"Cuando
uno mira lo malo en los hombres con la esperanza de encontrarlo, seguramente lo
encontrará."
Abraham
Lincoln
En la
versión cinematográfica en 1960 de la novela Pollyanna, la joven actriz Hayley
Mills (ganadora de un Oscar infantil por su representación en el film) lucía
una cadena con la frase de Abraham Lincoln que arranca esta entrada. Llama la atención
la frase porque la película, fiel retrato de la novela, se caracteriza por
profundizar lo positivo que cualquier situación encierra. Si algo queda de
Pollyanna es que si buscas apasionadamente, se puede encontrar lo bueno que
cada persona tiene para ofrecer.
Polyanna
es una novela de Eleanor H. Porter, escrita en el año 1913. Con dicha narración,
logró escalar al octavo puesto de ventas de ese año. Su éxito fue inmediato. La
historia relata la vida de una niña huérfana que es enviada a vivir con su tía
Polly. Pollyanna fue educada con optimismo por parte de su padre, que es encarnar
la filosofía de encontrar lo bueno de cada situación, con el fin de alegrar su
vida y la de todos los que la rodean. Así, a través de las páginas, podremos ir
viendo como la pequeña se va ganando el cariño
de todos. La niña de ojos azules, rubia y muy habladora, prefiere
plasmar la enseñanza de su padre tal un juego, obligándonos a pensar que si nos
damos cuenta que nos cuesta lo mismo estar tristes que alegres, y que si lo
logramos, nuestra vida será más entretenida, al privilegiar el lado amable de
todas las situaciones.
Y fue tan
significativa la obra, que psicológicamente se convirtió en un principio. El
principio Pollyanna o Hipótesis Pollyanna, donde la tendencia habitual del ser
humano es asignar posibilidades más altas a las alternativas más deseables, y
por otro lado, conceder probabilidades menores a las menos apetecibles. La
novela recibió halagos y críticas, pero todos coinciden que la actitud positiva
del ser humano permite transformar nuestro mundo, al tiempo que mejora el de la
gente que nos rodea.
El
principio psicológico, también llamado Pollyannaism o sesgo de positividad, concuerda que no debemos obviar los sucesos
negativos, pero que es mejor optar por analizar los componentes positivos de
toda materia. En una reacción consciente, tendemos a analizar todo desde la
perspectiva negativa. Mientras tanto, en el subconsciente nuestras mentes
procuran aguardar una solución positiva a nuestros problemas. Este sesgo define
el principio, que se le dio el nombre de una novela, de la que hoy hemos
olvidado su existencia.
La
literatura no solo inspira a lectores y escritores, sino que ha sido
fundamental a científicos o psicólogos. Han dado nombre a trastornos humanos
coincidente con características y peculiaridades aplicadas a la literatura.
Hipótesis Pollyanna se puede sumar así al síndrome de Dorian Gray, el de Peter
Pan, de Otelo, de Madame Bovary, o de Sthendal. Todos estos síndromes se
reconocen como literarios, de acuerdo a sus orígenes.
En 1969,
los psicólogos sociales Jerry Boucher y Charles Osgood, plantearon la hipótesis
Pollyanna. En 1978 el principio fue ampliado por los investigadores Matlin y
Stang, ampliando al gesto positivo que la gente sostiene al recordar el pasado.
“Todo tiempo pasado fue mejor” es un proceso mental, donde tendemos a recordar
experiencias pasadas con más optimismo que en verdad ocurrió. Es decir, que
preferimos recuerdos selectivos.
En la
actualidad, se han basado en los avances de este principio, para valor la
preferencia en el vocabulario de la utilización de palabras positivas. Para
dicha investigación se apoyaron en google, twitter, letras de canciones,
guiones de cine o libros. Pudieron abarcar el coloso de esta investigación,
gracias al poder del 2.0. La acumulación masiva de datos a gran escala, apoyados
por algoritmos y máquinas, permitió recopilar más de 100.000 palabras
utilizadas en diez idiomas distintos. Luego de seleccionadas, centenares de
nativos de cada lengua las puntuaron con una escala del 1 al 9, desde las más
negativas a las más positivas. “Muerte” o “violencia” tienden a puntuar bajo,
contra la mejor valoración que han sostenido vocablos como “besos” o “felicidad”.
En el intermedio, un valor neutral 5 determina palabras como “el” o “pero”. Por
cada palabra, cincuenta personas han realizado la evaluación, por lo que
optamos a cinco millones de resultados posibles.
