnos, aún de nosotros mismos.
Supuestamente, el humor carece de
propósito biológico, pero sí que es indispensable su finalidad psicológica, ya
que nos ocasiona placer o diversión, además de liberarnos de tensiones o
preocupaciones. En Platón, y posteriormente en Aristóteles, se hablaba de las
implicaciones de la risa, y se teorizaba que reírse constituía una burla del
propio ridículo, no del de los demás. Según Platón, el humor se basaba en la
propia ignorancia, en la incapacidad del hombre de observarse a sí mismo. Henri
Louis Bergson, filósofo francés, ganador del Nobel de Literatura en 1927, apoyó
la teoría platónica en su libro "La risa", de 1899, al afirmar que
"un personaje cómico es generalmente cómico en la medida exacta en que se
ignora a sí mismo. La comicidad es inconsciente".
"La risa castiga los
vicios", siguiendo con Bergson en su libro, lo justifica ya que la risa
permite procurar lo que deberíamos ser y no somos, aunque persistamos en el
esfuerzo de intentar de verdad ser lo que deberíamos ser. Pero a veces la risa
se constituye en un regocijo ante el engreimiento de nuestros conocidos, y a
veces ante las desgracias de los otros. Por eso, es que la risa tantas veces
toma una dimensión negativa, inoportuna. La risa necesita del placer pero
también del dolor ajeno, por lo que tantas veces calificamos al humor como algo
decadente. El saber reírnos de nosotros mismos es un mérito, donde no todos
están calificados.
El que sabe hacer o administrar un
chiste o broma, sabe bien si va a hacer gracia y a quién. Lo sabe con tanta
claridad que conoce el paso previo entre la sonrisa y la carcajada. Es un
talento, como se ha dicho anteriormente. Y el perfeccionamiento de dicha
agudeza permite suponer, con poco margen de error, a quien va a molestar u
ofender. Por eso, conocemos a un sinfín de personajes que siempre sabrán
utilizar la broma o el chascarrillo sin importunar, y también conoceremos de
sobra a aquél que va a errar el sentido de la oportunidad, al hacer la broma improcedente.
En estas sociedades multitudinarias, a causa de la explosión tecnológica, un
chiste inoportuno hace daño; y mucho.
Si caemos en algún tópico para
practicar una broma, tenemos que tener en cuenta que entre un posible
auditorio, siempre estará la posibilidad de que siente mal. Y no falla, en una
multitud habrá varios a los que no les cause gracia, y lo que es peor, le
moleste sobremanera. Todo cómico debe guardar en sus recuerdos aquel momento
inoportuno, aquel chiste inocente que tanto daño generó o comentarios negativos
coleccionó. Y la risa no se suele llevar bien con los gobernantes o gentes de
responsabilidad especial. Por eso, los dictadores son tan parodiados, y a su
vez tan perseguidos los comediantes que basan sus trabajos humorísticos en la
gestión de los totalitarios. Según cuenta la leyenda, Stalin coleccionaba los
chistes en su contra, y la cabeza de los chistosos.
Dario Fo, premio Nobel de Literatura
en 1997 y recientemente fallecido, explicaba que "la sátira es el arma más
eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los
gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus
miedos". Por suerte, si un régimen te obliga a no bromear, resultará
irresistiblemente gracioso hacerlo, y la autoridad se desmorona. La fuerza del
chiste puede ser tan universal, que cuando el dictador deja paso al gobierno
"del pueblo", tampoco está bien visto burlarse de él y un enjambre de
censores ciudadanos no tolerará una mísera chanza. Por eso los gobiernos del
pueblo guardan tanta similitud con las tiranías.
En internet ya se estudia un
fenómeno que tiene un nombre sugestivo: "shitstorn", que sin temor a
reprimirnos, podríamos traducir como "tormenta de mierda". El término
hace referencia al aluvión de críticas que desencadenan algunas publicaciones,
y el mal uso del humor es motivo también de un montón de tormenta. Lo que
comenzó como un lógico repudio social pasó casi sin escalas a la categoría de
linchamiento. La equivocación se paga cara, los nuevos justicieros utilizan el
código de lo políticamente correcto para que en las redes sociales lo mal interpretado,
inoportuno o fuera de contexto, tenga una larga duración sin margen para el
pronto olvido.
Lo que antes resultaba gracioso o
generaba un manto de protección en un ámbito íntimo o privado, puede ya no
serlo al abrirlo al abanico de las redes sociales. El error del desubicado o
del soez no tiene amparo, la "libertad de expresión" permite
atropellar al que antes atropelló. Las nuevas tecnologías equipararon a los
gobernantes y a los ciudadanos de a pie. El hombre social portador de errores,
destroza con crueldad el error del otro. Lo que la mayoría supongo que está
olvidando, es que esa broma buena o mala dejada pasar en el ámbito privado,
necesita un filtro para acceder en el ámbito masivo de las redes sociales: responsabilidad
social.
El humor no debe ser necesariamente
festivo. Los que saben jugar con el uso del humor conocen de antemano el
mecanismo intelectual para abordar temas de conflicto, ideas, sentimientos que
más que motivar la carcajada, obliguen a reconocer que somos portadores de un
problema o de una negación, y el humor actúe como punto de reflexión. Pero no
todos manejan ese sentido del humor, muchos no saben descifrar una ironía, de
ahí el escarnio que puedas sufrir si una persona, en el velatorio de tu mejor
amigo, no comprenda que haces ese chiste para dosificar o descomprimir el
dolor. Esa gente no entiende ni entenderá, que es en los velatorios donde el
sentido del humor puede florecer sin previo aviso. Marc Twain alguna vez lo
anunció: "El secreto del humor no es la alegría, sino la tristeza".
Por último, debemos reconocer que no
sólo existen personas que saben dosificar y utilizar el humor, y otras que son
inoportunas y vulgares en su uso. También existe una categoría de personas que
detrás de un supuesto manto de humor, esconden malas intenciones y efectos
negativos en su uso. Ese tipo de humor, tristemente, circula permanentemente
entre nosotros. Las personas que solo desean corroer las bases de una normal
convivencia, muchas veces se encuentran amparadas por una supuesta naturalidad,
pero lo único que persiguen es la descalificación. Por lo visto, nunca fue
fácil reírse a gusto.
La mirada crítica y el sentido común
no solo rigen el buen funcionamiento del humor en las sociedades. La
responsabilidad es un don social, que no siempre está presente en los seres
sociables. Se necesita esa mirada crítica y sentido común, pero sin tanta
solemnidad y cercano a la tolerancia. Estar atentos no es sinónimo de
despellejar y tolerancia no significa desconocer que existe el bulling y el
acoso a través de un supuesto sentido del humor. Internet sigue siendo un
instrumento joven, donde el filtro del buen y mal uso aún está por definirse.
Es deseable que la situación se decante con el sentido común, aunque la
indiferencia también puede depurar la red y que no sea necesaria la virulencia
del ofendido. Muchas veces el que se ofende no tiene razón, un mal día lo tiene
cualquiera y un chiste o broma inoportuna o no razonada está al alcance de
todos. Es verdad que es bueno faltarle el respeto al drama que es la vida, pero
también es cierto la frase que cierra esta entrada e inmortalizó Mark Twain:
"El humor es tragedia más tiempo", lo que viene a decir que solo los inteligentes saben
discernir cuando es el momento de reírnos de las cosas sin ser exorcizados en
el intento...
"Desconfía de quienes nunca ríen.
No son personas serias" - Julio César
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