“El amor, el tabaco, el café, y en
general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un
instante, se nos convierten en una necesidad diaria”.
Enrique Jardiel Poncela, escritor y
dramaturgo español
En una época se solía iniciar la
gente con el cigarrillo como un emblema de un ser maduro, interesante y hasta
sexy. La postal mostraba al fumador como alguien encantador, enigmático o independiente.
Con esa imagen, terminaban engañando al consumidor, convirtiéndolo en un triste
prisionero de la nicotina. No era nada sexy, solo que las publicidades se
empecinan en mostrar sólo situaciones ideales, todos queremos ser más adultos
de lo que somos, hasta el momento en que sólo deseamos volver sobre nuestros
pasos, e intentamos recuperar en vano, una imposible juventud.