"De lo real siempre habrá más,
ya que está producido y reproducido por la simulación, y no es en sí más que un
modelo de simulación. Es el destino fatal de un mundo objetivo".
Jean Baudrillard - filósofo y
sociólogo
Tantas veces me siento una causa
perdida. Lo peor es que, en el fondo, me
vanaglorio de ese supuesto logro, de esa "habilidad" innata. Es uno
de los ámbitos donde soy obstinado, me lo propongo y lo logro. Y el logro no
lleva gran esfuerzo, surge como un talento y es en el fondo, lo que más me
puede molestar. Si pudiera trasladarlo a otros terrenos, ser más productivo en
otras áreas, si que le sacaría algún tipo de rédito a ese fluir, a ese
investigar. Pero es lo que soy, y contra mi naturaleza poco puedo hacer, más
que acostumbrarme.
Cada vez que busco y rebusco
material para este blog, trato de que la nota tenga una trascendencia para mi
vida. ¿Cómo te he de interesar si lo que escribo a mi no me interesa? Es mi
primer interrogante. ¿Pero qué le interesa hoy a la gente? Mi lado oscuro lanza
raudo la contrarréplica, ya que ¿no da la sensación tantas veces que ya nada
interesa? Pero si me siento a escribir es porque presumo que tengo un contenido
que es posible compartir. Y el milagro surge cuando debo redondear el contenido
porque me estoy acercando al peligroso quinto folio del word. No me voy a
detener en lo largo que escriba, ya lo he divagado en otros post y creo que a
nadie le interesa.
Hoy tengo ganas de escribir sobre
los comentarios que se generan en la web. En un blog personal, en una nota
periodística, en un editorial o en un simple copia y pega que se genera en la red,
es más que posible que te encuentres con un comentario al pie. En mi caso,
escribo y escribo y son pocos los comentarios que recibo a cada entrada. Fueron
pocas las veces que letras anónimas -es decir fuera de mi círculo de
inmediatez- me aportó o regaló algún comentario o sugerencia. Pero alguna vez
ha sucedido, y debo reconocer que han sido generosos conmigo. Pero eso no
siempre sucede, de hecho en 2004 los creadores del comic en línea Penny Arcade,
desarrollaron una interesante idea denominada "Teoría del cretino de
internet".
En el artículo intentaban llegar a
la conclusión de porque una persona se puede ver movilizada a insultar,
criticar, menospreciar y hasta ofender a un desconocido en la red. Es que lo de
los foristas hasta ha sido tomado como material de estudio. Es que la
agresividad ha ido en aumento y uno solo espera que ceda a la lógica, que
representa que una vez estabilizado una tecnología masiva, se termine
decantando por filtrar la gente que insulta por insultar, para que solo permanezca lo que enriquezca la
web, que era el objetivo fundacional.
Es un fenómeno global, pero yo me
detengo en los dos países "que habito". El espiral de violencia no
cede, se politiza toda nota, se aprovecha de cualquier escrito para ideologizar
un simple contenido, y se termina desviando el objetivo del escritor. En los
grandes periódicos es moneda constante, pero también sucede en los blogs
personales. Nadie está a salvo de tanta virulencia, de tanta necesidad de
exposición personal. Y hago hincapié que escribir un blog también puede
revestir una necesidad personal de exposición. Pero de eso escribiré otro día.
Un profesor de literatura me enseñó
alguna vez que lo uno escribe y comparte, deja de ser de uno y pasa a ser de la
interpretación y gusto del que lo lee. Quizás ese sea el gran secreto de
compartir escritura. Es fascinante no solo el hecho de haber plasmado una idea
en un lienzo, sino que también hechiza los alcances de esa creación en otras
personas, y en que deriva. Me ha pasado en otra vida, con cuentos que
materialicé; y en esta, cuando alguien me comenta, ya sea por escrito o en
forma personal, una entrada mía con una clara desviación de mi contenido
inicial. La nota ya no es mía, y está bien. Tantas veces antes de sentarme a
escribir, ni siquiera soy consciente de que tendré una nota.
