"¿Cómo puedo comenzar algo
nuevo hoy con todo lo que hay de ayer en mí?"
Leonard Cohen
Algunos tuvieron la osadía de
definirlo como el anti cantante, tal vez porque su voz grave y tono sosegado
transmitía la sensación de susurros ásperos, pero era extraordinario su talento
para parecer íntimo y humano. También sostenían que componía "música para
cortarse las venas", pero nadie discute la poesía natural de sus letras,
que apuntaban hacia la evidencia más abierta del lazo que existe entre el amor
y la creencia. Su cancionero impresiona por la cantidad de himnos consagrados,
de poesía cantada por un artista bohemio, mundano, místico y sufridor. A los
ochenta y dos años falleció Leonard Cohen, y sucede que al conocerse la
noticia, a uno le da por cavilar que la humanidad cada día será más frágil con
este tipo de ausencias.
Se llegó a pensar que escribía
novelas de cinco o seis minutos de duración, tal la precisión de sus letras.
Hace unas semanas, al conocerse el galardón del Nobel de Literatura a manos de
Bob Dylan, muchos sumaron el nombre de Cohen como la otra gran alternativa para
que un cantante se alzara con ese premio. Poeta, escritor y canta autor, fue
premio Príncipe de Asturias de las Letras hace eternos cinco años. Años antes,
una crisis económica intensa le obligó a retomar los escenarios y las
grabaciones. Lo habían estafado, quebrado económicamente y ya viejo, volvía a
componer y salir de gira. En aquel momento, con setenta años, demostró combatir
el temporal con actualidad, no con el fácil vivir del recuerdo. "Dear
Heather" (2004) fue considerado por Cohen como el primero de sus discos
"póstumos". Ese disco, que fue recibido con condescendencia, fue
concebido por razones más terrenales o mezquinas, fruto de una vitalidad nacida
de la derrota.
"Si uno quiere expresar la
grande e inevitable derrota que nos espera a todos, tiene que hacerlo dentro de
los límites estrictos de la dignidad y de la belleza", parte de su
discurso en la entrega del Príncipe de Asturias. Con el lanzamiento de
"Old ideas", en 2012 retorna con la idea del fracaso, sosteniendo que
ese nuevo trabajo venía con "un manual para vivir con la derrota".
Pero ese hombre que en sus actuaciones en vivo solo necesitaba de un taburete,
su sombrero y una guitarra para trasportar a su auditorio a ese Olimpo, donde
las urgencias de la vida real parecían posibles de ser resueltas, remata con:
"las canciones sirven para el corazón y las derrotas, aunque para curar el
dolor y dar vigor, la música es lo mejor. Y para el sufrimiento y para el
amor". La derrota existencial llegó finalmente el lunes 7 de noviembre, pero
es oportuno recordar otra de sus frases: "la poesía es solo la evidencia
de la vida. Si tu vida se quema bien, la poesía es solo ceniza".
La vida toda se encerraba en las
letras de sus canciones. En materia como la mujer, el hombre, el amor, la
soledad, la religión, la esperanza, el tiempo o el sufrimiento, abarcó la
temática que influyó en la existencia de más de tres generaciones. Le cantaba a
la verdad, a todos aquellos interrogantes que nos asustan y fascinan. Su mundo
interior transitaba entre la luz y la oscuridad, sus entonaciones podían ser
para unos perturbadoras, y para otros, sensuales. Pero él sabía que escribiendo
sobre la vida misma, nunca podría ser considerado un fraude. Leonard supo
transmitir el pesar y la gloria de este mundo, de una manera tan contundente,
que si un adolescente se sumaba a sus canciones, entendería de que iba la
existencia, aunque no la estuviera viviendo aún.
La intensidad con que decía las
cosas y como las decía reflejaban la armonía sobre sus pensamientos. De aquella
frase "Estoy listo para morir. Espero que no sea demasiado incómodo. Eso
es todo para mí. Todo está a punto de acabar" con la que alarmó a sus
seguidores, pasó a este otro enunciado, "Me propongo vivir para
siempre". Una semana de su fallecimiento y da la sensación que cumplió con
ambas frases, su despedida fue súbita, casi con ese tono áspero y meditado de
su accionar. Y esta mañana de sábado, escuchando nuevamente
"Hallelujah" me doy cuenta que ha de vivir para siempre, al menos
hasta que dure mi propia vida. Y con la incómoda sensación de añorar a alguien
que no conozco y con quien nunca cruce una palabra, cierro con una frase que
leí entre tantas despedidas al escritor nacido en Montreal, que concuerda con
mi corazón agnóstico apenado por su muerte: "Un amigo me reprochó mi falta
de espiritualidad. Nunca me había visto rezar, -me dijo. Es que canto las
canciones de Leonard Cohen, -le contesté"....
Carta de despedida a un viejo amor:
"Bueno Marianne, ha llegado ese momento en que somos realmente
tan viejos y nuestros cuerpos se descomponen y pienso que seguiré tus pasos muy
pronto. Quiero que sepas que estoy tan cerca detrás tuyo que si estiras tu mano
creo que alcanzarás la mía. Y sabes que siempre te quise por tu belleza y tu
inteligencia, pero no necesito decir nada más porque sé bien que estás al tanto
de todo. Ahora, solo quiero desearte un buen viaje. Adiós querida amiga. Amor
infinito, te veré en el camino".
Leonard Cohen a Marianne Ihlen -
Julio 2016
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