Los diez
idiomas utilizados fueron el inglés, español, francés, alemán, portugués,
chino, coreano, ruso, indonesio y árabe. Los resultados revelaron que la comunicación
en español es la más positiva, eso sí, seguida bien de cerca por el portugués y
la inglesa. Por el contrario, en chino y ruso pueden ser considerados los menos
positivos.
El estudio
confirma la vigencia del principio de Pollyanna, vigente desde 1969, y regresa
la memoria de una novela de ficción que supera los cien años de existencia. La
tendencia a utilizar palabras positivas en la comunicación, permite que
palabras tales como “felicidad”, “alegría”, “beso”, “música”, “bien”, “mujeres”,
“libertad”, “chiste”, “películas” o “poema”, lideren la experiencia positiva.
Para completar, entre las negativas encontramos palabras tales como “odio”, “violencia”,
“guerra”, “cáncer”, “robar”, “morir”, “triste”, “corrupción”, “problemas” o “prohibido”.
El estudio
no se utilizó sobre comentarios o
palabras de personas que sufran de depresión o ansiedad, ya que suelen a
tener un sesgo negativo a cualquier percepción. Pero también existen
detractores a este principio. Algunos científicos consideran que es tendencia
social valorar positivamente las cosas, por sobre lo negativo. Y de esta manera
retomo el estereotipo social que las emociones positivas permiten manifestar, y
las emociones consideradas negativas ocultar, de mi entrada anterior. Se llama
sesgo de aquiescencia a la tendencia a responder afirmativamente a algo,
independientemente al contenido de la pregunta. Los especialistas en encuestas
pueden aportar material a este sesgo, ante una tendencia universal de querer
manifestar la positividad ante todo. En caso de duda, es preferible considerar
la respuesta positiva, la que no nos deje como potenciales negativos, depresivos,
o vulgarmente llamados mala onda. Ese concepto desarrollado en la entrada
anterior, “la felicidad lo es todo”. De ahí que en encuestas de duración considerada,
se busque introducir un equilibrio de elementos positivos y negativos del
contenido deseado.
Para
terminar con el principio Pollyanna y a sus posteriores confirmaciones, un
arista más vincula a la literatura con la presencia de referencias negativas,
lo que me devuelve a la ultima conclusión de la entrada anterior, la empatía que
la literatura conlleva con las emociones ajenas existentes en el mundo. El
informe concluye que el uso de palabras positivas es muy frecuente y sobrepasa
a los términos negativos presentes en los clásicos de la literatura universal,
tal los casos de Moby Dick, El Quijote, Ulyses, Oliver Twist, Crimen y Castigo,
o El conde de Montecristo. Una buena interpretación podría ser que esa “obligación
social” que obliga a un fuerte sesgo positivo de sus expresiones, aunque
estudios confirmen que los sesgos negativos tienden a ser menos utilizados,
pero refieren a más información o profundidad, indispensable en una comunicación
literaria.
La mención
de esos seis títulos literarios no es arbitraria. Varias de esas novelas pueden
estar al frente de un curioso ranking de libros abandonados al promediar su
lectura. O ante la duda, ni siquiera encarada. Pero para los que hemos
concluido la lectura de estos seis títulos mencionados, podemos precisar que
más allá de gustos o de mejores obras unas que otras, uno recurre a la
literatura por hastío de la vida y su previsible percepción positiva, que más
que positiva, es superficial o trivial.
“No
tenemos tantas formas de juntar nuestras ideas o pensamientos negativos, como
las que tenemos para las ideas positivas”, sostiene Lewis Mitchell, uno de los
coautores del último de los proyectos Pollyanna, suscrito por la Universidad de
Vermont. Cabe preguntar si la novela hoy subsistiría. ¿Qué pasaría con
Pollyanna si cobrase vida en esta sociedad? ¿Compartiría esos análisis de sesgo
positivo sobre el futuro, sin más base que un loable deseo? ¿Podríamos aspirar
a continuar un esfuerzo para ver lo bueno que nos rodea?
Como
primer ejercicio, tratemos de confirmar en nuestras personas si somos capaces
de contrarrestar una palabra negativa con siete positivas. De ser así, estaremos
a la altura del estereotipo social. De no resultar posible, no lo diga. Recurra
a su mejor sonrisa social, forré con papel madera aquella edición de Fiódor Dostoyevski,
que lleva años pendientes de encarar y al finalizar su postergada lectura, intente
sacar a la luz la mejor versión de los demás, sean como sean. Y así con
cualquier esfuerzo, aunque no se la pongan fácil…
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