Entre post y post trato de no entrar
en el blog, para no estar pendiente de ver si finalmente encontraré un
comentario sobre mi contenido. Para los que no logramos masificarnos, es un
sacrificado juego de alternancia de paciencia con no perder la motivación. Y si
encuentras un comentario, ver si se relaciona con lo escrito o si resulta un
disparador de otra índole, dependiendo del estado de ánimo de tu ocasional
lector. Pero es gratificante encontrar un testimonio escrito de tu trabajo. Y
al no ser masivo, todavía me puedo dar el lujo de no definir a un lector mío
como "el cretino de la red". Pero cuando me convierto en lector - en
realidad cada tanto me convierto en escritor, porque lector soy casi todo el
tiempo- siento que los cretinos están cercando cualquier contenido para escupir
una bilis que no se agota. Y poco preocupa, y de tan poco que preocupa, tomamos
ese mecanismo como algo habitual, a algo a lo que debe estar expuesto un
escritor sin protestar ni sentir ofendido su ego. Como que no habría nada malo
en recibir spam o crítica a una idea, son los gajes de un oficio.
La web es finalmente el lugar idóneo
para habitar un mundo alternativo. Pero dependiendo las capacidades de cada
habitante de este universo virtual, se puede convertir en esa especie de
alcohol o droga que desinhibe y permite materializar lo peor que cada uno de
nosotros debemos tener en algún rincón de nuestro interior. Es como liberarse
de una inhibición que permite decirle a extraños cosas que no se nos ocurriría
decir a la cara o en persona. Y ocultos en un supuesto anonimato, hasta llegar
a la ofensa por simple divertimento.
Y no siempre un comentario de un
forista pueda determinar la verdadera naturaleza de ese comentarista. No
siempre un comentario hiriente o cruel provenga de una persona cruel. Es lo que
tantas veces nos confunde, o al menos a mí. Es el misterio del anonimato, el no
tener que defender una línea de conducta lo que puede llevar a una persona
integra a veces a convertirse en un energúmeno. Ese no sería un grave problema,
el temor es que las sociedades se están poblando de energúmenos, que no tienen
criterio propio y solo se dedican a criticar o destruir, por el triste oficio
de ser destructor.
También es verdad que se nota la
tendencia de que la gente no se lo piensa dos veces antes de sentarse a
escribir. Es como que la web, además de ser un alcohol o estimulante
desinhibitorio, lo que desata también es lo intempestivo que pueda ser la
pasión o como se llame. Me he encontrado varias veces contestando algún
comentario en un foro o a pie de una nota, pero siempre prevalece ese último
segundo de reflexión donde me interrogo si verdaderamente sirve de algo
contestarle a un troll o a un energúmeno, y no publico mi comentario. Pero ese
momento de reflexión no suele ser típico en la web, el impulso parece ser el
motor dominante. La irrupción por el simple hecho de irrumpir, no siempre
premeditado sino impulsivo. Eso, claro está si no estamos hablando de un troll
"profesional".
El troll puede ser un personaje
mítico del folclore escandinavo. Pero en internet troll proviene también del
inglés "pescar" o "morder el anzuelo". Podría interpretarse
que su objetivo será el de irritar o confundir. Pero también el de desdibujar,
el de bajar el nivel del contenido de alguien, llevando a un llano o especie de
guerrilla. Hasta aquí si el trollero reviste algún tipo de inteligencia. Pero
se puede ser trollero también por diversión, por frustración, por animadversión
o envidia, es decir con la manifiesta intención de no aportar nada útil a
cualquier cuestión. Lo que me interesa en esta entrada es suponer que le genera
esa intervención al escritor. Hay muchos que los ignoran, pero supongo que a
muchos otros le puede llegar a martirizar.
Muchos sostienen que cuantos más
comentarios tenga una nota, más exitosa ha sido. De seguir ese criterio,
ustedes podrán comprobar a pie de página mi escasa celebridad. Nadie está
exento de la crítica, este hecho que es tan natural en la vida real, a veces
pasa desapercibido en la web. Lo que sucede es que tantas veces se nos critica
de espaldas o se comentan cosas negativas de nuestra personalidad o proceder
sin que nos enteremos. Pero en la web todo queda por escrito, y ahí nos
encontramos de bruces con que ahora estamos expuestos a una crítica no cara a
cara, pero de efectos quizás más devastadores. El ego del escritor está
expuesto a pie de su entrada. Antes las críticas eran de boca en boca, y nos
llegaba una versión reducida de lo que los demás analizaban de nosotros.
Un forista no debería representar el
grueso de una población, pero creo que en realidad, personifica una tendencia
en alta que es la deshumanización de sectores enteros de nuestras sociedades. Cada
revolución provoca una involución, parece ser norma de vida. Quizás por eso no
se combate la ilusión con la verdad, sino con más ilusión o una ilusión más
elevada. Debemos seguir comunicándonos. Porque si no deberíamos terminar los
escritores o los lectores en certificar una absurda trampa que dice que lo peor
de lo que se escribe son los lectores y lo peor de lo que se lee son los escritores...
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